Confieso que
escribo estas líneas más perplejo que indignado, como es costumbre en mí. Y es
que en los últimos tiempos el neoliberalismo nos ha invadido las entrañas como
un cáncer silente al que no terminamos de detectar y, para cuando lo hacemos,
ya poco o nada se puede hacer. Cuánta razón tenía el gran Focault cuando decía
que la represión y el poder no se ejercen de forma vertical (como la izquierda
siempre había pensado) sino que esta adquiere una forma reticulada donde hasta
las más míseras cuestiones se infiltran entre las líneas de los oprimidos. Algo
así como si la moral del esclavo de Hegel tuviera dos caras, una patente que
los “no alienados” en seguida detectan en ajenos y una silente que detentan
cuando se relacionan con propios.
A veces no es que sea dificil despertar de un largo sueño, es que evadirse de la realidad es algo necesario para poder construirla de nuevo y que, de ese modo, merezca mucho mas la pena el placer de construir un mundo mejor para todos
martes, 28 de mayo de 2013
jueves, 23 de mayo de 2013
Alpha Pam
Lo ocurrido
con Alphan Pam, el senegalés muerto por no ser atendido por la sanidad pública
pone en relieve varias cosas: La INDIGNIDAD de la ciudadanía media, la DOBLE MORAL de algunos sanitarios y la INCOMPRENSIBLE TIBIEZA de organizaciones como
médicos sin fronteras, colegio de médicos y resto de colectivos médicos que se han pronunciado.
En primer
lugar, la ciudadanía. ¿Pero qué incongruencia es decirle a los médicos que se
salten la ley en casos como estos? Duele las tripas obedecer la legalidad
¿verdad? ¡¡Pues dejad de languidecer cuando se os insiste en la desobediencia
civil!! Asumid que es vuestra puta culpa que esto suceda por ser tan sumisos y no plantar cara al
neoliberalismo. SOIS VOSOTRXS quienes habeis asesinado a este joven, no los
médicos, no los políticos. VOSOTROXS que consentis que esto ocurra y no os levantáis
contra esta dictadura camuflada de democracia.
Los
sanitarios... ¿Cuántos os habéis echado las manos a la cabeza al oír la
noticia? ¿Cuantos creéis que no se deberían acatar órdenes en estos casos? Sois
los mismos que os echáis las manos a la cabeza cuando os decimos que dejéis de
bailecitos gilipollas en manifestaciones y empecéis a boicotear al gobierno
desde dentro. Os recuerdo que en los juicios de Núremberg se les dijo a los
nazis que "solo obedecían órdenes" que en los casos en que las
órdenes fuesen en contra de derechos humanos (recientemente escritos en aquella
época) debían desobedecer, sino serían cómplices. ¡¡Sois cómplices por no
revelaros ante esta nueva normativa!! Dejan de acatar órdenes y repensemos el
derecho a la salud o seremos tan cómplices como esos nazis.
Las
organizaciones médicas. Basta ya de discursos tibios. Basta ya de pedir
responsabilidades políticas y empezad a pedir responsabilidades penales. ¡¡Señalad con el dedo!! Llamad asesinos a los políticos que
han aprobado estas leyes. Dejad de decir que las aprobaron sin conocer las
consecuencias de las mismas... ¡Las conocen perfectamente! La diferencia es que
ellxs no las sufrirán desde la clínica Ruber (entre otras) Dejad de echar
balones fuera y asumid con valentía las riendas del combate por el derecho a la
salud. ¡¡¡Es vuestro trabajo!!! Somos todxs los sanitarios quienes debemos
informar a la sociedad de lo que ocurre y vosotras, organizaciones y
colectivos, quienes TIENEN abanderar este proceso.
Dejemos de
una vez de echar balones fuera, de hacer bailecitos chorras y empecemos a
trabajar con compromiso y tesón por una sociedad justa. Basta ya de hacer el
gilipollas. Basta ya de ser la pasiva correa de transmisión del capital. Basta ya de ser los asesinos complices del neoliberalismo.
Algunxs intentaremos seguir trabajando en pos de cambiar esto. Seguiremos luchando por frenar este genocidio, pero solxs no podemos. Si nos sentis el dolor de este pobre desheredado y su familia como propio y haceis lo imposible por acabar con esto dificilmente podréis decir que no sois cómplices. Os necesitamos, en vuestra mano queda.
