Soy un joven
de 27 años vasco. Nací en Bilbao donde crecí y vivo. Nunca he sido
nacionalista, ni nacionalista español ni nacionalista vasco. Nunca he votado a
la izquierda abertzale ni he militado en ningún grupo abertzale. De hecho
siempre que me han preguntado sobre mi opinión acerca de la soberanía siempre
contestaba que me daba igual una Euskadi dentro de España o fuera de ella. Lo único
que yo necesito es un país donde merezca la pena vivir, donde poder ser libre
tanto para expresar mis ideas como mi cultura. Quizá por ello nunca he tenido
ansias de independencia, aunque sí de poder decidir sobre ello. Sin embargo
ayer llegué a un límite tal que todo eso ha cambiado.
Sé que lo que
voy a escribir no se va a entender de Burgos para abajo. Aun no entiendo por
qué motivo existen cuestiones imposibles de hablar con una gente que, de
cualquier otro tema, habla con más o menos tolerancia. No creo que haya
especial diferencia entre una persona nacida en Euskadi y una nacida en España.
Siempre que he viajado por la península ibérica me he encontrado gente normal,
trabajadora, que trata de ganarse la vida lo mejor que puede y ser felices;
igual que en Euskadi. Sin embargo, desde muy pequeño siento que el resto de la península
no nos ve igual. Ya desde muy pequeño (mi primera “anécdota” fue con 7 años), y
aunque todo el pueblo nos conoce, he tenido que soportar comentarios
insultantes y vejatorios cuando veraneaba en un pueblo de Zaragoza con mi
familia.
He tenido que
soportar, de manera repetida durante mis 27 años de vida, comentarios hirientes
sobre si en Euskadi nos paseamos con pistolas o el clásico “¿conoces algún
etarra? ¿Has visto algún atentado?”. Al tiempo, cada vez que conoces gente
nueva en cuanto descubren que eres Euskaldun siempre aparece ese halo en los
ojos de quien te acaba de conocer que desemboca, antes o después, en preguntar
repetidamente qué me parece la violencia. Sería algo así como si a un murciano
o salmantino se le pidiera de manera continua que condenara el fascismo, por el
simple hecho de ser murciano o salmantino, para darle el carnet de persona.
Desafortunadamente no quieren que les contestes con sinceridad. No quieren
escuchar la realidad en Euskadi, solo sus conceptos preconcebidos y, de
insistir en dar tu versión pueden tener problemas. No soy el único vasco o
vasca al que han agredido por el simple hecho de abordar el tema con
profundidad y sinceridad, o por el simple hecho de nacer donde he nacido.
Pese a esto,
sé que esta gente no es la mayoría. Siempre he creído que es una “minoría
ruidosa” que impide darnos cuenta de que la mayor parte de la población
española es buena gente y muy sensata. Por eso no entiendo cómo pueden aplaudir
los atropellos sistemáticos que la policía ejecuta en el País Vasco.
Insisto que yo
no he sufrido ni el 0,1% de lo que sufren convecinos míos por cuestiones
ideológicas, por simple convicción política. Por eso me asusta pensar en cómo
sería todo si yo perteneciese a un partido abertzale. Sin esta etiqueta
ideológica también he visto la cara “amable” de la policía. Controles de
trafico extremadamente exhaustivos, simplemente por la matricula de mi coche,
acompañada de insultos. Comentarios del tipo “a los vascos habría que poneros
un muro en la frontera y tirar napalm dentro” o ver como el policía que me pide
la documentación del coche solo usa una mano porque la otra la tiene en la
pistolera, cuando no, en la propia pistola ya desenfundada. Todavía recuerdo
como la policía nacional de Valencia despertó a mi familia de Bilbao a las tres
de la mañana y se presentaron en mi casa de Valencia (estudiaba allí) hasta
siete agentes porque había aparcado el coche en un lugar que no les convenía y
sospechaban de él.
Esto es lo poquito
que yo, personalmente, he vivido. No quiero ni imaginar lo que han vivido otras
personas de aquí. Cuando vives en esta tierra te das cuenta que se persigue
todo lo que huele a euskera. Que tratan de “pacificarnos” a golpe de estado
policial. Que utilizan la ley antiterrorista a personas que su único delito fue
colocar un cartel en la calle o acudir a una manifestación pacífica. Esto no
puede ser. Reconozco que no me pilla de nuevas, quienes hemos crecido en
Euskadi sabemos cómo funcionan “en Madrid” pero yo ya no puedo más.
Tras las
detenciones de seis chavales que pegaron carteles y los han metido en la cárcel
y lo de ayer con Herrira he llegado a mi límite. He ido a varios actos de
Herrira y siempre han sido democráticos y pacíficos. Siempre me han parecido
eventos como los de cualquier partido político… ¿y les van a encausar por dar
su opinión en redes sociales? No se puede vivir así, es imposible soportar
esto. ¿Cómo pretenden que la gente quiera seguir perteneciendo al mismo país que
genera más y mas odio en nuestras calles?
Yo ayer ya
dije basta. Nunca necesite la independencia solo mejorar el país. Pero ya no
tengo esperanza de que España pueda aportarme nada. Hoy siento que necesito
vivir en otro país lejos de este fascismo de estado. Siento que necesito
independizarme de esta locura. Eso no puede formar parte de algo que se acerque
a mi país. Hoy más que nunca entiendo a la izquierda abertzale en muchas cosas.
Quizá sea tarde, no lo sé. Solo sé que desde hoy yo también haré lo que esté en
mi mano por independizarme de esta barbarie. Mientras de Burgos para abajo se
sigan aplaudiendo estas atrocidades no hay esperanza posible. La única esperanza
es decir adiós. Adios España.