Karl Marx |
Inmanuel Wallerstein |
Decía Wallerstein, allá por los locos años 70, que el sistema-mundo en el que nos vemos inmersos está compuesto por dos enmarcaciones fundamentales: un engranaje económico basado en la propiedad privada (capitalismo) y un engranaje de delimitación geográfica de intereses comunes (estados-naciones). Es por tanto fácil de adivinar que para acabar con el sistema, al menos según este autor, es necesario atacar alguno de estos dos marcos fundamentales; cuando no los dos.
Decía
también Marx, allá por
otros locos años, esos de mediados del siglo XIX, que con las estructuras del
poder (capitalista) no cabía reforma alguna. Que si de verdad se quería acabar
con la explotación de los oprimidos (trabajadores) y desheredados (lumpen) no cabía más
que destruir las estructuras existentes y crear unas nuevas, propias de los
intereses de los trabajadores. Su razón fundamental es que lo perverso de estas
organizaciones impide su transformación ya que, la corrupción está en su misma
esencia.
No
seré yo quien ponga en duda la intelectualidad de estos dos grandes pensadores
y, por tanto, bajo este prisma estas elecciones europeas han sido un fraude
sumo. En el discurso de ninguna candidatura, ni siquiera en el imaginario de
ninguno de los grupos que después han obtenido representación, aparecen estos
conceptos (salvo la tímida excepción de EQUO). No es que esté pidiendo
imposibles. Ni creo que se pueda hacer una revolución de verdad en la
actualidad, ni creo que las precarias estructuras organizadas de “los de abajo”
resistieran una confrontación real con el poder. Sin embargo, con que el tufo
postmodernista no se hubiera apoderado de los candidatos me hubiese válido.
¿De verdad eran elecciones europeas?
Si
atendiéramos a lo que se ha hablado durante la campaña electoral, pareciera que
no son elecciones al parlamento europeo sino el calentamiento previo a las
municipales. El PSOE se ha pasado todo el tiempo expectante de si el muerto
terminaba de exhalar el último suspiro o no, y de cómo hacerse con el mejor
trozo de carroña para expiar las culpas en una última resurrección que no convence
a nadie. El PP mientas tanto intentando hacer el último doble mortal dialéctico
para vender que son un partido que no genera miserias sino prosperidad. Más de
lo mismo, el mismo bipartidismo rancio y mohino.
Por
parte de la izquierda, PODEMOS arrancó con muchas ganas y fuerza pero, a medida
que se acercaban los comicios, cada vez decía menos echando mas purpurina a
todo lo que contaba. Una lástima que sinceramente espero sea una simple táctica
electoral. Izquierda Unida se dedicó a repetir como un mantra las famosas
ciento-setenta-propuestas-para-el-cambio al tiempo que se dejaba el carisma y
la garra en el camerino para defenderlas o proponerlas. Es difícil venderse
peor. Y, por último, un BILDU que, intentando seguir pareciendo izquierda entre
su militancia, y aun a la deriva, va capeando su marejada interna siguiendo el
tenue pero renovado faro del impulso independentista-plebiscitario catalán.
Por
parte del fascismo, un poco lo de siempre. España, terrorismo, Ciudadanía, España,
ETA, lógica ciudadana, España. Ciudadanía normal, secesión, España, afectados
por las hipotecas, gente de bien, España, perroflautas, Ciudadanos, España,
gente normal, España, violencia España.
Con
este aburridísimo plantel, el único aliciente han sido el machismo de Cañete
(que solo debe molestar cuando lo dice en alto) y la verborrea de Pablo
Iglesias que, aprovechando como pocos, los generosos espacios mediáticos que le
ceden, arengaba y cabreaba a partes iguales al votante medio. Fuera de las
pantallas y los panfletos de las calles Twitter, mucho Twitter. Bueno, hablando
en serio: ruido, mucho ruido, con muy pocas nueces.
Hagámonos pajas, hemos ganado
Pues
sí, las pajas están últimamente muy baratas en la izquierda. A más de uno le va
a salir tendinitis de tanta celebración. Pero, sin ánimo de ofender las
merecidas celebraciones de la candidatura de PODEMOS, no es tiempo de
onanismos. Es cierto que la izquierda enrasada a la baja (a la izquierda del
PSOE) parece haber sido la gran vencedora de las elecciones encabezada por una
arrolladora entrada de PODEMOS en escena. Sin embargo sus resultados son
discutibles si se miran con un poco de crítica.
Para
empezar debemos tener en cuenta que ha participado en estas elecciones un 45%,
lo que supone 18 millones de votos en juego. Si aceptamos como participación
media, la obtenida en las pasadas elecciones generales (71%) nos deja un total aproximado
de 9 millones de votos en el aire. Una suma nada despreciable si tenemos en
cuenta que el número total de votos que ha obtenido la izquierda con
representación es de 3,4 millones.
Aunque
es lógico pensar que todo aquel que iba a votar a PODEMOS,
lo haya hecho (por el simple principio de oportunidad) y quien ha votado a LPD lo ha hecho
(puesto que es un voto muy fiel), aceptemos que PODEMOS, al ser una candidatura
nueva, puede que su discurso no haya
llegado a toda la gente. Aceptemos también que al ser elecciones europeas,
parte del voto fiel a IU
y EQUO, tampoco ha acudido a
las urnas. En el mejor de los casos, de ser una participación equiparable a las
elecciones generales, ¿se conseguiría un millón de votos más? ¿Un millón y
medio a lo sumo?
