miércoles, 26 de enero de 2011

Sovittaa ovat itsenäisiä (reconciliarse con uno mismo)



Cuando eres pequeño, casi antes de saber que eres algo en el mundo comienzas a aprender. Al principio son sonidos palabras… pequeñas cosas. Te enseñan que esto es azul, eso rojo, eso es un gatito… ¿Cómo llevarles la contraria? Más adelante ya te planteas el mundo que te rodea y recurres a las personas que crees lo saben todo: tus padres. En algunos casos, como el mío, llegando a ser terriblemente pesado. El clásico niño por qué. Supongo que en mi caso mi padre se hartó pronto de satisfacer mi enorme curiosidad porque una de las cosas que recuerdo de mi infancia es que me enseño el uso de una vieja enciclopedia. Al fin había un sitio donde casi todas las respuestas tenían contestación (aunque era un autentico coñazo recurrir a ella). Poco después me planté en esa demencia senil temporal llamada adolescencia donde crees que nadie te entiende, que todas las respuestas a las preguntas que te haces son deprimentes y por su puesto crees que tus padres no tienen ni idea de nada. Y entonces empiezas a elaborar tus propias teorías sobre todo el mundo que te rodea y a intentar (ineficazmente) pensar como un adulto.

De pronto y antes de lo que te esperas llegas a bachiller y empiezas a tener que tomar decisiones simples pero que por primera vez afectarán realmente a tu vida: estudio o no, voy a la universidad o a un módulo, aprendo un oficio, ciencias o letras…etc. Al tiempo, claro está, cosas que tenias como lógicas dejan de serlo. En mi caso, por ejemplo, un genial profesor de filosofía (tristemente fallecido hace poco tiempo) el profesor Dueñas nos retaba a preguntarnos sobre la realidad y sus porqués. ¿Acaso esta silla es real? ¿Es lo que veo, o lo que me dicen cierto? Otros, como mi profesor de física, empezaban a decirnos que las matemáticas, eso que se nos vendía como algo seguro, científico, la verdad absoluta ya no lo era tanto: había llegado la física cuántica. Y por primera vez entendí realmente lo que es ciencia: una mera suposición de la realidad.

Con todo este batiburrillo de ideas, las hormonas aún revolucionadas y la esperada pero impuesta adultez llegas a la universidad y allí todo es diferente. Tus profesores ya no son simples maestros o licenciados, son doctores o expertos en el tema (si tienes suerte) o profesores que saben mucho de la materia y han hecho muchos méritos para estar allí (si no la tienes). De pronto todo ese relativismo, toda esa invitación a pensar, esa exaltación de las capacidades intelectuales y de la curiosidad más ferviente se da de golpe con el conocimiento: esto es así porque yo soy el que sabe y punto. Por supuesto que los profesores te invitan a reflexionar (las preguntas que quieren que les hagas) y fomentan la participación en clase (siempre y cuando le hagas preguntas a su juicio “razonables”)



Más tarde superas las barreras de la pura teoría y te sumerges de lleno en la vida prelaboral, comienzas las prácticas. Allí te encuentras que la gente no solo es experta en la materia sino que te argumentan que ellos saben aún más que tus profesores porque ellos trabajan diariamente con pacientes mientras que los otros “hace años que perdieron mano”. La mejor parte de esto es que por primera vez empiezan a tratarte como un igual, como un adulto. Comprenden perfectamente que tengas dudas y que te equivoques, lo que te da mucha confianza hasta que llega la fatídica pregunta: ¿POR QUÉ?

Unas veces porque no hay tiempo y les retrasas, otras porque en ese momento están haciendo algo mas importante y otras simplemente “porque esto es así”  acabas callándote muchas de las cosas que piensas o que se te ocurren. Dejas de utilizar tu imaginación y tu lógica para encajonarla y adaptarla a lo que se espera de ti: que trabajes sin cobrar. Lo más que puedes conseguir es una carcajada del que escucha o un… eso es imposible. Cuando por fin consigues terminar tus estudios eres un recién diplomado con un montón de conocimientos que unos sabios te han metido en la cabeza y otros, más resabidos aún, han conseguido que automatices a base de hacer su trabajo.

