miércoles, 28 de mayo de 2014

Reflexiones del abstemio durante la fiesta

Karl Marx
Inmanuel Wallerstein



   
















 
             Decía Wallerstein, allá por los locos años 70, que el sistema-mundo en el que nos vemos inmersos está compuesto por dos enmarcaciones fundamentales: un engranaje económico basado en la propiedad privada (capitalismo) y un engranaje de delimitación geográfica de intereses comunes (estados-naciones). Es por tanto fácil de adivinar que para acabar con el sistema, al menos según este autor, es necesario atacar alguno de estos dos marcos fundamentales; cuando no los dos.

                Decía también Marx, allá por otros locos años, esos de mediados del siglo XIX, que con las estructuras del poder (capitalista) no cabía reforma alguna. Que si de verdad se quería acabar con la explotación de los oprimidos (trabajadores) y desheredados (lumpen) no cabía más que destruir las estructuras existentes y crear unas nuevas, propias de los intereses de los trabajadores. Su razón fundamental es que lo perverso de estas organizaciones impide su transformación ya que, la corrupción está en su misma esencia.

                No seré yo quien ponga en duda la intelectualidad de estos dos grandes pensadores y, por tanto, bajo este prisma estas elecciones europeas han sido un fraude sumo. En el discurso de ninguna candidatura, ni siquiera en el imaginario de ninguno de los grupos que después han obtenido representación, aparecen estos conceptos (salvo la tímida excepción de EQUO). No es que esté pidiendo imposibles. Ni creo que se pueda hacer una revolución de verdad en la actualidad, ni creo que las precarias estructuras organizadas de “los de abajo” resistieran una confrontación real con el poder. Sin embargo, con que el tufo postmodernista no se hubiera apoderado de los candidatos me hubiese válido.

¿De verdad eran elecciones europeas?


                Si atendiéramos a lo que se ha hablado durante la campaña electoral, pareciera que no son elecciones al parlamento europeo sino el calentamiento previo a las municipales. El PSOE se ha pasado todo el tiempo expectante de si el muerto terminaba de exhalar el último suspiro o no, y de cómo hacerse con el mejor trozo de carroña para expiar las culpas en una última resurrección que no convence a nadie. El PP mientas tanto intentando hacer el último doble mortal dialéctico para vender que son un partido que no genera miserias sino prosperidad. Más de lo mismo, el mismo bipartidismo rancio y mohino.

                Por parte de la izquierda, PODEMOS arrancó con muchas ganas y fuerza pero, a medida que se acercaban los comicios, cada vez decía menos echando mas purpurina a todo lo que contaba. Una lástima que sinceramente espero sea una simple táctica electoral. Izquierda Unida se dedicó a repetir como un mantra las famosas ciento-setenta-propuestas-para-el-cambio al tiempo que se dejaba el carisma y la garra en el camerino para defenderlas o proponerlas. Es difícil venderse peor. Y, por último, un BILDU que, intentando seguir pareciendo izquierda entre su militancia, y aun a la deriva, va capeando su marejada interna siguiendo el tenue pero renovado faro del impulso independentista-plebiscitario catalán.

                Por parte del fascismo, un poco lo de siempre. España, terrorismo, Ciudadanía, España, ETA, lógica ciudadana, España. Ciudadanía normal, secesión, España, afectados por las hipotecas, gente de bien, España, perroflautas, Ciudadanos, España, gente normal, España, violencia España.

                Con este aburridísimo plantel, el único aliciente han sido el machismo de Cañete (que solo debe molestar cuando lo dice en alto) y la verborrea de Pablo Iglesias que, aprovechando como pocos, los generosos espacios mediáticos que le ceden, arengaba y cabreaba a partes iguales al votante medio. Fuera de las pantallas y los panfletos de las calles Twitter, mucho Twitter. Bueno, hablando en serio: ruido, mucho ruido, con muy pocas nueces.

Hagámonos pajas, hemos ganado


                Pues sí, las pajas están últimamente muy baratas en la izquierda. A más de uno le va a salir tendinitis de tanta celebración. Pero, sin ánimo de ofender las merecidas celebraciones de la candidatura de PODEMOS, no es tiempo de onanismos. Es cierto que la izquierda enrasada a la baja (a la izquierda del PSOE) parece haber sido la gran vencedora de las elecciones encabezada por una arrolladora entrada de PODEMOS en escena. Sin embargo sus resultados son discutibles si se miran con un poco de crítica.

                Para empezar debemos tener en cuenta que ha participado en estas elecciones un 45%, lo que supone 18 millones de votos en juego. Si aceptamos como participación media, la obtenida en las pasadas elecciones generales (71%) nos deja un total aproximado de 9 millones de votos en el aire. Una suma nada despreciable si tenemos en cuenta que el número total de votos que ha obtenido la izquierda con representación es de 3,4 millones.

                Aunque es lógico pensar que todo aquel que iba a votar a PODEMOS, lo haya hecho (por el simple principio de oportunidad) y quien ha votado a LPD lo ha hecho (puesto que es un voto muy fiel), aceptemos que PODEMOS, al ser una candidatura nueva,  puede que su discurso no haya llegado a toda la gente. Aceptemos también que al ser elecciones europeas, parte del voto fiel a IU y EQUO, tampoco ha acudido a las urnas. En el mejor de los casos, de ser una participación equiparable a las elecciones generales, ¿se conseguiría un millón de votos más? ¿Un millón y medio a lo sumo?