Cuatro
millones de votantes, cinco como mucho, en una situación tan grave como la que
estamos viviendo es una miseria. Pero no una miseria en términos
electoralistas, sino en una miseria para conseguir parar el vendaval que arrasa
por la derecha.
El fascismo ya camina solo y con zapatos nuevos
Por
el otro lado tenemos los partidos a la derecha del PP (aunque parezca mentira
es posible). Esos partidos que, aunque de corrientes de pensamiento dispares,
pueden ser incluido en el genérico extrema derecha o fascismo. Hasta hace no
demasiado, estos partidos se incluían en el todo poderoso PP pero, desde hace
algunos años, camina en solitario, goza de buena salud y, con ese aire
postmoderno donde todo vale, reluce zapatos nuevos.
Estoy
hablando por supuesto de UPyD, Ciudadanos
y VOX (entre otros). Cierto es que VOX
no ha conseguido representación, pero se ha quedado a tan sólo treinta mil
votos de conseguirlo. Entre los tres (y sin sumar el resto de partidos de extrema
derecha que se han presentado) suman 1,75 millones de votos.
Hay
que tener en cuenta que tanto C’s como VOX son formaciones nuevas y que puede
que su mensaje no haya llegado a todo su electorado potencial, pero sobretodo
hay que tener en cuenta que una parte de la abstención es muy asimilable con
discursos populistas, racistas y con grandes determinantes vacíos (democracia,
España, estado, paz, libertad, terrorismo, violencia… etc). Tengamos también en
cuenta que una parte considerable del potencial votante de extrema derecha se
encuentra aún en el PP y que, de seguir la crisis económica tiene una salida
probable y lógica hacia estos partidos. (ojo porque el PP ha pasado de 6,5 a 4
millones de votantes entre las anteriores elecciones europeas y estas).
Sin
ser muy tremendista, ¿cuántos votos podrían conseguir entre todos ellos? ¿2,5
millones de votantes? (estimando a la baja la capacidad de seducción de estas
formaciones) Estamos hablando de los mejores resultados de IU en toda su
historia. Nada despreciable.
¿Y ahora qué?
Pues
ahora creo que es tiempo de acojonarse un poco y reflexionar un mucho. El
fascismo camina suelto, recién engominado, con zapatos nuevos y lustrados sin
que nadie esté haciendo algo de verdad por pararle los pies. Si bien es cierto
que la irrupción de PODEMOS pudiera ser un bálsamo ante esto, su éxito depende
en gran medida de tres cosas: carisma, la cuota mediática de su líder y el
discurso de regeneración democrática. Exactamente lo mismo que Ciudadans
(Albert Rivera) o UPyD (Rosa Diez).
Está
claro que estas formaciones no son para nada iguales, nada tienen que ver. Al
menos PODEMOS nada tiene que ver con los otros dos. Sin embargo, desde que
Pablo Iglesias anunciase su candidatura, la profundidad (y radicalidad) de su
abanico argumental ha ido relajándose progresivamente. No estoy poniendo en
duda su ideario, pero proyectar el discurso de regeneración democrática y de
radical demócrata (burguesa) es tan rentabilista como volátil.
Que
no se me entienda mal. PODEMOS ha conseguido mucho en muy poco tiempo, pero el
discurso mediático usado en los últimos meses (en medios de masas, no en la
Tuerka o Fort Apache) se fundamenta en determinantes tan vacíos como los que
maneja Albert Rivera o Rosa Diez. La gran pregunta es: ¿será capaz la gente de
distinguir entre el discurso de izquierda de Pablo Iglesias con el de Albert Rivera?
Sinceramente no tengo una respuesta clara ante ello. Lo único que tengo claro
es que lo que le soba al fascismo es dinero, o gente con dinero que les apoye.
Y eso significa amplios espacios mediáticos y el poder de silenciar a quien
quieran.
No
se puede renunciar a un “intachable” pasado euroescéptico como se ha hecho.
Recordemos que IU fue la formación que se opuso (en solitario) a la OTAN, a la
inclusión en la UE y al tratado de Maastrich (entre otras cosas) a pesar de la
presión mediática y fáctica existente. Sin embargo en estas elecciones nos
hemos encontrado a un candidato contundente pero de perfil europeísta y a una
sindicalista crítica pero suave y conciliadora en sus intervenciones.
Para
finalizar creo que deberíamos recordar lo que Wallestein y Marx dijeron en su
momento para repensar lo hecho y mejorarlo. Claro está que no vamos a asaltar
el palacio de invierno, pero, sin fuerza discursiva o profundidad en el
argumentario, cavamos nuestra propia tumba. Al fin y al cabo, estamos acostumbrados a identificar
el fascismo con Franco: un ser bajito, cabrón y con mala baba que repartía
crueldad allí por donde alguien levantaba la cabeza. Se nos olvida sin embargo
el origen del fascismo, poco hablamos de Primo de Rivera (mejor en otra
entrada). Poco recordamos la capacidad de seducción y motivación colectiva que
produce el fascismo.
No
quiero ser pesimista pero, salvo unamos marketing y profunda carga ideológica
en nuestro quehacer político y nuestros discursos, una vez más, sí pasarán.