martes, 21 de enero de 2014

Podemos: ¿Construyendo la casa por el tejado?





La irrupción de PODEMOS en la escena política no puede ser menos que una alegría para todos los que nos posicionamos (o eso creemos) en el espectro ideológico de la izquierda. Sin embargo, es necesario ser tan críticos con todas estas alternativas a las ya existentes como las organizaciones clásicas en la izquierda. Si se aspira (o eso se dice cada vez que se tiene ocasión) a crear un frente de izquierda o, mejor aún, un frente de masas capaz de ejercer un proceso transformador, necesitamos analizar con detalle las capacidades, intenciones y fuerza de las organizaciones así como su posible convivencia en un proceso político. 

Los buenos análisis desembocan en buenas praxis

             A la formación de Pablo Iglesias se le puede achacar muchas cosas, pero desde luego nadie puede dudar de su astucia e inteligencia. Sabedores de la importancia de los medios de comunicación han explotado este recurso mucho más allá de lo que cualquier organización de izquierdas precedente hubiera imaginado consiguiendo todo un hito a estas alturas de la crisis de régimen: ilusionar. La gran incógnita es saber a quién.

                No queda claro (por muchos que repitan el mantra de que todo el mundo cabe) cual será su nicho político. ¿Restará votos a IU? ¿Conseguirá los votos transnacionales de las izquierdas periféricas? ¿Acaparará a los votantes de izquierda del PSOE? ¿Conseguirá movilizar a quienes se abstuvieron? Todo son incógnitas. Lo único que parece claro es que va a obligar a ponerse las pilas a la izquierda mas “acomodada”. Han demostrado con su capacidad mediática hacerse con un nicho que, de no aparecer esta fuerza de izquierdas, probablemente habría acabado en manos de la extrema derecha del rosto amable del Capriles español: Albert Rivera. Un rotundo éxito y una alegría para cualquier persona de izquierdas.

                Ahora bien, no todo son palmaditas en la espalda. Como bien dijo Nega en uno de sus artículos falta mucha choni y mucho cani por entrar en la partida y no parece que la intelectualidad por antonomasia de los Fort Apache y las Tuekas lleguen a ellos. Tampoco parecen hacerlo el resto de organizaciones de izquierdas así que la responsabilidad es compartida pero, al ser una fuerza nueva, yo de ellos, espero ese hecho diferencial. Ojalá llegue.


¿Hiperliderazgo necesario?

 



                Al igual que Pablo Iglesias, yo también creo que cuando no hay bases sociales pujantes los liderazgos fuertes se hacen más que necesarios. El problema radica en el modelo de liderazgo y en el perfil de quien lidera.

                En primer lugar discrepo en que no haya bases sociales lo suficientemente potentes a nivel ideológico. Si algo demostró la pluralidad visibilizada tras el 15M es que existen solidas bases intelectuales y fuertes bases inquietas. Lo que falta es organización. Salvo las izquierdas periféricas soberanistas, que en su mayoría están perfectamente organizadas (pivotando generalmente en un fuerte determinante de oposición), el resto de las izquierdas andan bastante desperdigadas. Podemos considerar que Izquierda Unida (fundamentalmente PCE y PCPE) es la única bien organizada en el plano formal, sin embargo, su infiltración social más allá de las universidades es relativa. 

                La izquierda mas ecologista/decrecentista parece que progresivamente empieza a tener mayor presencia de la mano de Equo e intelectuales como Taibo, pero su organización social es escasa y precaria.  La izquierda mas alter sistema es probablemente la más extendida pero la menos organizada a nivel formal. Tiene reductos en múltiples barrios obreros pero su organización es prácticamente inexistente. Si además tenemos en consideración que muchos de sus miembros practican el absentismo activo, tenemos una gran masa poco proclive a la movilización electoral.

                 Por último, y no menos importante, tenemos al feminismo. Está claro que no precisan de una organización formal; bueno, no debieran precisarla. Probablemente sea la izquierda mas olvidada (tristemente) por las organizaciones formales. Aunque todas lleven en su programa algún apartado al respecto en la práctica es raro verles priorizar su praxis por la línea violeta.