Osoittaa itse  (Demostrar lo que vales)


                Ya has conseguido tu primer empleo y estás exultante. Es el momento de la verdad dónde tienes que darlo todo y ser el mejor profesional en tu campo (como te han enseñado antes) hasta que te topas con tus compañeros. En pocos días tienes que demostrar que estas a la altura y que eres capaz de sacar el trabajo adelante. Los pacientes pasan de ser tu objetivo único y fundamental a ser esa cosa que entorpece tu labor cada vez que habla, la que te entretiene y no te deja terminar de hacer la tarea al mismo tiempo que tus compañeros, que lógicamente, te “esperan” tomándose un café a risotada limpia. En el fondo te ayudan “así coges el ritmo, pero si necesitas algo pide ayuda” dicen, otras veces para consolarte: “si dudas de algo ¡LO QUE SEA! Pregunta y NO LA CAGUES y por supuesto hazlo como mejor te parezca pero NO TOQUES MIS PACIENTES… no sea que me mates a alguien” (esto no te lo dicen pero lo piensan). Vuelves a casa y lloras.

                La única forma de sobrevivir es imitando el comportamiento de la manada de profesionales expertos y con mano curtida y a poder ser no plantearte demasiadas cosas, o al menos solo las que son lógicas plantearse. Con el paso de los días, cuando descubres que no es para tanto y que puedes hacer “el trabajo”, empiezas a plantearte cosas a introducir modificaciones en tus rutinas y a pensar en la rutina general volviendo, de nuevo, al fatídico punto: ¿Por qué? Otra vez y para decepción tuya vuelves a darte de bruces con las risas, caras de estupor o de incredulidad del que te oye (que no escucha). ¿Cuántas buenas preguntas se quedan en este proceso? ¿Cuántas ideas autocensuradas no nos planteamos? ¿Cuántas veces hacemos las cosas sin saber realmente porque las hacemos? ¿Y si están mal lo que comúnmente se hace?
                - Los expertos dicen que esto es así
                - Te aseguro que Newton era un experto y sus matemáticas no funcionan en todos los sitios
                - Pero es que la ciencia dice que esto es así, está demostrado
                - La ciencia demuestra unas suposiciones a la espera de otras mejores
                - Que cosas más raras dices

                
 Uima alkupään (Nadar contracorriente)


                He de confesar que he sido muy tocapelotas, muy preguntón, siempre con el por qué en la boca. Aún callado sin decir nada casi siempre me he preguntado el porqué de la mayoría de las cosas, pero también me he autocensurado. Muchas preguntas que en su día me surgieron las deseché al instante por considerarlas estúpidas. ¿Cómo negar la realidad? ¿Por qué va estar todo el mundo equivocado? Nadar contracorriente es muy difícil, muchísimo. Tener una forma de pensar completamente distinta a la mayoría desgasta, quema, te consume por dentro. Dan ganas de dejarlo todo y dedicarte a algún trabajo monótono en el que no se pueda pensar mucho, solo por descansar: nadie te entiende. Los más allegados, tu familia lo intenta, pero sin conocimientos sobre salud… ¿cómo van a entender realmente la esencia de tus inquietudes? Por supuesto no digo que tenga la razón en todo, ni que sea un erudito. La mayoría de mis preguntas fueron tonterías sin sentido pero que por alguna razón me parecieron importantes en su momento (hoy ya he empezado a replantearme muchas de ellas). Solo pretendo dar a conocer que otro mundo, otra visión, otra forma de ver las cosas es posible y planteárselo en beneficioso para todos.
               
