jueves, 17 de febrero de 2011

Suomen yksi päivä – toinen osa (Un día finlandés – segunda parte)

               A medida que terminaban de engullir el plato de la mesa cada miembro de la familia cogía un sitio en torno a la televisión para ver la serie de moda aquí. No recuerdo muy bien el título pero básicamente era una especie de Doctor Mateo y Los Serrano pero en Laponia. El padre médico (¿cómo no? No iba ser carpintero) la madre policía (las amas de casa no se llevan) y la hija con problemas de anorexia y drogas (las empollonas sin hermanos cafres… tampoco molan aquí). Vamos una trama de las de toda la vida y que en estos lares también triunfa. Después de 40 minutos viendo la serie, y no entendiendo nada, mi profesora me comenta que imparte unas clases de gimnasia (tipo aerobic pero algo más exigente) para la gente del pueblo. Así que para allí nos fuimos. El colegio donde se hacían las clases estaba a unos dos kilómetros y medio, ¿Cómo creéis que fui?

                Resulta que el hermano mayor se había comprado hacia poco una moto de nieve por que la que tenían corría poco, así que como tenían dos, mientras mi profesora iba en coche el hermano mayor se subía en su moto y el pequeño (que aun no tenía ni 17 años, pero que ya había corrido un rally regional) se montó en la moto conmigo de paquete. Fue espectacular, de verdad una experiencia para vivirla. No sé exactamente a cuanta velocidad puso la moto, pero íbamos muy rápido. Además como no íbamos por ninguna pista forestal, sino que surcábamos la nieve campo a través, dimos varios saltos y cogimos algún que otro socavón: impresionante.

                                Aqui me teneis haciendo el mono con la moto. Por mirar a la cámara casi me como una señal... pero mereció la pena.

                Acabado la clase de gimnasia y con los espaguetis peleándose por salir de mi estómago. El hijo pequeño me dice: coge tú solo la moto que así es más divertido. Y lo fue, pero casi me mato. Vale que me dejaran un casco, vale que me dejaran un mono bastante chulo pero el que es tonto es tonto. Resulta que la palanquita aceleradora está en la derecha y el freno en la izquierda. ¿Qué pasó? Pues resulta que iba yo todo confiado y me dije ¿Haber cuanto corre esto? Y todo esto de noche por supuesto, que no se ve un pimiento y lo hace todo mucho más seguro. El caso es que iba a 70 km/h un poquito acojonado cuando vi un socavón importante así que frené instintivamente. Tan instintivamente que apreté con todas mis fuerzas la palanca derecha (como en las bicis la derecha es el freno de atrás…) la moto pegó un tirón increíble, salté el socavón como si llevara toda la vida haciéndolo, y cuando aterrice hice lo más lógico en estos casos de pánico donde la estupidez humana llega a su máximo esplendor, solté las palancas cerré los ojos y esperé a que se frenase solo. No es que esté orgulloso de ello… pero os juro que vi al señor de las guadañas observándome en la distancia.
               
                Cuando llegué a la casa era tiempo de sauna, así que toda la familia y yo a la sauna que nos fuimos. Era una sauna tradicional, de las de humo. Había oído hablar antes de ella pero nunca la había probado. Lo cierto es que es verdad lo que dicen, el calor es diferente. No sabría realmente explicar el porqué, pero en una sauna de leña tu cuerpo coge el calor de manera más… relajada. Esa sensación de quemazón que produce echar agua en una sauna eléctrica no se produce en las de leña y lo hace mucho más relajante y placentero. Lo que más me gustó de todo el día (junto con la moto de nieve) fue algo que los finlandeses no lograron entender: el cielo.


                         Por supuesto es una imagen sacada de internet, pero para los que nunca habeis estado mas o menos, esto es una sauna
                

                En toda mi vida nunca había visto un cielo tan despejado y lleno de estrellas. Las luces urbanas más cercanas estaban a más de 4 kilómetros detrás de unos árboles y la ciudad más cercana a unos cincuenta por lo que se podía ver TODO. No sé muy bien que vi porque de astronomía no tengo ni idea pero era un espectáculo grandioso. Sin embargo los finlandeses al verme no salían de su asombro. No entendían como podía impresionarme tanto algo que para ellos es normal. Es una de esas cosas que te hacen pensar ¿Cuánto tiempo hacia que no miraba al cielo? Tampoco me voy a poner profundo ahora pero es algo triste tener el mismo cielo y no poder verlo por culpa del “progreso”. Después de la sauna y de ver como se revolcaban desnudos por la nieve (yo no me atreví) y que se enfriaran nuestros cuerpos (yo me enfrié al aire, a -6 grados me pareció suficiente temperatura como para probar además la nieve) Volvimos a la casa para dormir ya que al día siguiente era día laborable.