                ¿Ante este panorama la alternativa hiperliderada es viable? Sinceramente no lo creo, pero de serlo, su perfil no creo que sea el de Pablo Iglesias. En primer lugar, porque desde sus inicios mediáticos en La Tuerka se ha posicionado fuertemente en la priorización de un tipo de izquierda frente al resto, lo cual, a priori, le produce un gran desgaste. En segundo lugar, por el halo personalista de muchas de sus intervenciones menos mediáticas (pero colgadas en internet) y esa imagen mesiánica que algunos sectores de izquierda crítica le achacan. Esa imagen del yo tengo más razón porque tu posición no gana batallas (todo ello regadas con alusiones a Gamsci, Wallestein o incluso Stalin con sus cañones). Por último, pese a lo ilusionante de su ritmo discursivo y su dialéctica, no ha sabido desprenderse de su lado “cultureta”. Difícil obviar su ego sobredimensionado al hablar de matriculas universitarias o el colocar por delante su trabajo como profesor para tener cierto grado de credibilidad mediática.

                En mi opinión un perfil de liderazgo capaz de aglutinar al conjunto de la izquierda puede ser el de Ada Colau (PAH) o el de David Fernández (CUP). Más cercano en apariencia al perfil obrero (gente de barrio) pese a que tengan estudios superiores. Con un ego menos patente o, al menos, una humildad bien aparentada y, sobretodo, más conciliadores. Sin duda una persona como Pablo Iglesias, con su personalidad (en mi opinión la Esperanza Aguirre de la izquierda) y su carisma debe ser uno de lxs muchxs líderes de la izquierda pero, si la opción es el hiperliderazgo, creo que su candidatura es un error. No digo que vaya a ocurrir, pero podemos cae en abrir la puerta a la formación un nuevo príncipe (o no):

“Si los grandes ven que no es posible resistir al pueblo, comienzan por formar una gran reputación a uno de ellos, y, dirigiendo todas las miradas hacia él, acaban por hacerle el príncipe. A fin de poder dar, a la sombra de su soberanía, rienda suelta a sus deseos” (Maquiavelo, El príncipe)



Alternativa por copia, un error: modelo Venezuela o Syriza



                Mi opinión es que la opción más inteligente para las izquierdas del estado es un formato de múltiples liderazgos convergentes sostenidos por las masas. Algo similar a lo que permitió la segunda república. 

                Por el contrario Izquierda Unida se empeña en intentar lanzar la Syriza española obviando que los griegos unieron masas y partidos a través de unos sindicatos que se olvidaron del corporativismo. Esto está muy lejos de ocurrir en España. Con una pérdida absoluta de credibilidad en la lucha sindical, lo más parecido que tenemos aquí son las mareas y, muy a mi pesar, con las mareas no vamos a ningún lado. Las mareas no dejan de ser organizaciones corporativistas vestidas de movimiento social transversal pero que se mueven por intereses propios (aunque te venden que son el eje fundamental del pueblo). Salvo deriva radical de sus posiciones, la marea blanca (que solo se movilizó cuando lo que quedaba por privatizar eran sus sueldos) y la marea verde (que con Zapatero debían vivir en el paraíso terrenal) son ejemplos muy claro de cómo está el mundo obrero hoy en día. 

                Hasta que las mareas no comiencen a ser propositivas fuera de sus intereses y comiencen a repensar sus sectores laborales alejándose de sus nóminas (aunque sin perderlas de vista), difícilmente una especie de Syriza será posible. Si la solución a nuestros males es que todo siga siendo público pero dominado por las mismas lógicas que nos han llevado al caos, al menos yo, no quiero esa solución.

                Izquierda Anticapitalista y PODEMOS optan por la vía Venezolana (PSUK) obviando que ambos países se encuentran en situaciones radicalmente opuestas. Es muy fácil copiar modelos, lo difícil es adaptarlos. Cuando Hugo Chávez forma el PSUK el país estaba totalmente desestructurado. El poder productivo, institucional y militar estaba disgregado y la represión dependía más de sobornos y contraprestaciones oscuras que de ordenes verticales. En España eso no ocurre. PPSOE, poder económico, militares, instituciones, poder productivo (financiero) y poder cultural son todos tentáculos de un mismo animal. España no está desestructurada como estaba Venezuela. La corrupción es posible, pero la gente sigue creyendo en su policía (les llama si lo necesita), en sus jueces (pleitea si lo cree conveniente) y aun tiene esperanza en que el sistema electoral es limpio. Eso no ocurría en Venezuela y, por eso, una unión de partidos que daba la credibilidad que ni el estado, ni las fuerzas del estado ofrecían se alzó con el poder. ¿Es posible eso en España? No lo creo.

