Estamos acostumbrados a entender
la violencia de una forma muy simple. De un modo en el que paz y violencia son
estados absolutos y contrapuestos. Así, la palabra "Paz" es empleada
tanto por ingenuos como por aquellos que confunden la ausencia de violencia con
la paz y no comprenden que el trabajo para construirla no está sino a punto de
comenzar cuando acaba la “violencia”.
También es empleada por aquellos menos ingenuos que saben todo eso y no quieren
que el trabajo se inicie. De ese modo, la palabra "Paz" logra
convertirse en un eficaz obstáculo para lograrla.
Trataremos analizar y explicar la violencia y los
conflictos desde una perspectiva más profunda y cercana a la realidad. Haremos
este recorrido de la mano de uno de los más importantes teóricos, el sociólogo Johan
Galtung (Oslo, 1930) y su teoría de conflictos.
Conflictos y violencia
Los conflictos son situaciones de
disputa en los que hay contraposición de intereses, necesidades y valores. No
debemos confundir conflicto con violencia puesto que hay conflictos que pueden
resolverse sin el uso de la violencia, aunque no es posible que haya violencia
sin conflicto. La violencia es un fenómeno social, que se aprende y por tanto
también se debería poder desaprender. Por tanto, no se debe pretender eliminar
los conflictos, puesto que estos son positivos en tanto que son oportunidades
de transformación; se debe luchar a favor del no uso de la violencia para
resolverlos.
Así, la violencia, puede ser
entendida como el uso o amenaza de uso de la fuerza o de potencia, abierta u
oculta, con la finalidad de obtener de uno o varios individuos algo que no
consienten libremente o de hacerles algún tipo de mal (físico, psíquico o
moral)
Los conflictos, por tanto, son naturales a las relaciones humanas y positivos en tanto que implican un cambios. Bien gestionados, pueden ser una excelente herramienta pedagógica. Ahora bien, esto implica un trabajo, tanto de enseñar como de aprender a gestionar los conflictos. El problema con el conflicto empieza cuando las necesidades de dos o más personas/grupos son antagónicas, puesto que esto genera una crisis, difícil de resolver. Por eso, hay que poder abordar el conflicto antes de que llegue a la crisis (violencia).
Sin embargo vivimos sumidos en la cultura de la violencia. Es decir, desde pequeños somos bombardeados con estímulos y vivencias en las cuales los conflictos son reprimidos, silenciados o resueltos mediante algún tipo de violencia. De este modo, la autoridad absoluta parental, de la policía, del jefe en el trabajo y de las diferentes formas de poder, nos sumergen en el aprendizaje de la violencia (en cualquiera de sus formas) como la solución normal ante estas situaciones. Esto nos impide, salvo que desaprendamos, usar las estrategias adecuadas para solventar los conflictos tanto si somos las víctimas, como si somos los causantes de esa violencia.
La violencia directa o violencia visible
No toda la violencia que existe
es percibida del mismo modo ni con la misma facilidad. La violencia, según
Galtung, es como un iceberg, de modo que la parte visible es mucho más pequeña
que la que no se ve. En realidad, aunque estamos rodeados de violencia por
todas partes solo señalamos como violento aquello que tiene que ver con las
conductas y que, por tanto, es visible. Es la que realiza una persona y quien
la sufre es un ser vivo (o institución) dañado o herido física o mentalmente.
También nos referimos a un abuso de autoridad cuando alguien cree tener poder
sobre otro, acto que sucede generalmente en las relaciones asimétricas.
La violencia directa tiene como
principal característica diferenciadora que es una violencia visible en lo que
se refiere a muchos de sus efectos; básicamente los efectos materiales. Sin
embargo, también es cierto que algunos efectos aparecen más o menos invisibles
(odios, traumas psicológicos, sufrimientos, concepciones culturales como la de “enemigo”)
y, aunque son igual de graves, no se suelen considerar tan importancia como los
efectos materiales.
Aunque sería muy común pensar que
la violencia directa es la peor de todas las violencias, puesto que es la más
conocida, no es cierto ya que esta es visible, por tanto más fácil de
identificar y de actuar contra ella. También, este tipo de violencia es la
manifestación de algo, y no el origen. Es precisamente en los orígenes donde se
deben buscar las causas y atacar para derrocarlas. La violencia directa no mata
tantas personas como las otras dos (cultural y estructural).
