lunes, 30 de junio de 2014

Eres casta mother fucker





           Existe un dicho popular que asegura que cuando el sabio apunta al cielo el tonto mira al dedo. Ciertamente algo de esto debe ocurrir, aunque quizá no en todo su conjunto, últimamente en el imaginario político de la gente trabajadora. Y es que si existe algún término que se nos ha colado en las conversaciones de las tertulias televisivas, se ha extendido a las discusiones de bar y es casi imposible que no se mencione en las sobremesas en familia es “casta”. Sin embargo, no parece que el uso de esta palabra concuerde realmente con su significado y no tengo muy claro la conveniencia del mismo mas allá de su rentabilidad en momentos prime time.

                Si atendemos a la RAE, el significado de casta es:

1. f. Ascendencia o linaje. Se usa también referido a los irracionales.
2. f. En la India, grupo social de una unidad étnica mayor que se diferencia por su rango, que impone la endogamia y donde la pertenencia es un derecho de nacimiento.
3. f. En otras sociedades, grupo que forma una clase especial y tiende a permanecer separado de los demás por su raza, religión, etc.
4. f. Especie o calidad de algo.
5. f. Zool. En una sociedad animal, conjunto de individuos especializados por su estructura o función. Se usa en especial referido a los insectos sociales, como la obrera en una colmena.

                Según esto, lo más probable es que se utilice según su acepción segunda y tercera. Básicamente y resumiendo, podríamos decir que casta (según Pablo Iglesias – Podemos) es un grupo que forma una clase social especial separada, endogámica, que se diferencia por su rango y que su pertenencia es un derecho de nacimiento (político-partidista).

                Que brillantez. Nadie puede rebatir de forma rápida un término como este en un debate televisivo cuando se habla de bipartidismo. Es muy difícil argumentar desde las posiciones de Inda, Rojo, Marhuenda y demás camarilla de la caverna mediática que el bipartidismo se asienta en castas político-partidistas y menos aun en un plató de televisión donde el ritmo discursivo es frenético. Ahora bien, fuera de los platós de televisión ¿conviene que la gente asocie-aprenda que el sistema político-económico es un sistema de castas político-partidistas? Rotundamente creo que NO. Es más, creo que es peligroso, es un engaño y arrastra unos sentidos comunes (hegemonía) muy alejados de los intereses de la mayoría. Me explico:

                Si somos serios en el análisis, no es cierto que los políticos, aun perteneciendo al bipartidismo, sean una casta. En primer lugar porque no pertenecen a ninguna clase social diferente de la clase alta-funcionarial y, esto es muy importante, a diferencia de la clase burguesa (que depende de su capital para su subsistencia) la clase obrera (que depende de su fuerza de trabajo para sobrevivir) el lumpen (que está excluido de la sociedad y “se busca la vida” para subsistir) la pequeña burguesía (que sobrevive de los réditos de un pequeño capital y una participación discreta de su fuerza de trabajo), la clase funcionarial son un grupo de “asalariados” especiales. 

               Es decir, no disponen (a priori) de un capital inicial con el que mantenerse aunque progresivamente lo acumulan. Del mismo modo, tampoco disponen de fuerza de trabajo pues su actividad no produce ni directa ni indirectamente. Su actividad se basa en obedecer órdenes o ejecutar ciertas tareas que le son encomendadas. Posteriormente, el capital que hayan acumulado, bien por renta, bien por sobornos y prebendas varias, pasa en forma de herencia a su descendencia sin que, con ello, pase necesariamente su condición alto-funcionarial. Del mismo modo, su condición de separación endogámica está ligada a su trabajo. Es decir, utilizan sus influencias de poder (policía, leyes) mientras ostentan un cargo público (son útiles) pero cuando dejan ese cargo pierden esa condición.

                Resumiendo, ni son una clase especial, ni son endogámicos, ni están separados del resto, ni su rango es heredable (en principio) y todos sus “privilegios” están supeditados su condición de utilidad, es decir, a si se sientan en la silla de poder o no. Sí que es verdad que se diferencian por el rango. No es lo mismo un policía, que es clase funcionarial, que un político. ¿Por qué? Porque el policía es pertenece a la clase baja-funcionarial y el político no. ¿Cuál es la diferencia? Son muchas, pero en pocas líneas un policía no puede acumular capital (bajo salario) apenas recibe sobornos y prebendas (en proporción claro está) y una vez dejan el cargo no es necesario silenciarlos (puerta giratoria) para evitar daños a la verdadera clase alta  ya que su capacidad de influencia en el sistema es mínima a nivel individual.