                El resto de izquierdas están por pensar en el que hacer, salvo las periféricas soberanistas. En mi opinión son de las pocas que entienden el terreno en el que juegan (paradigmático el caso de las CUP o el SAT) pero como todo puedo equivocarme.


El pulso al IU: La oportunidad perdida

 

                Lo crean muchos o no, que PODEMOS se presente a las elecciones obliga a IU a espabilar y, eso, es genial. El simple hecho de que hayan leído mejor el manejo mediático, el cómo ilusionar a los desencantados de centro izquierda y la acertadísima forma y tiempo en el que presentar la candidatura debería hacer pensar a la coalición de Cayo Lara. Era una oportunidad perfecta para que IU emprendiera el camino de radicalizar sus posturas y “modernizar” sus formas. Tras el pulso lanzado por Pablo Iglesias… no lo tengo tan claro.

                En primer lugar porque no es un pulso justo y, menos si es para crear un frente de izquierda. Para que lo fuera, las primarias también deberían darse en PODEMOS que, antes de la democrática gestación de su programa, ya tiene elegido a Iglesias como líder. En segundo lugar, porque para que fuese justo debería ceder cuota de pantalla (y no solo en La Tuerka) al resto de aspirantes. Y por último, de ser justo, no debería considerar sólo a Izquierda Unida, si no a los múltiples partidos de izquierda que están dentro de IU y fuera de él: Anova, Aralar, PCE, CUT-BAI, Izquierda Federal, Sortu, Izquierda Abierta, ERC, Equo, BNG, IxC, Compromís, Los Verdes… etc. De otro modo parece que se pretenda un bipartidismo totalizante de izquierda. Lo cual, creo, un error sumo.

                La sensación que me queda tras el pulso, es que se pretende organizar un frente de masas sin masas organizadas, hiperliderado y sustentado por el músculo militante prestado de IU para encumbrar al poder a un autoproclamado grupo desde los mass media. Vamos, construir la casa por el tejado, y, lo que es peor, mediante la imposición desafiante (y si se me permite arrogante) de su personalista líder. 



Conclusiones y crítica constructiva

                La aparición de PODEMOS es una alegría para la izquierda, no cabe duda. Es un golpe de aire fresco y de nuevas lógicas políticas que obligaran a muchos a repensar su estrategia política y, eso, siempre es bueno. Al mismo tiempo tener un líder a lo Esperanza Aguirre en la izquierda era más que necesario. No se podía mantener la dinámica tradicional donde, pese a tener razón, nuestra capacidad de convencer era entre escasa y nula. 

                Por otro lado, de darse polémica entre PODEMOS y el resto de organizaciones de izquierda puede suponer una cuota mediática sin igual, lo que sin duda ayudará a las formaciones ya existentes a darse a conocer. Sin embargo, ese empeño en “tirarse” a por IU puede acabar haciendo del espectro de izquierda un partido de tenis tras el que se silencie el resto de posibilidades. 

                Pese a todo ello, el planteamiento es un error en mi opinión. La diversidad no nos debe asustar y, desde ella, debemos aprender a converger. La imposición de converger/competir por “huevos”, los pulsos “a ver si te atreves” no nos van a llevar a buen puerto. Ojalá podamos construir un frente donde todos voluntariamente queramos estar, sin imposiciones de nadie. Imposiciones, por otra parte, que surgen de la pura necesidad de quien impone y que, de no ser bien gestionadas, no harán bien a nadie. 

                Como muchas veces se ha escuchado, sitio hay para todo el mundo (salvando las líneas rojas propias de la izquierda). El problema no está en el combate honesto entre corrientes político intelectuales, sino en las carencias habituales que no quedan solventadas por ningún lado. Pendiente queda la inclusión de un feminismo emancipatorio como condición sine ecua non y no relegable. Queda pendiente un acercamiento real al ladrillo de los barrios, a lo choni y cani, a la parte más obrera alejada de los ambientes intelectuales típicos y del gafapastismo FNAC-Instagram. Queda pendiente una solución propositiva sobre modelos productivos plausibles lejos del marco neoliberal, ese que los decrecentistas/ambientalistas/renta básica/ecofeministas llevan tantísimo tiempo trabajando.



