jueves, 8 de noviembre de 2012

Aprendiendo una vez mas de Pablo Iglesias

           Es una pasada para alguien como yo, acostumbrado a creer que esta loco porque nadie entiende lo que dice y lo que plantea, darse cuenta que o bien no esta tan loco, o bien hay alguien tan loco como uno mismo. Ni me creo que tan culto como Pablo Iglesias ni tengo tantísimos conocimientos sobre historia y política como él, pero que un profesor de universidad diga punto por punto (él con muchos mas argumentos) lo que llevo diciendo mas de un año y medio es un descanso y una alegria brutal. Desde luego me sumo a la estrategia "La Tuerka", me sumo a ocupar los espacios mediaticos estrategicamente y a construir un discurso desacademizado y desprovisto del polvo rancio de la izquierda dinosauria, por mucha razón que esta tenga.




lunes, 5 de noviembre de 2012

Ecos escandinavos y nacionalismo



En primer plano la bandera de las islas Aaland (donde mas sueco se habla),
en medio la de Finlandia y detras la de Suecia

         Como todos los años, cada 6 de noviembre, se celebra en Finlandia el día de lo sueco. Se conmemora así que ese mismo día del año de 1632 se fundara el imperio sueco. Suecia mantuvo los territorios de Finlandia bajo su dominio 700 años hasta que los perdió en 1808 a favor de Rusia. Debido a esto la influencia de la cultura sueca es muy importante en el país lo que origina que actualmente un 5% de la población hable sueco como idioma materno y sea cooficial en todo el territorio obligando a todo finés a aprender el idioma desde la enseñanza básica. Como es lógico tras la independencia finlandesa de 1917 y la guerra civil, que ganaron “los blancos” (derecha liberal) a los rojos (socialistas pro Rusia), las tensiones políticas (y no tan políticas) entre sueco parlantes y fines parlantes aumentaron notablemente. Sin embargo durante la segunda guerra mundial tanto sueco-parlantes como suecos voluntarios lucharon contra Rusia primero y los Nazis después aliviando por completo las tensiones[1]. Si a esto le sumamos las aportaciones suecas a la reconstrucción de un país devastado por la nefasta gestión liberal tras la guerra y los conflictos armados, hoy podemos entender como el país puede celebrar con normalidad el día de lo sueco.

        Después de más de sesenta años de convivencia parece que a celebración de este año será distinta. Según me cuentan mis amigos finlandeses, en los últimos tiempos, y con el ascenso del partido ultraderechista Verdaderos Finlandeses (Sannfinländarna) los debates sobre la cooficialidad del sueco y la obligatoriedad de su estudio en las escuelas esta algo más que cuestionado. Por lo que parece desde los medios e incluso la YLE (cadena pública) cada vez se producen más discursos que rozan la demagogia en una población de por sí muy nacionalista. No es que debatir sea malo, desde hace años es un debate permanente en sectores de la población y ha sido debatido muchas veces en el parlamento, el problema es que comienza a alterar la normal convivencia entre comunidades que antes de la crisis y el giro político hacia la ultraderecha no se producía. Convivencia entre iguales ya que, sueco parlantes o no, ambas comunidades son netamente finlandesas y su historia y cultura y religión son análogas.

        Esto que está ocurriendo en mi querida Finlandia me recuerda enormemente lo que ocurre hoy en el país. Me parece lógico y normal el justo derecho de autodeterminación de los pueblos y, por encima de todas las cosas, la legitimidad democrática de las resoluciones políticas, sean estas para emanciparse de un país o de cualquier otra índole. El problema que yo veo es que, al igual de lo que ocurre en Finlandia, las estrategias partidistas y los intereses privados se camuflan de conflicto político en un ataque de falsa bandera. No se está poniendo sobre la mesa la conveniencia o no de separarse de un país, se está utilizando como escusa para montar un cortijo con los intereses de una oligarquía de poder.