                Aún recuerdo el día que un compañero se cabreo mucho conmigo cuando le dije que yo no quería una plaza de funcionario y que me parecía un retraso para la profesión y un estorbo para el país. “¿Pero te estás escuchando las tonterías que dices? Medio país opositando, otro medio deseando poder pillar una plaza fija… ¿y tú no la quieres? ¡No me hagas reír! O el día que tome la decisión de no usar unas camas por no ser estas seguras… mi jefa echaba humo por las orejas cuando se enteró.  Por suerte por el camino encuentras algún profesional  que fue como tú pero se rindió y terminó “institucionalizándose” y te dice, en palabras de un genio como Henry Ford (inventor de la cadena de montaje y las piezas estándar), algo que no consuela demasiado pero ayuda.

 
                - Si hubiera preguntado a mis vecinos que querían- decía el señor Ford- éstos me habrían dicho que un caballo más rápido.


                Durante los 3 años de carrera (sobre todos los dos últimos) y otros casi cuatro de profesión me he sentido como un loco. Muchas veces me he autoconvencido que pensar de otra forma era erróneo porque todo mi mundo pensaba diferente (salvo algún que otro “freakyfisio” desviado xD). Hoy puedo decir que he visto otra forma de ver la sanidad. En concreto hoy he visto con mis propios ojos la respuesta que esperaba a una pregunta que hice más de una vez y la respuesta a otra que jamás me atreví a preguntar. Por supuesto no he encontrado la panacea, ni la solución para los males del mundo, pero si una visión alternativa. Quizá sea una tontería pero es algo bastante esperanzador para alguien acostumbrado a que le miren como un loco cuando dice lo q piensa.

No digo que los finlandeses sean mejores o hagan las cosas mejor que nosotros, solo digo y estoy orgullosísimo de poder decirlo: otra forma de hacer las cosas es posible, otra fisioterapia es posible, otra enfermería por supuesto es posible, en definitiva otra visión del mundo sanitario es posible. Y lo mejor: viable.

martes, 25 de enero de 2011

Jää (Hielo)

Durante estos veinte días que llevo aquí he ido viendo cada pocos días como el hombre del tiempo relataba alegremente (con una sonrisa cincelada, a lo Profident) cómo y de qué manera se me iban a congelar las canillas de forma increíblemente precisa. Cierto es que no le entiendo cuando habla (habla en finlandés) pero cuando te plantan un mapa de isobaras y ves como a medida que avanza un relojillo que ponen arriba a la izquierda, se va acercando por lo que serían las azores escandinavas, una masa de aire bufanda al cuello y al mismo tiempo cómo el termómetro se desploma… te haces una idea. Pero el presentador ni se inmuta, mantiene el tipo, ningún gesto a cámara…nada. ¿Os imagináis a nuestro Mario Picazo diciendo: “Bueno señores mañana la temperatura máxima será de -10 ºC que se alcanzarán a eso de las once del mediodía para caer paulatinamente hasta las cinco y desplomarse definitivamente hasta los -22 ºC al final de la noche“ sin ningún tipo de gesto? Tampoco algo ingenioso, no sé un breve: “Aprovechad que aun podéis y llamad a vuestras familias para despediros, mañana si salís a la calle moriréis. Un saludo eso es todo.”

                      Hombre del tiempo mas famoso en Finlandia

Pues resulta es que el otro día sí que hizo gesto, algo breve, una especia de sonrisa maligna, la típica que te dice ya verás, ya, no entiendes suomi pero lo vas a vivir igual”. Cosa que no era muy comprensible ya que el viento que ponían estaba de color rojo y el termómetro estaba más lleno que nunca. Total que llego el fatídico día y el termómetro marcaba +2 grados. Así que, con una sonrisa de oreja a oreja, me fui a la calle y nada más pisarla (y caerme) me di cuenta de lo que pasaba: La nieve se había derretido pero sólo parcialmente y ahora era todo hielo.


                        Producto del deshielo el agua del canalon deshace una pequeña parte de la acera dejando al descubierto la capa de hielo. Si, todo ese espesor es hielo.