En conjunto el día fue increíble. No solo me desprendí de tonterías e ideas que tenía sobre como son los finlandeses sino que comencé a entender porque a los finlandeses les gusta tanto irse al campo, pasar sus vacaciones rodeados de arboles vegetación y nada más. Su hospitalidad y amabilidad aún no hablando el inglés (la mayor parte de la familia no lo hablaba) fueron insuperables. Cada día que pasa me gusta más esta gente, en general son mucho más hospitalarios y agradables que nosotros… solo hay que entender su forma de ser.

miércoles, 16 de febrero de 2011

Suomen yksi päivä (Un día finlandés)

                Una de las cosas que se oyen sobre los escandinavos es su frialdad. Desde el momento en el que decides venir hacia aquí mucha gente de tu entorno de una forma o de otra te previene de lo que ellos piensan que te vas a encontrar aquí. Es muy típico oír que son fríos, distantes y poco amigos de relacionarse en público y en cierta forma lo son, pero a su modo no como nosotros lo entendemos.

                Cuando llegué aquí me sorprendió cómo me acogió la universidad y cómo, poco después, me trataban en clase. Los finlandeses son callados, vergonzosos y les gusta mantener cierta distancia con las personas que se relacionan pero son extremadamente amables y hospitalarios. Sé que suena raro, y de hecho si me lo hubiesen dicho en mis primeras semanas aquí a mí también me lo hubiera resultado, sin embargo cuando llevas aquí un tiempo y conoces su forma de ser, cuando logras empezar a entender su forma de ver la vida te das cuenta de que lo que te han contando no es cierto. Comienzas a darte cuenta que suelen ser muy educados y que si se lo pides te ayudan en cualquier cosa. No es común, en cambio, que se ofrezcan ellos solos (son muy vergonzosos) pero esto no significa que no quieran ayudar. 

                Hace unas semanas mi profesora de prácticas me invitó a comer a su casa. Yo bastante extrañado ante esta invitación la rechacé lo más escusadamente posible ya que me parecía algo bastante extraño. Pero la invitación siguió hay día tras día, hasta que tuve que aceptar. Antes de que penséis que mi profesora estaba un poco loca (aunque un poco quizá sí que lo estuviera) he de decir que la relación alumno-profesor en Finlandia es mucho más estrecha que en nuestro país (ya os lo explicare en algún otro post)



                              Estos son los arboles tipicos de aqui, perdonad que no salgan enteros pero es que son enormes los jodios.


                Llegó el famoso día y después de la práctica me llevo en coche hasta su casa. Vivía en un pueblecito de no más de 80 habitantes en torno al lago Pyhäjärvi en el interior muy cerca de Ulvila a unos 50 kilómetros de la ciudad. Ella, que se hacía todos los días ese recorrido para ir a trabajar, no entendía muy bien mi cara asombrada. Todo eran arboles enormes y vegetación solo interrumpida por una carretera estrecha y serpenteante llena de nieve y grava que tenía continuos cambios de rasante: era como ir por una carretera de rally. 

                Al llegar a la casa me di cuenta que el pueblo consistía en múltiples casas de dos alturas esparcidas por un inmenso páramo casi sin árboles donde todo eran campos de cultivos ahora ocultos por la nieve. Alrededor de la casa había unos tres turismos, dos tractores una especie de cabaña garaje donde unos chavales arreglaban otro coche, varias motos y una montaña de troncos de árboles cortados en pedazos. Mi primera impresión fue como la de una película mala de tele 5 por la tarde: típico yankee urbanita que llega a un área rural llena de red necks” donde todo es estrambótico, nada más lejos de la realidad.


Minne menetkin, näetkö (Allá donde fueras haz lo que vieras)


                Tras las presentaciones de rigor, me invitaron a pasar a su casa y dejar mis cosas. Me dieron un par de esquíes y dos bastones y… ¡hala, a esquiar! Aún no os lo he contado pero si hay algo que les encanta a los finlandeses es el esquí de fondo. Siendo sincero, no le encuentro la gracia. Vale que esquiar es divertido, pero es divertido cuando bajas cuestas no cuando además de andar por terreno llano de vez en cuando tienes que subir repechos. Así que puse buena cara y traté de esquiar lo mejor que pude (otro día os explico mi relaciona amor odio con el esquí)

                Se nos hizo de noche (cosa que agradecí) así que tras hora y media besando nieve con la cara decidimos que lo mejor era comer algo para cenar. La planta baja de la casa era de un solo habitáculo presidido por una enorme estufa de leña que servía de horno tipo italiano, tenía un habitáculo para horno europeo (que no usaban) y unas tuberías vistas que subían a la planta de arriba y calentaban las habitaciones. La cocina, comunicada por el comedor, destacaba por su desorden: no es una parte fundamental en la vida finesa. El salón, como el de la mayoría de los europeos, giraba en torno a una gran televisión pero dejaba espacio suficiente para el esparcimiento. Más allá de los sofás, a mano izquierda había una mecedora biplaza con un revistero y útiles de ganchillo a su lado. A la derecha y en curiosa relación con las escaleras de subida había una maquina de correr y una bicicleta estática. La decoracion no era muy profusa, eso si, todo estaba hecho en madera. Le daba un aspecto acogedor aunque muy diferente a lo que seria nuestra forma de entender lo acogedor. Por poner un ejemplo no había cortinas y apenas cuadros decoraban una sosa pared monocromática.