De este modo, habitualmente,
calificamos solo como violento a la violencia directa y la entendemos como
única. Al no entender que tan solo es el síntoma visible de la no resolución de
los conflictos y violencias invisibles impedimos la resolución pacífica. Sería
algo así como si acusáramos a un esclavo que se rebela contra su amo obviando
mirar la injusticia que vive o las cadenas que porta.
La violencia no visible: la violencia estructural
La violencia estructural está
originada por todo un conjunto de estructuras, tanto físicas como
organizativas, que no permiten la satisfacción de necesidades humanas básicas
(supervivencia, bienestar, identidad o libertad). Esta es la peor de las tres
violencias (cultural, directa y estructural), porque es el origen de toda
violencia, es la que más mata y como es muy complicado distinguirla es difícil
luchar contra ella.
El término violencia estructural supone la existencia de un conflicto entre dos o más grupos sociales (normalmente caracterizados en términos de género, etnia, clase, nacionalidad, edad u otros) en el que el reparto, acceso o posibilidad de uso de los recursos. Este conflicto es resuelto sistemáticamente a favor de alguna de las partes y en perjuicio de las demás, debido a los mecanismos de estratificación social.
Se consideran casos de violencia estructural aquellos en los que el sistema causa hambre, miseria, enfermedad o incluso muerte, a la población. Son ejemplos los sistemas cuyos estados o países no aportan las necesidades básicas a su población. Está representada por las numerosas situaciones de injusticia que se observan: mientras unos/as comen y beben en abundancia, otros/as revuelven en la basura, no tienen qué comer, piden limosna, etc. Otros ejemplos claros de Violencia Estructural los encontramos en el Apartheid, en el hambre mundial, en el patriarcado, en las dictaduras o en el sistema económico y jurídico internacional que empobrece continuamente a los países del Sur, en beneficio de los del Norte.
Supone en definitiva el ejercicio del poder de un grupo sobre otro (sin el consentimiento del sometido) sin la necesidad de la violencia directa ya que, previamente, se ha apoderado de la “normalidad” social mediante la violencia cultural.
La violencia no visible: la violencia cultural
Esta forma de la violencia hace
referencia a aspectos de la cultura que la legitiman a través del arte, la
religión, la ciencia, el derecho, etc. Se define como una violencia, simbólica,
que “se expresa desde infinidad de medios (simbolismos, religión, ideología,
lenguaje, arte, ciencia, leyes, medios de comunicación, educación, etc.), y que
cumple la función de legitimar la violencia directa y estructural, así como de
inhibir o reprimir la respuesta de quienes la sufren, y ofrece justificaciones
para que los seres humanos, a diferencia del resto de especies, se destruyan
mutuamente y sean recompensados incluso por hacerlo”.
Así, por ejemplo, se puede
aceptar la violencia en defensa de la fe o religión (yihadismo), en defensa del
orden establecido (represión policial) o en defensa de la idea occidental
(guerra contra el islamismo por parte de EE.UU.)
La violencia cultural se utiliza
para lograr la aprobación de posturas fanáticas en lo religioso, en lo
económico, en las relaciones de género, en las relaciones con la naturaleza,
etc. Se basa en un amplísimo entramado de valores que asumimos continuamente
desde pequeños y que luego se refuerzan con las normas legales de la sociedad
para inculcarnos una cultura opresiva, acrítica y delegadora. Nos prepara también para
la colaboración pasiva y/o activa con estructuras injustas e insolidarias.
Por tanto, es problemático luchar
contra este tipo de violencia, puesto que la violencia cultural de nuestra
propia sociedad (cultura de la violencia) nos acerca a la idea profunda de la
visión negativa de los conflictos, de nuestra visión simple, miedosa e impuesta
de la paz, con lo que encontrar alternativas a la manera de vivir y de actuar
queda reducido y poco.
Como ejemplos de violencia cultural
encontramos: el de una religión que justifique la realización de atentados, la
legitimidad otorgada al Estado para ejercer la violencia, el machismo, los
conceptos que sirven para justificar la violencia, la injusticia y la pobreza
que se representa a través de las actitudes de "los ricos" que asumen
la situación como normal y continúan haciendo su vida como si nada ocurriera.
Resumiendo, la violencia cultural
es el sustrato donde florece la violencia estructural. La legitima, la contextualiza
y le proporciona “la normalidad” para que el ejercicio de la violencia
estructural no precise de violencia directa.