Creo que ha sido una de las experiencias más penosas de mi vida. Dar dos pasos y resbalar. Cruzas con cuidado y cuando ya te ves seguro en la acera, patinazo del pie de apoyo: horrible. Por suerte no me he caído muchas veces pero amagos, aspavientos, los típicos uyuyuyuyi-que-me-la-doy a puñados. Para el peatón medio el hielo es un problema importante pero para los coches, las bicicletas y las abuelillas con andadores imaginaros. No es que haya accidentes, ni atropellos (controlan muchísimo el coche) pero se te ponen de corbata cada vez que intentas cruzar. Y es que cuando un coche frena en la nieve se le oye (y se le oye mucho, como cuando clavan los frenos en asfalto seco) pero el hielo no suena. Con lo cual la primera impresión que te da es que no ha frenado o no te ha visto. Así que aumentas la velocidad hasta parecer un Usain Bolt y cuando llegas a la acera (si no te has caído) ves como ese coche tan peligroso, ha frenado a dos metros del ceda el paso y la señora con el carrito andador que cruzaba a la vez que tú te mira como si fueses tonto.

             Carretera en bastante buen estado para circular (las ahi peores) Y sí, todo lo que parece asfalto es hielo


Pero lo peor de que todas las aceras estén cubiertas de hielo es que tú no lo sabes. Aún no has aprendido a manejarte en un terreno tan hostil, y no te sabes los códigos. Que una acera parece limpia, sin hielo, sin nieve, perfecta para caminar… ¡es una trampa mortal! Eso que crees seguro es un puro bloque de hielo pulido esperando que cualquier pobre diablo lo pise. Que ves una montonera de nieve deshelando, grisácea y medio trasparente con agüilla, ahí donde no pisarías ni aunque te pagasen…es el único sitio donde no te resbalas. Si el deshielo es lo que tiene, todo lo que parece escarcha aún conserva nieve y agarra, todo lo que parece normal es puro hielo.  Lo mejor de todo es que ya me he acostumbrado a andar sobr el hielo , aún así, al final del día os aseguro que eché de menos el frío.


                    Acera de la muerte, un infierno cruzarla (lo mas oscuro es la acera y es puro hielo)


lunes, 17 de enero de 2011

Kuten omassa talossa (Como en casa)



            Existen himnos, banderas, emblemas, slogans... una infinidad de artilugios con los cuales identificarnos, hacernos participes de una institución, país o colectivo, sin embargo, las cosas que verdaderamente unen son las más simples, las que menos te imaginarias. Lo que llamaríamos como tonterías. Y es que cuando se está tan lejos de su casa ver un simple botella de vino junto a una de cocacola puede arrancarte una sonrisa nostálgica. Pero sin duda lo que más gusta, el mejor sabor de boca es cuando en mitad de una plaza llena de finlandeses uno grita: ¡TORTILLA DE PATATA! y entre todos los rostros pálidos que te miran como quien ve a un loco escapar del manicomio oyes: ¡FABADA ASTURIANA! En ese momento se produce un momento mágico de estos que parecen que suceden más despacio de lo normal (pero sin el saxofonista del 3º ensayando made in Hollywood) y se sucede una de las conversaciones más cortas pero con más sentido que conozco.
                - ¿Español?
                - ¡Ostias! ¿No me jodas?
               
Y es que el “ostias-no-me-jodas” une. Da igual que seas vasco, catalán, valenciano, argentino, mexicano o albanokosovar afincado en Burkina Faso si entiendes el “ostias-no-me-jodas” eres del club. Y es que somos así de estúpidos, ya podemos tener como vecinos a la gente más hospitalaria del universo que desde el momento que le oyes a alguien dos palabras en castellano seguidas durante por lo menos una hora esa persona se convierte en tu mejor amiga. Y lo peor, olvidamos las formalidades y que le den viento a todos los no hispano parlantes de alrededor… todos acaban sabiendo decir perfectamente joder o paella (depende que tipo de espécimen seas)

                En mi caso todo ocurrió en la sauna de mi edificio (algún día os contaré la anécdota) y pasé de conocer a la checa y a un chino con el que me cruzaba en la lavandería a conocer a casi todos los Erasmus que había en la ciudad y acababan de llegar. Así que claro, después del ostias-no-me-jodas vienen las dos preguntas clave que todo homínido ibérico pregunta sin excepción.
                * ¿Qué haces aquí? (siempre es la pregunta más tonta de todas pues lógicamente a por tabaco no han venido)
                * ¿Y la fiesta aquí que tal es?
               
