martes, 1 de octubre de 2013

Goodbye Spain





Soy un joven de 27 años vasco. Nací en Bilbao donde crecí y vivo. Nunca he sido nacionalista, ni nacionalista español ni nacionalista vasco. Nunca he votado a la izquierda abertzale ni he militado en ningún grupo abertzale. De hecho siempre que me han preguntado sobre mi opinión acerca de la soberanía siempre contestaba que me daba igual una Euskadi dentro de España o fuera de ella. Lo único que yo necesito es un país donde merezca la pena vivir, donde poder ser libre tanto para expresar mis ideas como mi cultura. Quizá por ello nunca he tenido ansias de independencia, aunque sí de poder decidir sobre ello. Sin embargo ayer llegué a un límite tal que todo eso ha cambiado.

Sé que lo que voy a escribir no se va a entender de Burgos para abajo. Aun no entiendo por qué motivo existen cuestiones imposibles de hablar con una gente que, de cualquier otro tema, habla con más o menos tolerancia. No creo que haya especial diferencia entre una persona nacida en Euskadi y una nacida en España. Siempre que he viajado por la península ibérica me he encontrado gente normal, trabajadora, que trata de ganarse la vida lo mejor que puede y ser felices; igual que en Euskadi. Sin embargo, desde muy pequeño siento que el resto de la península no nos ve igual. Ya desde muy pequeño (mi primera “anécdota” fue con 7 años), y aunque todo el pueblo nos conoce, he tenido que soportar comentarios insultantes y vejatorios cuando veraneaba en un pueblo de Zaragoza con mi familia.

He tenido que soportar, de manera repetida durante mis 27 años de vida, comentarios hirientes sobre si en Euskadi nos paseamos con pistolas o el clásico “¿conoces algún etarra? ¿Has visto algún atentado?”. Al tiempo, cada vez que conoces gente nueva en cuanto descubren que eres Euskaldun siempre aparece ese halo en los ojos de quien te acaba de conocer que desemboca, antes o después, en preguntar repetidamente qué me parece la violencia. Sería algo así como si a un murciano o salmantino se le pidiera de manera continua que condenara el fascismo, por el simple hecho de ser murciano o salmantino, para darle el carnet de persona. Desafortunadamente no quieren que les contestes con sinceridad. No quieren escuchar la realidad en Euskadi, solo sus conceptos preconcebidos y, de insistir en dar tu versión pueden tener problemas. No soy el único vasco o vasca al que han agredido por el simple hecho de abordar el tema con profundidad y sinceridad, o por el simple hecho de nacer donde he nacido.


Pese a esto, sé que esta gente no es la mayoría. Siempre he creído que es una “minoría ruidosa” que impide darnos cuenta de que la mayor parte de la población española es buena gente y muy sensata. Por eso no entiendo cómo pueden aplaudir los atropellos sistemáticos que la policía ejecuta en el País Vasco.





Insisto que yo no he sufrido ni el 0,1% de lo que sufren convecinos míos por cuestiones ideológicas, por simple convicción política. Por eso me asusta pensar en cómo sería todo si yo perteneciese a un partido abertzale. Sin esta etiqueta ideológica también he visto la cara “amable” de la policía. Controles de trafico extremadamente exhaustivos, simplemente por la matricula de mi coche, acompañada de insultos. Comentarios del tipo “a los vascos habría que poneros un muro en la frontera y tirar napalm dentro” o ver como el policía que me pide la documentación del coche solo usa una mano porque la otra la tiene en la pistolera, cuando no, en la propia pistola ya desenfundada. Todavía recuerdo como la policía nacional de Valencia despertó a mi familia de Bilbao a las tres de la mañana y se presentaron en mi casa de Valencia (estudiaba allí) hasta siete agentes porque había aparcado el coche en un lugar que no les convenía y sospechaban de él.

Esto es lo poquito que yo, personalmente, he vivido. No quiero ni imaginar lo que han vivido otras personas de aquí. Cuando vives en esta tierra te das cuenta que se persigue todo lo que huele a euskera. Que tratan de “pacificarnos” a golpe de estado policial. Que utilizan la ley antiterrorista a personas que su único delito fue colocar un cartel en la calle o acudir a una manifestación pacífica. Esto no puede ser. Reconozco que no me pilla de nuevas, quienes hemos crecido en Euskadi sabemos cómo funcionan “en Madrid” pero yo ya no puedo más.

Tras las detenciones de seis chavales que pegaron carteles y los han metido en la cárcel y lo de ayer con Herrira he llegado a mi límite. He ido a varios actos de Herrira y siempre han sido democráticos y pacíficos. Siempre me han parecido eventos como los de cualquier partido político… ¿y les van a encausar por dar su opinión en redes sociales? No se puede vivir así, es imposible soportar esto. ¿Cómo pretenden que la gente quiera seguir perteneciendo al mismo país que genera más y mas odio en nuestras calles?



Yo ayer ya dije basta. Nunca necesite la independencia solo mejorar el país. Pero ya no tengo esperanza de que España pueda aportarme nada. Hoy siento que necesito vivir en otro país lejos de este fascismo de estado. Siento que necesito independizarme de esta locura. Eso no puede formar parte de algo que se acerque a mi país. Hoy más que nunca entiendo a la izquierda abertzale en muchas cosas. Quizá sea tarde, no lo sé. Solo sé que desde hoy yo también haré lo que esté en mi mano por independizarme de esta barbarie. Mientras de Burgos para abajo se sigan aplaudiendo estas atrocidades no hay esperanza posible. La única esperanza es decir adiós. Adios España.