 
                Seguramente quienes hoy formen parte de Podemos alegarán que esas cosas se solventarán si se generan los discursos adecuados en la creación popular del programa. Bueno, no digo que no sea posible, solo que no me lo creo. Por mucho que las bases tiren de decrecentismo (por ejemplo) no creo que Pablo Iglesias ni el autoproclamado líder de IA Miguel Urbán defenderán dichas posturas. Quizá me equivoque.
                Pero por encima de todo queda muy pendiente dinamitar el individualismo que vivimos. Lograr bajar al adoquín y que nos entiendan los parias hoy llamados precariado. También queda aprender de ellxs y que se animen a participar. Falta esa masa que, tras manifestarse contra atropellos neoliberales, quiera opinar y pensar modelos a nivel local-regional. 

                Todo ese trabajo está por hacer y, de momento, ni IU, ni Equo, ni Izquierda Anticapitalista lo está haciendo. ¿Lo hará PODEMOS? Yo esperaba que sí, pero mi sensación es que una vez más, se pretende construir la casa por el tejado. Pese a todo, como ya he dicho mil y una veces máximo respeto por quien lucha. Aquí están mis manos y mi tiempo para trabajar a su lado también, para lo que necesiten. No me convencen por el momento, pero adelante compañerxs, nos vemos en los adoquines. 


lunes, 20 de enero de 2014

La unidad de la izquierda





La irrupción de PODEMOS en la escena política no puede ser menos que una alegría para todos los que nos posicionamos (o eso creemos) en el espectro ideológico de la izquierda. Sin embargo, es necesario ser tan críticos con todas estas alternativas a las ya existentes como las organizaciones clásicas en la izquierda. Si se aspira (o eso se dice cada vez que se tiene ocasión) a crear un frente de izquierda o, mejor aún, un frente de masas capaz de ejercer un proceso transformador, necesitamos analizar con detalle las capacidades, intenciones y fuerza de las organizaciones así como su posible convivencia en un proceso político. 


El terreno sobre el que pisamos: tenemos la hegemonía perdida.

                La Tuerka ha sido de los pocos grupos que han sabido contraponerse de manera eficaz a este problema, sin embargo, es poco más que una gota dentro de un inmenso mar. Por mucho que en los bares escuchemos gente que pone en duda lo que hasta hace poco era incuestionable, seguimos enjaulados en un marco de pensamiento capitalista-emprendedor-neoliberal. Marco, del que será muy difícil desprendernos para hacer una candidatura electoral y mucho menos de la noche a la mañana.

                Sin una pedagogía política eficaz todos sabemos que la gente (nosotros incluidos) acabaremos besando nuestras propias cadenas. ¿Puede un partido sin bases potentes realizar esta pedagogía? Difícilmente. Su única estrategia viable es moderar su discurso o, al menos, hacerlo asumible con el pensamiento hegemónico medio para, una vez con masa, virar progresivamente a la izquierda. ¿Puede un partido con bases potentes  realizar esta pedagogía sin usar los canales adecuados a su tiempo? Difícilmente. Su única estrategia viable es adaptarse al contexto.

                Bajo esta premisa tenemos que las izquierdas nacionalistas combinan muy bien pedagogía y bases (han sido muchos años de trabajo) pero les falta el punch transnacional necesario para que su política pueda transformar su realidad. Tenemos a IU con unas bases fuertes pero que aún no han sido capaces vehiculizar su discurso con eficacia (aunque la aparición de Alberto Garzón y la pujanza de los cuadros más juveniles son una esperanza). Tenemos a Equo y los decrecentistas que ni tiene militancia capaz (en número), ni tiene capacidad de llevar su discurso a la gente más allá de las universidades y ciertas organizaciones ecologistas e intelectuales. Por último, tenemos a PODEMOS que tiene la mejor disposición para hacer llegar su discurso pero le falta músculo militante, bases al fin y al cabo, para que esa pedagogía se lleve a la práctica y, por lo que parece, son conscientes. 


  

Las experiencias vividas

El 15M nos debe servir de lección para muchas cosas. Lejos de las experiencias políticas de cada uno, creo que es importante darnos cuenta de lo allí vivido está más cerca de la tan mencionada “realpolitik” de lo que nos cuentan quienes se suelen sentar a dar charlas en las asociaciones y movimientos. 