                Antes de lo que me había dado cuenta estaba con tres españoles, una coreana, un alemán y un tanzano yendo en bici (con -22 ºC de temperatura y viento de cara, en alguna próxima entrada cuento la experiencia no os preocupéis) a casa de uno de ellos a jugar al póker y pasar la noche. Y la experiencia fue genial. No sólo porque la gente fuese extremadamente simpática y acogedora, también porque me di cuenta de que muchas de las cosas que me habían pasado, o había pensado, ellos ya lo habían vivido y porque por fin encontraba gente con sentido del humor mediterráneo. Y vale que la coreana y el tanzano supieran palabras castellanas (ya se sabe rodeados de hispanos...) pero lo más sorprendente es que el alemán hablaba casi mejor que yo, estudiaba español. ¡Ah! Quizá os preguntéis de dónde saque la bici: me la dejo una madrileña que no quiso venirse, total, había confianza más que de sobra: los dos hablábamos castellano.


                            Me encontré este restaurante caminando pro la ciudad y el arbusto de abajo es el "toro" que custodiaba la entrada, lo cierto es que hispano hablante no habia ni uno, todos super rubios o teñidas de moreno.... no me atreví a entrar a comer xD

Susi ja karitsannahka (el lobo y la piel del cordero)


                A semana y media de estar aquí y ya he tenido mi primera discusión gorda. Y esta vez (los que me conocéis lo sabéis) no es por una cuestión de cabezonería o polémica sino de hartazgo. Y es que estaba comenzando a sufrir el síndrome del chino todo a cien, me explico. Todos conocemos la cara que pone el típico chino que no habla ni papa de castellano y que atiende un bazar todo a cien cuando le preguntas algo concreto. El pobre que no entiende nada pone una especie de cara sonriente bobalicona (de gilipollas para los de pueblo) y te dice que si a todo muy amablemente con una sonrisa de oreja a oreja. Pues bien en este país resulta que el chino soy yo. 

                Empezaré por el principio. Durante las primeras dos semanas en el país de Santa Claus tan sólo cuatro míseros Erasmus poblábamos el etappi (especie de residencia típica de Erasmus) pero con la única que me relacionaba prácticamente era con una checa. Nos llevábamos más o menos bien con algunas salvedades de pareceres pero en general bien. Pero claro, con mi ingles de Harvad-ñilero de Harvard-cete desesperaba a la muchacha y en su buen afán samaritano me corregía uno tras otro de los múltiples fallos que cometía al hablar. Al principio lo agradeces, pero a la decimonovena vez q te corrige en cuestión de cinco minutos comienza a inflamársete un poquito el cremáster la verdad.

                Foto de mi orla, ya lo dice el refrán, de casta le viene al galgo

                Así las cosas, el día de autos no pude evitar salir con la txapela y el pasamontañas puesto de casa y con ellos ir aguantando uno tras otro los envites de mi compañera hasta que no pude más. Eran las 11.50 de la mañana y estábamos tranquilamente comiendo en la cafetería de la universidad (sí, algún día os lo explicare, esta gente está loca y come a esa hora) y nada más terminar me dice.
                - Recuerda que a las 12.30 hemos quedado con la coordinadora de la universidad, quizá deberíamos salir con tiempo.
                - Tranquila mujer si tenemos aún 40 minutos-le contesté algo sorprendido (estábamos a 200 metros del despacho)
                - Es que en la Republica Checa llegar tarde es una falta de respeto- el reloj marcaba las 11.53 minutos que lo miré
                12.00: Bueno pero es que no quiero llegar tarde
                12.02: Quizá no deberías comerte el postre no sea que no nos dé tiempo
                12.05: Es que es una mujer muy ocupada y quizá no nos pueda atender a y media.
                12.07: ¿En serio a ti no te da cosa ir con prisa?