                Cuatro millones de votantes, cinco como mucho, en una situación tan grave como la que estamos viviendo es una miseria. Pero no una miseria en términos electoralistas, sino en una miseria para conseguir parar el vendaval que arrasa por la derecha.

El fascismo ya camina solo y con zapatos nuevos

                Por el otro lado tenemos los partidos a la derecha del PP (aunque parezca mentira es posible). Esos partidos que, aunque de corrientes de pensamiento dispares, pueden ser incluido en el genérico extrema derecha o fascismo. Hasta hace no demasiado, estos partidos se incluían en el todo poderoso PP pero, desde hace algunos años, camina en solitario, goza de buena salud y, con ese aire postmoderno donde todo vale, reluce zapatos nuevos.

                Estoy hablando por supuesto de UPyD, Ciudadanos y VOX (entre otros). Cierto es que VOX no ha conseguido representación, pero se ha quedado a tan sólo treinta mil votos de conseguirlo. Entre los tres (y sin sumar el resto de partidos de extrema derecha que se han presentado) suman 1,75 millones de votos. 

                Hay que tener en cuenta que tanto C’s como VOX son formaciones nuevas y que puede que su mensaje no haya llegado a todo su electorado potencial, pero sobretodo hay que tener en cuenta que una parte de la abstención es muy asimilable con discursos populistas, racistas y con grandes determinantes vacíos (democracia, España, estado, paz, libertad, terrorismo, violencia… etc). Tengamos también en cuenta que una parte considerable del potencial votante de extrema derecha se encuentra aún en el PP y que, de seguir la crisis económica tiene una salida probable y lógica hacia estos partidos. (ojo porque el PP ha pasado de 6,5 a 4 millones de votantes entre las anteriores elecciones europeas y estas).

                Sin ser muy tremendista, ¿cuántos votos podrían conseguir entre todos ellos? ¿2,5 millones de votantes? (estimando a la baja la capacidad de seducción de estas formaciones) Estamos hablando de los mejores resultados de IU en toda su historia. Nada despreciable.

¿Y ahora qué?


                 Pues ahora creo que es tiempo de acojonarse un poco y reflexionar un mucho. El fascismo camina suelto, recién engominado, con zapatos nuevos y lustrados sin que nadie esté haciendo algo de verdad por pararle los pies. Si bien es cierto que la irrupción de PODEMOS pudiera ser un bálsamo ante esto, su éxito depende en gran medida de tres cosas: carisma, la cuota mediática de su líder y el discurso de regeneración democrática. Exactamente lo mismo que Ciudadans (Albert Rivera) o UPyD (Rosa Diez). 

                Está claro que estas formaciones no son para nada iguales, nada tienen que ver. Al menos PODEMOS nada tiene que ver con los otros dos. Sin embargo, desde que Pablo Iglesias anunciase su candidatura, la profundidad (y radicalidad) de su abanico argumental ha ido relajándose progresivamente. No estoy poniendo en duda su ideario, pero proyectar el discurso de regeneración democrática y de radical demócrata (burguesa) es tan rentabilista como volátil.

                Que no se me entienda mal. PODEMOS ha conseguido mucho en muy poco tiempo, pero el discurso mediático usado en los últimos meses (en medios de masas, no en la Tuerka o Fort Apache) se fundamenta en determinantes tan vacíos como los que maneja Albert Rivera o Rosa Diez. La gran pregunta es: ¿será capaz la gente de distinguir entre el discurso de izquierda de Pablo Iglesias con el de Albert Rivera? Sinceramente no tengo una respuesta clara ante ello. Lo único que tengo claro es que lo que le soba al fascismo es dinero, o gente con dinero que les apoye. Y eso significa amplios espacios mediáticos y el poder de silenciar a quien quieran.

 
               Lo más destacable de la irrupción de PODEMOS es que han sabido aprovechar algo, creo, evidente. La gente apuesta por formatos discursivos más dinámicos y más agresivos, sobre todo mas agiles con el verbo y la provocación. Creo que se ha terminado el tiempo del debate amable con sonrisa en la boca (sorprendente por cierto la cordialidad Pablo Iglesias-Javier Nart) en los que acabada la contienda las cordialidades entre candidatos son más que evidentes. La gente no quiere formalismos, quiere ser el zapato de Ada Colao estampándose en la cara del bipartidismo. Lo que no parece saber hace IU.               

                No se puede renunciar a un “intachable” pasado euroescéptico como se ha hecho. Recordemos que IU fue la formación que se opuso (en solitario) a la OTAN, a la inclusión en la UE y al tratado de Maastrich (entre otras cosas) a pesar de la presión mediática y fáctica existente. Sin embargo en estas elecciones nos hemos encontrado a un candidato contundente pero de perfil europeísta y a una sindicalista crítica pero suave y conciliadora en sus intervenciones. 

                Para finalizar creo que deberíamos recordar lo que Wallestein y Marx dijeron en su momento para repensar lo hecho y mejorarlo. Claro está que no vamos a asaltar el palacio de invierno, pero, sin fuerza discursiva o profundidad en el argumentario, cavamos nuestra propia tumba. Al fin y al cabo, estamos acostumbrados a identificar el fascismo con Franco: un ser bajito, cabrón y con mala baba que repartía crueldad allí por donde alguien levantaba la cabeza. Se nos olvida sin embargo el origen del fascismo, poco hablamos de Primo de Rivera (mejor en otra entrada). Poco recordamos la capacidad de seducción y motivación colectiva que produce el fascismo. 

                No quiero ser pesimista pero, salvo unamos marketing y profunda carga ideológica en nuestro quehacer político y nuestros discursos, una vez más, sí pasarán.