Entonces… ¿Existe una casta? ¿Quién es casta?

                Atendiendo a la definición aproximada que pueden estar usando Pablo Iglesias – Podemos, existe un grupo de gente que son una clase social en sí misma, separada del resto de la sociedad, que su condición es heredable y es endogámica: la clase social más alta, alta burguesía o directamente, los ricos de verdad.

                En primer lugar disponen de capital (dinero) suficiente como para no usar sus manos para trabajar (fuerza de trabajo) y compran o alquilan la de otros en forma de inversiones en empresas, finanzas o con asalariados. Se aíslan del resto de la sociedad mediante el pago de barreras físicas: seguridad, barriadas excluyentes, zonas de esparcimiento exclusivas… etc. Su condición es heredable, se obtiene por nacimiento o consanguinidad y no depende de aspectos coyunturales como ocurría con los políticos (estar en una silla de poder o no). Su capital tampoco depende de la acumulación de altos salarios, sino de extraer una parte importante de lo que producen los demás, ni depende de prebendas o sobornos ya que son ellos quienes las ofrecen para diversos fines. Es esta verdadera casta, quienes tienen a sueldo a los políticos, la NO-casta. 

                Si uno revisa la historia de este país puede ver como las familias adineradas a principios del siglo XX son las mismas que en la actualidad (salvo contadas bancarrotas). Es más, si uno lee historiadores serios (y no a Cesar Vidal o Pio Moa) puede ver como estas familias son las que pagaban a la camarilla de Canovas y Sagasta, quienes financiaron al fascista Primo de Rivera o quienes influyeron en los flujos de dinero hacia el alzamiento nacional fascista de Franco. Las mismas familias que hoy tienen a sueldo a los políticos del bipartidismo y que, siguiendo con esta tendencia histórica, cuando dejen de serles útiles pagarán a otros para que les hagan el mismo trabajo o, si no funciona, buscarán a otro fascista-populista. 

                Son los mismos que amenazan con irse si el gobierno les “quita” su derecho de pernada y su pase para hacer lo que quieran. Los mismos que presionaron para vender la soberanía del pueblo o quienes facilitaron las cosas para que España bailase al son de los intereses de sus hermanos de casta inglesa, estadounidense o alemana. Esos que silencian a sus asalariados dándoles un sitio en Endesa, Repsol o Telefónica. Esos que quieren vivir tranquilos lejos de las cámaras (que son de su propiedad) y delegan esa presión en sus asalariados, los políticos NO-casta. Los mismos que con su dinero (inversión) deciden quienes sí y quienes no salen en los medios, de que cosas sí se informa y de que cosas no se informa. Son quienes pagan a los atontadores de los tontos (que somos nosotros); quienes pagan y ordenan generar más y más circo mientras se fabrica menos pan. 



¿A quién favorece esta pedagogía equivocada?

                Esto es bastante controvertido. No seré yo quien diga que Pablo Iglesias y Podemos son el eje del mal. Pero hay veces que las equivocaciones de “los nuestros” ponen la alfombra roja a los monstruos de Gramsci. Si la gente de a pie, la gente trabajadora cree que la casta a combatir son los políticos del bipartidismo y obvia, niega o evita pensar en las clases adineradas, mirará al dedo que apunta al cielo. 

                Nos creeremos, por tanto, que las cosas se arreglan con más sistema pero distinto maquillaje. Creeremos que cambiando de caretas, pero no de pagos en B, arreglaremos nuestra situación. Evitaremos por tanto ir a la raíz del problema condenándonos a seguir subyugados y postergados a la caridad para subsistir. Seguiremos sobreviviendo y no viviendo. Habremos hecho, sin saberlo, lo mismo que hicieron quienes creyeron en Primo de Rivera y después se dejaron engatusar por el alzamiento de los Franco, Mola y demás.

                Si seguimos hablando de políticos y no de grandes fortunas, si seguimos hablando desde una óptica de individualismo y consumo en lugar de desde una óptica de colectivo y libertad, si nos centramos en votar mucho en lugar de tener condiciones democráticas para votar, le estamos poniendo una alfombra roja estupenda a los Albert Rivera, Rosa Diez y compañía. Una alfombra roja destacada desde la que ofrecerse a las grandes fortunas para “meternos en vereda” cuando no podamos más y clamemos libertad.

                 Quizá sea rentable en la televisión pero, en política, la pedagogía es fundamental. Si hacemos caso al Gramsci del que se sienten herederos, sin pedagogía real y seria, cambiar la hegemonía para dinamitar el sistema es imposible. Solo conseguiremos reforzarla, es decir, seguir sumidos en esta mierda