                Resumiendo que cuando vi a las 12.10 que abría la boca lo único que puedo contar aquí que le dije es que si a los checos les gusta llegar pronto a los latinos nos gusta comer tranquilos e increíblemente lo entendió (también he de decir que el ”deja de tocarme las pelotas” y el ”si quieres te vas sola pero déjame en paz de una jodida vez” ayudaron bastante)

                Después de semejante tormentosa y temprana comida tuve la famosa reunión  con el calor de la trifulca recorriéndome las venas y lo cierto es que me vino bien. Deje de ser el chino flower-power que parece recién sacado de un anuncio de compresas y por primera vez dije que no estaba conforme con algo. No dejé que me mangonearan. Querían recortarme el periodo de prácticas clínicas y luego meterme un montón de asignaturas en la universidad (que ya aprobé en mi país de origen) y tal como tenía los humos les deje bien claro que no, sin voceríos ni palabras mal sonantes pero tajante y claro. Con arrestos, como se suele decir, un puñetazo en la mesa. Y funcionó... a medias. Cierto es que conseguí que me dejaran hacer todas las horas que quería pero me han mandado a donde Cristo perdió los tres clavos. Con lo cual lo he conseguido pero algo puteado.

                Con este post lo único que os quiero transmitir que nunca os dejéis llevar por el síndrome del Chino. Que no dominar un idioma no significa ser tonto o dejarte mangonear, significa solamente que te falta una herramienta muy útil pero que sabes muchas otras cosas más, y por supuesto que vales igual que el que lo domina. Al final de la historia después de dejar las cosas claras con la checa me llevo mejor que nunca, la coordinadora me trata mas como a un igual sin paternalismos típicos de profesores y hago prácticas en un sitio bastante interesante, lástima que pase más horas en el bus casi que escribiendo en el blog o que el billete de ida solo cueste 4 euros. Podría haber sido peor

lunes, 10 de enero de 2011

Hauska tavata (encantado de conocerte)


En nuestro país los escandinavos tienen fama de ser personas frías y distantes. Sociedades muy diferentes a nuestro abierto carácter latino y, claro, cuando el rio suena… agua lleva. No seré yo quien desdiga nuestro valiosísimo refranero pero lo cierto es que, pese a esta personalidad común tienen un sentido de la hospitalidad o de la acogida muy diferente a nosotros. Quizá porque nosotros sobreentendamos que cualquier persona es capaz de integrarse en la comunidad o quizá porque ellos, sabedores de sus limitaciones, han puesto medidas para evitar la exclusión social, tienen todo un programa de acogida perfectamente estructurado.

Unas dos o tres semanas antes de llegar a la ciudad recibí un email de una chica finlandesa donde me explicaba que ella había sido designada por la universidad como mi tutora, me dió su facebook y su número de teléfono y me insistió en que cuando supiera a qué hora llegaría a la ciudad se lo hiciera saber. Hasta ese momento, y por las referencias que tenia de mis compañeros extranjeros en España, un tutor o el encargado de los Erasmus era un estudiante referencia, autóctono, del mismo campus y al que podían consultarle dudas sobre el funcionamiento del centro que se encargaban de quedar con ellos un día para enseñarles la facultad y ayudarles con algún trámite administrativo.

Sin embargo en muchas ocasiones (como en el caso de mi ex-compañera de piso luxemburguesa) el tutor se limitaba a ser un correo electrónico durante el día y un relaciones públicas durante la noche. Y es que, una de las preocupaciones de casi todas las universidades en nuestro país (al menos de las que yo sé), es organizar una macro fiesta para todos los Erasmus a fin de que todos se conozcan y, de paso, que vean como es nuestra cultura de la fiesta y botellón. No digo que las universidades patrocinen el consumo de alcohol ni el botellón pero, mientras ellos subvencionan la entrada a una discoteca los tutores promocionan nuestro legado universitario-cultural más popular: el beber hasta caer. Puro carácter latino.