Hika Thoreau
miércoles, 15 de mayo de 2013
Nudo de palabras
Hay veces que escribir no
consuela, no por incapacidad, sino por falta de fluidez. Porque las palabras no
salen, se atascan, se enredan y cuesta un mundo cincelar folios con ellas. Porque
cuando llevas días de atasco de pensamientos y sentires se anudan y atraviesan…
no hay nada peor que no dar salida a tantas cosas y se acumulen dentro. Que reboten,
sin orden ni concierto, rompiendo a su paso lo poco que trata de guiarlas. Algo
así como cuando en una discusión las lágrimas traban la voz y las palabras se
enredan en sollozos y gemidos para no dejarse ser. Al menos, llorando, también se
expresan cosas… aunque a algunos nos haya costado entenderlo.
Llevo
unos días atascado, con mucho que decir, que pensar o que escribir pero sin poder
hacerlo. Como si las letras se me clavaran entre las muñecas y la garganta no dejándome
escribir ni decir tantas cosas como podría. Como un rigor mortis emocional que
hace pasearse a mi rostro cual mobiliario urbano por la ciudad. Hoy solo la
música me estremece por dentro y me influye sensaciones que, hasta ahora, solo
me habían dado voces, conversaciones, roces… Quizá sea un mero sustituto
paliativo de carencias reprimidas. Llevo demasiados meses sin oír una voz que
hasta antes de ayer se me plasmaba en la pantalla de mi teléfono móvil. Difícil
interactuar así. Difícil sentir así. Imposible expresar así.
En
un tiempo en que las máquinas deshumanizan las manos y los emoticonos
sustituyen a los abrazos y los besos se mandan por whatsapp, las risas se suceden
entre unos jaja que de vacíos nada esconden al otro lado. En una época ésta en la
que ni la música parece serlo y las palabras se imprimen en pantallas para que
desconocidos interactúen a su libre albedrío con ellas, echo de menos ser mas
actor de teatro mudo y menos holograma en 3D de cine IMAX. En esta sociedad del
sobre consumo, la sobre tecnología, la sobre información comienza a sobrarme
todo. Solo necesito una voz, que ya no escucho. Unos abrazos que ya no recibo.
Unos ojos que ya me no miran y unas risas que hoy las producen otros.
Llevo
unos días en que se me anudan las palabras porque me braman una humanidad que
cada vez me es más robada. Necesitan ser motivadas por más emociones y menos
pantallas donde se habla sin expresar nada. Porque no quieren ser responsables
de más rigor mortis emocional, ni propio ni ajeno. Hoy se me declaran en
huelga, hartas de que no las rocen la mirada que anhelan, el abrazo que siempre
las arropaba o que las mezan la voz con la que aun sueñan.
jueves, 9 de mayo de 2013
Hika Thoreau
Hika nació a los 26 años y algunos meses de edad, se miró al espejo con
los ojos llenos de legañas, barba de desaliñada de demasiados días, peinado aún
por determinar y olor corporal de vertedero. Se miró con aire lastimero y sin
pensarlo demasiado se puso nombre Hika Thoreau -> /ika Ɵuró/ -> [Ika Zuró]. Así, sin
sentido alguno, ni argumento necesario inició su vida y, para ello, el primer
paso era matar al viejo Asier que le servía de soporte óseo pero sobretodo
graso. Así podría definirse un poco como de pronto, tras defecar ampliamente
sobre el recuerdo del año 2012, y sin razón aparente decidí que era el momento
de renacer cual ave Fénix. No lo voy a negar, desde entonces hasta ahora he
dicho demasiadas veces eso de “este va a
ser el primer día del resto de mi vida” sin embargo ahora, todo esto tiene más
sentido que nunca.
Y
es que los nombres son importantes, nos definen o nos enmarcan en el entorno, delimitándonos
y describiéndonos al mismo tiempo. También, en cierta forma, nos limitan. Esto
no quiere decir que yo deje de ser Asier, ni que reniegue del mote “Txusti”, es
simplemente que yo no elegí esos nombres sino que me fueron impuestos. Remarcan
unas cualidades intrínsecas de mi desarrollo pero también configuran unas
limitaciones que ya no quiero tener. Y no, no tengo doble personalidad ni tengo
la intención de que por la calle la gente empiece a llamarme Hika, simplemente
quiero desencorsetarme de quién soy y quien la gente espera que sea para, por
primera vez en mi vida, ser quien quiero ser. Porque hoy más que nunca lo
necesito.
miércoles, 8 de mayo de 2013
Cara de gilipollas
Hay
ocasiones en las que uno repasa su vida profesional y se da cuenta de que la
mayor parte de las veces se ha sentido como un imbécil o con cara de gilipollas
en lugar de orgulloso con lo que hace. Por desgracia, en mi caso, a la cara de
idiota se le une la indignación y la rabia. Lo voy a dejar claro antes de
empezar: no me arrepiento de nada de lo que he hecho en los últimos nueve años,
mi crecimiento personal ha sido enorme, el profesional está por demostrar. No es
que lo ponga yo en duda, si no que pongo en duda que me dejen demostrarlo.
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