Cuando todavía no estaban todos en la mesa comenzaron a servir la cena y a… la palabra es engullirla. Aún no os he hablado de la gastronomía finlandesa así que no os daré muchos detalles, sólo os diré que cuando estás en un sitio extraño no puedes andarte con remilgos ni descortesías así que, si te ponen spaguetti con kétchup o una especie de bocadillo de pan sabor a regaliz con mantequilla lonchas de queso graso y rodajas de pepinillos en vinagre por encima hecho con todo el amor del mundo… te lo comes con una sonrisa de oreja a oreja aunque por dentro eches de menos que Arguiñano no tenga videos con subtítulos en finés.
            
          Lo que vino después os lo contare en el siguiente post que este me está quedando muy largo y tampoco quiero aburriros

martes, 15 de febrero de 2011

Ystävänpäivä (San Valentin)

            

          Una de las cosas mas divertidas en ocasiones y aterradoras en otras de irse a un país totalmente desconocido para ti es que no tienes ni idea de su legado cultural. Por supuesto que antes de llegar te informas y te previenes de como funcionan las cosas pero llega un momento que te relajas. Y te relajas por que comienzas a entender que todo es diferente: se hacen bocadillos de queso y mantequilla y se rebozan en la nieve en pelotas después de la sauna. Lo curioso viene cuando las cosas que das por hecho que son iguales para todo el mundo no lo son tanto. Son tonterías pequeñas cosas que te hacen sonreir y recordar tu país de origen. Una de esas cosas a sido San Valentin.

            Esta claro que por muy finlandeses que sean beben Cocaola como todo el resto de Europa y les encanta comerse una hamburguesa o su cuidad esta poblada de Kebab's, por que San Valentin iba a ser distinto? El caso es que yo me levante por la mañana para ir a clase y nada más llegar todo el mundo se felicitaba San Valentin (incluso la profesora) Al principio la cosa era un poco extraña pero comprensible: el Corte Inglés habia invadido con sus tentáculos Finlandia y les había comido a todos el coco.

           La cosa se tornó algo extraña cuando en la pausa para café se acerco una de las finlandesas y me felicitó San Valentin con un apretón de manos cercano tipo abrazo mirandome a los ojos, diciendome algo asi como eres mi Ystävänpäivä. Y claro como todo macho iberico en una ocasión así tu cerebro empieza asociar ideas y llega a la conclusión las lógica (para nosotros) HE PILLADO CACHO!  Minutos más tarde me crucé con mi monitora y y ocurrió algo muy similar pero aún mejor: como ella y yo si que nos conociamos más y teniamos mas confianza lo suyo fue un abrazo franco y afectuoso. Y claro mi cerebro volvió ha hacer otra espectacularmente rapida asociacion de ideas llegando a la conclusión más lógica de todas: ERES EL PUTO AMO!
          



          Pero justo un instante depués ya me sonaba todo muy raro. Dos chicos de la misma mi clase me dijeron lo mismo y yo, iberico de mi, me mostre estupidamente frio con la sonrisa forzada y mi cerebro burbujeante de tanta asociacion de ideas solo repetía...PERO QUE ESTA PASANDO AQUI!

         Al final resulta que para los fineses San Valentín o como ellos lo llaman Ystävänpäivä, es el día de los amigos. Estos pobres me estaban mostrando su amistad, los supuestos "fríos y cerrados" .De hecho algunos, los más cercanos, quedaron para cenar en el centro de la ciudad eso sí, sin intercambiarse más regalos que la buena compañía. En las cafeterías de la universidad con cada café te regalaban un bombón de chocolate y muchas tiendas y restaurantes ofrecían importantes descuentos a sus clientes mas habituales: Una autentica exaltación de la amistad

          Y es que al final va a ser verdad lo que dicen muchos erasmus cuando vuelven: aunque vayas sin boina se sigue viendo a kilometros que eres parte del universo vente pa' españa Pepe!





viernes, 11 de febrero de 2011

Aikataulut (Horarios)


                Cuando viajas a otro país es normal que ciertas cosas te resultes extrañas, diferentes o simplemente que te cueste adaptarte a ello. Cuando apareces en Finlandia te quedas con la sensación no sólo de que ellos sean diferentes sino que aunque quieras y te adaptes tu cuerpo se comporta como le da la gana.
               