 
Al llegar a Finlandia sin embargo me sorprendió ver como mi tutora estaba esperando en la estación de trenes mi llegada. Y eso que eran nada menos que las 22.30 horas (ellos para las 22.00 ya están en la cama, los mas rebeldes se acuestan a las 22.19). Cómo la oficina de que gestiona el alquiler de las habitaciones cerraba a las 17.00 horas la muchacha se había tomado la molestia de pasarse por allí y recoger las llaves en mi nombre. Así mismo, y debido a la hora de mí llegada también se había pasado por la oficina de relaciones internacionales del campus a recoger lencería de cama, cortesía de la universidad de destino. Total que ahí se encontraba la buena mujer soportando la no menos desdeñable temperatura de -15 grados de un lunes laborable, me recogió en su coche y me acercó a un restaurante de comida rápida porque intuyó que tendría hambre: no le faltaba razón.

Cuando me dejó en mi piso creí que nunca más volvería a saber de ella, sin embargo, en las tres reuniones que tuve posteriormente con la coordinadora de estudios y la de relaciones internacionales estuvo presente. También me acompañó al centro de la ciudad a cerrar el contrato de alquiler (traduciéndomelo todo), a comprarme ropa de abrigo para la nieve, me consiguió un número de teléfono fines, me enseñó las zonas comerciales y las tiendas con mejores precios y descuentos. También me enseñó los pubs locales y las zonas de fiesta y se ofreció para salir a tomar unas cervezas el miércoles (día que los estudiantes salen de fiesta). El viernes, el día que mas me he aburrido de los que llevo aquí, una compañera checa de la residencia (algún día os hablare de ella) no se le ocurrió otra cosa que llamar a su tutor para ver que hacía. ¡Y vino con nosotros! Tomamos una cerveza por el centro y nos mostró donde se podían comprar las entradas para un partido de hockey sobre hielo (deporte de masas aquí) que se disputaba al día siguiente.

Así mismo, la coordinadora de relaciones internacionales me acompañó al hospital (ver entrada anterior) y de paso me dio un paseo en coche para enseñarme que tiendas abren también los domingos en horario continuo cerca de mi casa, donde teníamos un centro comercial cercano y, porque no decirlo donde teníamos una tienda Alko cerca (aquí el alcohol solo se puede comprar en esas tiendas) con la escusa de que tenemos el centro de reciclado de botellas justo al lado. 

Mi universidad, campus de ciencias aplicadas (biosanitario)



Con lo que me quedo de todo esto es que, aunque sí que es verdad que tienen un carácter algo frío y distante, se sobreponen a él cuando eres nuevo en una institución. Como me explicaron hace unos días ellos no se consideran cerrados, simplemente necesitan más tiempo para conseguir confianza e incluirte en su círculo o grupo social, un vez ahí son como nosotros. Por lo que cuando hablamos de que obligatoriamente ya formas parte de un grupo de trabajo como es el universitario ya no existe ninguna barrera que superar

viernes, 7 de enero de 2011

Emme luota keneenkään (No nos fiamos de nadie)

Ya soy universitario de pleno derecho. Básicamente consiste en que la universidad te de una cartulina amarilla sellada, sin foto ni plastificar ni nada, pero con ello ya puedes comer a bajo precio en la cafetería de la universidad, que te hagan descuentos en el transporte público y incluso que en ciertos restaurantes del centro te regalen la bebida con cada comida que ordenes. A los finlandeses les da lo mismo que tengas el carnet internacional de estudiante (avalado por tu país de origen) ellos no se fían de nadie. Parece una exageración pero lo cierto es que esa frase se la he escuchado (literalmente) a tres finlandesas con cargo público en la universidad, así que, será verdad. Según me han dicho el sistema universitario escandinavo (Noruega, Suecia y Finlandia) se rige por sus propios principios y reglas comunes con lo que sólo se fían de la administración y burocracia de esos países. 

Letrero de entrada en el hospital. Sí, Kaupunginsairaala significa hospital público.