      La separación de cualquier país supone un cambio fundamental a muchos niveles. No se trata únicamente de un nuevo marco legislativo para cuatro empresas, como pretenden los jefes de Artur Mas, ni tampoco una simple libertad lingüística, como enarbolan algunos ciudadanos. Es un cambio de estructura social, cultural, económica y jurídica. Es en definitiva remodelar las formas organización interna de la hoy comunidad autónoma. Es la posibilidad de construir un país desde cero, algo así como lo que la mayoría de los trabajadores creyeron estar haciendo durante la mal llamada transición y, muy a mi pesar nuestro, la historia tiene pinta de volver a repetirse.

        No basta con preguntar si uno se quiere separar o no de España. Hay que preguntar qué modelo de sociedad se quiere, con que disposiciones económicas, garantías sociales y jurídicas, derechos civiles, posición geopolítica… un solución verdaderamente democrática en definitiva. ¿De qué sirve separarse de un país corrupto donde la democracia brilla por su ausencia y el trabajador soporta las consecuencias de la inconsciencia del capital para construir otro país que funcione igual? ¿Acaso la masa obrera, el ciudadano de a pie no tiene nada que decir sobre su modelo de sociedad? ¿Acaso basta con dar un cheque en blanco al primer iluminado que enarbole la bandera de la independencia con posibilidades de conseguirla? Así solo conseguiremos romper una convivencia, hasta ahora normalizada, para no lograr un verdadero cambio en la vida de quien soporta el país: las manos y mentes de sus trabajadores.

        Aquí en Euskadi la cosa no pinta mejor. Resulta que para la próxima huelga general los sindicatos nacionalistas mayoritarios, ELA y LAB, han decidido no responder a la llamada de todos los sindicatos tanto nacionales como europeos. ¿Qué sentido tiene enfrentar a los trabajadores? Nos estamos encaminando paulatinamente al crispamiento social y el enfrentamiento entre personas que deberían unirse. Le estamos haciendo el juego a las grandes fortunas y resto de oligarquías con nuestras pequeñas guerras internas. Ojalá se terminara la paz social con el objetivo conjunto de cambiar las cosas, ya nos disputaríamos después el modelo de estado. Estamos viendo como poco a poco se destruyen nuestros derechos civiles, seguridad jurídica, condiciones laborales y no nos ponemos de acuerdo para actuar. Preferimos alimentar las pretensiones de un partido político o de un sector económico… no fue así como nuestros tatarabuelos consiguieron el estado del “medioestar”.

         Y sí, tengo el gran defecto de no ser nacionalista, pero respeto profundamente el derecho de identidad y de legítima autodeterminación. Aún así no entiendo como la gente puede estar tan ciega. Existen los nacionalismos de izquierdas, pero son minoritarios (la misma izquierda abertzale ha girado brutalmente hacia la socialdemocracia y el centro izquierda). Recuerdo a quien lea esto que el nacionalismo es un movimiento político que nació durante las revoluciones burguesas, unos burgueses que hoy condicionan nuestras vidas y cercenan el plato de comida del resto. Hoy tanto en Finlandia como en España, partidos y oligarquías intentan por todos los medios dividir a la población alimentando las diferencias entre ellos. Llenan de pienso el cubo de unos y vacían el de otros para que se peleen por paja rancia y seca en lugar de unirse para luchar contra el yugo que los condena. Hoy seguimos viendo diferencias insalvables entre trabajadores pero no queremos ver las diferencias que tenemos con los ricos financieros.  

        Catalanas y catalanes, vascos y vascas, si queréis la independencia perfecto, en vuestro derecho estáis, pero no seáis tan ilusos o ilusas de conformaros con eso. No vendáis vuestro futuro a la oligarquía que pretende operar a su libre antojo configurando un marco legal propicio únicamente a sus intereses. Independizaros si así lo queréis, pero con la única condición de participar activamente en el cambio y diseño del nuevo territorio


[1] No olvidemos que Suecia, pese a mantenerse oficialmente como país neutral, fue un gran colaborador de los nazis. No solo por el apoyo logístico en el control del báltico, sino por el apoyo bajo mano de empresas y bancos a la causa