                 Lo primero de todo (y lo mas subjetivo seguramente) es la luz. Aquí la luz es diferente. Como en todos los pueblos de este ancho planeta por supuesto que hay sol y se ve cuando andas por la calle pero en realidad aquí el sol hace lo que le da la gana. Para empezar aquí el sol no trabaja: está. Tu le ves hay a los lejos, apenas se levanta un palmo del horizonte y se marcha. Más que amanecer… recula. Y es que aquí no sale o se pone el sol, se ve que en su inmenso recorrido por la tierra en Finlandia debe tener una chicán. Y si crees que va a mitigar las temperaturas durante su triste recorrido vas listo. No he hecho la prueba pero estoy convencido que con este sol de circunstancias necesitas una lupa del tamaño de un coche para poder quemar un papelillo.


                     Esta es la ribera del rio a las una y media dos de la tarde mas o menos de mediados de enero. Al ojo humano aun parece más oscuro que con la camara por lo que estando alli la grúa aún se vería con menos claridad


 Amanece a eso de las 9.30 o 10 de la mañana a primeros de enero, lastimoso, perezoso que parece que no vaya a terminar de despegarse del horizonte nunca y cuando lo consigue, a eso de las 12 o 13 ya agotado del esfuerzo torna en anochecer y desaparece por completo a eso de las 15 -16 horas. Por supuesto que según avanza el año los días cada vez son más largos y la sensación de vivir en una noche perpetua desaparece pero las dos o tres primeras semanas es horrible. Vives en una penumbra continua. Y tu cuerpo se comporta como con jet-lag permanente. Te sientes medio abatido, cansado, con ganas de dormir todo el día. Y cuando llega la noche sin sueño. Al principio yo cometía el error de echarme una siesta corta para mitigar el cansancio de no hacer nada que tenía. Pero luego era imposible dormirse a una hora normal por la noche.

El otro problema que hay y que ayuda poquísimo es los horarios de los fineses. Estan locos. En serio esta gente tiene algún tipo de trastorno psicoconductual porque lo suyo no es normal. Se levantan a una hora relativamente prudente: entre las 6 y las 7 de la mañana dependiendo si tienen que viajar mucho hasta su trabajo (la actividad comercial  comienza a las 8 de la mañana). Comen entre las 10.30 y las 12.30 pero en realidad a las 12.30 comen los cocineros cuando ya no queda nadie en el local. Y lo mejor de todo es que te miran con cara de asombro cuando llegas sobre esa hora. Una mirada tipo… ¿Pero porque no has venido antes si llevamos aquí desde las 10.30?

Así a priori se podría pensar que hacen un desayuno ligero para poder comer… pero no. Desayunan una barbaridad y lo más sorprendente es que tienen mucha costumbre de llevarse un panecillo, una especie de bimbo con parte del desayuno o un yogurt y fruta para comérselo mientras se toman el café nada más llegar al trabajo, vamos un re-desayuno. Aquí la típica conversación mañanera de bar de ponme un con leche manolo a toda pastilla que tengo el coche en doble fila no se estila. 

                          Este es una especie de pan que se llevan para redesayunar (que por cierto esta buenissimo) que dentro tiene una especie de puré de arroz con huevo y harina. Lo malo que le untan mantequilla para comerselo y para mi gusto... lo estropean


Lo que no termino yo de entender, y mira que lo intento es la cena. Aquí se cena a las 4.30 las 5 no mas tardar. El que cena a las 6 suele ser el pringao que sale tarde de trabajar y por ende cena solo en su casa ya que aquí las familias no esperan. Y se meten en la cama a las para las 22 ya están todos durmiendo. Y aquí es lo que no entiendo: entre las cuatro y las diez… ¿NO TIENEN HAMBRE? Pues parece ser que no y que antes de dormir se toman el universal vaso de leche con galletas, un pis para no cortar le sueño y a la cama.

Como veis esto de adaptarse es una jodienda. Me pasado un mes comiendo sin hambre y forzándome a comer muchas veces porque si apuraba quince minutos más me quedaba sin nada. Con el tiempo el cuerpo se me ha adaptado mejor y ya no lo noto tanto. Cierto es también que con las grandes nevadas que hubo hacia la segunda semana la luz, aunque escasa, refleja en la nieve haciendo las calles bastante más luminosas de lo que realmente son. De hecho para los fineses la peor estación del año es el otoño y no el invierno como supondríamos. Hace frio pero aún llueve y al no haber nieve en las calles los días, según dicen, son oscuros y sombríos. Como veis… siempre podría ser peor.