Si todo se tradujera en un acuerdo conjunto de sistemas educativos no me parecería tan extraño pero este principio de desconfianza va más allá. Tienen sus propios certificados burocráticos, su propio departamento para comprobar si los justificantes bancarios son reales y para ellos los certificados médicos de otros países no son válidos en el suyo. En el caso de los certificados es realmente curioso ver como los “papeles administrativos” que se envían desde tu universidad se traducen a sus modelos burocráticos (aunque tengan el mismo formato y el que le envías esté en inglés) y se archivan conjuntamente. Más lógico es el caso de las transacciones bancarias, tú les entregas el justificante de un pago, firmas como que es real y después ellos lo envían algún secretario para que compruebe que la transacción ha sido efectuada. El que no llego a entender es porqué no son capaces de fiarse de un análisis hecho en otro país o un certificado médico, con lo que tienes que repetir de nuevo todo otra vez (lo explicare con más profundidad en otra entrada)

A pesar de esto, como para ellos es de lo más normal y cotidiano, son todo amabilidad y compresión hasta un punto tal que te genera cierta sensación de que en el fondo tienen un sistema flexible, del que por cierto se enorgullecen. No te ponen pegas a nada de lo que les dices o pides, siempre y cuando quepa en su concepción burocrática dándose ciertas conversaciones dignas de alguna película de Woody Allen.
- ¿Recuerdas que te dijimos que tenías que hacerte unos análisis obligatoriamente para poder hacer prácticas en el país?- voz cálida cercana y pausada
-  Si, aquí tengo los informes originales, te envíe las copias por mail.
- Pero es obligatorio hacérselos dos semanas antes de entrar en territorio nacional, sin estas condiciones estas excluido sistemáticamente.
- Si recuerdo que me lo dijiste y están realizados en las fechas correspondientes, selladas y con la firma de un médico especialista en la materia.-se lo explico amablemnete.
- Muy bien. Bueno ahora que está todo en regla tienes que repetir los análisis en un hospital finlandés. Hay uno cerca de aquí a menos de un kilometro.
- Pero ya me los he hecho y esta todo correcto.- Tono ya un poco más… molesto.
- Sí, está todo correcto pero bueno, nosotros no nos fiamos de nadie –sonrisa tierna– en nuestro país somos muy cuidadosos con la salud pública y si no superases los análisis estarías excluido inmediatamente para las prácticas.- imaginaros como vuestra abuela os explicaba la mejor manera para hacer galletas, con ese tono.
- Sí, estoy de acuerdo, pero esos análisis están hechos en la sanidad pública y certificados por un médico.
- Es cierto, sino no podrías hacer prácticas. Ahora solo te queda por completar nuestros análisis.- me lo dijo como dándome ánimo, tipo… ¡venga chaval que ya no te queda nada!
- ¿Pero es necesario un contraanálisis de vacunaciones? Si he completado todo el calendario vacunal, puedes consultarlo en la pagina del ministerio (le ofrezco la dirección de internet) y tengo aquí la cartilla de vacunación totalmente cumplimentada.
- Ya veo. Bueno mañana deberías hacértelos para que puedas empezar cuanto antes. Si ese hospital te queda muy lejos podemos buscar otro más cercano…

Y así hasta el infinito. Da igual lo que digas o hagas, ellos tienen su “Finland way of life” y fuera de ahí pocas cosas caben. Lo increíble es que pese a esa rigidez bastante notoria ellos cuando hablan de su sistema universitario se jactan de ser mucho más flexibles que el resto de los sistemas europeos. Algo así como que si una vez entras en su juego y sus reglas el espacio en el que moverse es mucho mayor. Aún no conozco bien el sistema con lo que ya os iré contando.
Lo único que os puedo decir es que me tocó con la enfermera Chuch Norris de todo el hospital. A parte de lo brusca que fue en casi todo (me dijo de muy mala gana que ella no hablaba inglés) al hacerme un frotis nasal me hincó la torunda hasta casi el cerebro haciéndome un daño atroz y provocando que la nariz me sangrara intermitentemente casi todo el día. En alguna entrada posterior os contare la relación finesa con el inglés.

Mas o menos esta era la apariencia de la enfermera, aunque mas viejuna