Allí vimos lo difícil que es apelar a “la masa por la masa” para organizar una acción política pero, por el contrario, lo fácil que es atraer masa bajo determinantes ganadores de bajo perfil. “No nos representan” “Esto no es democracia” “Abajo el régimen” “Fin del bipartidismo PPSOE” fueron lemas atrevidos, ilusionantes y capaces de movilizar masas ingentes de personas durante 2011 pero no fueron capaces de articular nada por su bajo perfil pero, sobre todo, porque no tenía bases conformadas: era un encuentro ente gente inquieta. La diferencia entre un bar grande lleno de gente indignada y un centro político (aunque haya cervezas) son la unidad de respuestas a esos determinantes. Cómo se responde a “qué nos representa” “qué es democracia” “qué hacemos una vez caiga el régimen” o “qué hacer tras el bipartidismo” es lo que articula un partido. Por eso las ideologías diversas tienen tantos problemas de convivencia. 

Durante aquellos meses todos deseábamos un cambio pero anticapitalistas y capitalistas no conseguían ponerse de acuerdo. Socialdemócratas y anarquistas se escandalizaban entre sí con discursos de realidad y aquello acabo diluyéndose. La única forma de “convivir” era enrasando a la baja, es decir, reproducir discursos muy similares a los que nos habían llevado al desastre pero algunos párrafos agresivos. Aprendimos entonces lo que querían decir las palabras de Henry Ford, inventor del automóvil y la cadena de producción estandarizada (sé lo provocador del ejemplo) “Si le hubiera preguntado a mis vecinos que necesitaban me habrían dicho que un caballo más veloz”




La difícil convivencia

                Una de las cosas que aprendí yo de mi experiencia en el 15M es que la revolución necesita direccionalidad o se autofagocita. En palabras de Trosky: “la revolución de los hambrientos termina en la panadería de la esquina”. Hace falta liderazgos amplios que dirijan, que enseñen, que instruyan en la direccionalidad. Esto no es igual a imponer el pensamiento. Es sencillamente que se puede considerar la opinión de cualquiera pero desde un marco ideológico definido.
                Es cierto que PODEMOS tiene definido una serie de líneas rojas, pero en mi opinión la afluencia de “recién llegados” (bienvenidos todos por supuesto) hará difícil la convivencia de izquierdas. ¿Cómo se tomará un ex votante del PSOE, convencido de las bondades de la socialdemocracia “a lo Europa en los 70” de la autogestión productiva o del desmantelamiento de la inversión privada capital-productiva? ¿Qué dirá del decrecimiento o de la prohibición de acaparar trabajos? ¿Qué dirá del derecho de autodeterminación de los pueblos? ¿Entenderá la necesaria retribución del trabajo reproductivo o de la eliminación de las consideraciones de género? ¿Tomará como propias las propuestas queer o de lo contrario se sentirá más cómodo con el falso feminismo de estado a lo Fernández de la Vega? ¿Cuántos socialdemócratas se unirán por cada queer? ¿Qué solución es más plausible que lo queer y el decrecentista se modere o que el socialdemócrata se radicalice?

                Nos guste o no, para que una persona que ha asumido el capitalismo como una vía y la socialdemocracia como alternativa más cercana a la izquierda la se “radicalice” o, al menos entienda como viable el anticapitalismo, hace falta tiempo. ¿Será suficiente tiempo de aquí a las elecciones europeas? No lo creo.



El miedo a la diversidad

        De manera machacona y permanente se habla de la unidad como condición necesaria e indispensable para la izquierda. Yo no estoy de acuerdo. Creo que es importante que entendamos que, mientras unos partidos trabajan con el centro ideológico (para “hacerlo” izquierda tibia) otros trabajan con la izquierda tibia (para hacerla moderada) y los de izquierda moderada trabajan con los suyos (para hacerlos izquierda radical). ¿Es posible la unidad a distintos ritmos? No lo creo.

       Creo que lo único plausible es la unidad direccional o, dicho de otro modo, la colaboración activa. Para las elecciones europeas, donde es importante dar un buen mordisco electoral y testar fuerzas, todas estas izquierdas deben colaborar, pero no para las municipales ni generales. Para los comicios estatales la colaboración se debe plasmar en el congreso con pactos útiles pero no durante la campaña electoral.

      Durante la campaña electoral debemos ser capaces de ampliar la representatividad de la izquierda. Que quienes tengan una visión muy altersistema y quienes aun se posicionen en la izquierda mas tibia estén representados. Que ambos nichos electorales puedan confluir en una manifestación y autocontagiarse sin decepciones por ser demasiado tibios o demasiado radicales. Olvidarnos de ser un pesado elefante para tratar de ser un banco de pequeños peces que deciden aletear hacia un mismo camino, cada uno a su ritmo, con sus diferencias, pero con la visión puesta en la convergencia. Un frente de masas funcional que no estructural.