La irrupción
de PODEMOS en la escena política no puede ser menos que una alegría para todos
los que nos posicionamos (o eso creemos) en el espectro ideológico de la
izquierda. Sin embargo, es necesario ser tan críticos con todas estas
alternativas a las ya existentes como las organizaciones clásicas en la
izquierda. Si se aspira (o eso se dice cada vez que se tiene ocasión) a crear
un frente de izquierda o, mejor aún, un frente de masas capaz de ejercer un
proceso transformador, necesitamos analizar con detalle las capacidades,
intenciones y fuerza de las organizaciones así como su posible convivencia en
un proceso político.
Los buenos análisis desembocan en buenas praxis
A
la formación de Pablo Iglesias se le puede achacar muchas cosas, pero desde
luego nadie puede dudar de su astucia e inteligencia. Sabedores de la
importancia de los medios de comunicación han explotado este recurso mucho más
allá de lo que cualquier organización de izquierdas precedente hubiera
imaginado consiguiendo todo un hito a estas alturas de la crisis de régimen:
ilusionar. La gran incógnita es saber a quién.
No
queda claro (por muchos que repitan el mantra de que todo el mundo cabe) cual
será su nicho político. ¿Restará votos a IU? ¿Conseguirá los votos transnacionales
de las izquierdas periféricas? ¿Acaparará a los votantes de izquierda del PSOE?
¿Conseguirá movilizar a quienes se abstuvieron? Todo son incógnitas. Lo único
que parece claro es que va a obligar a ponerse las pilas a la izquierda mas
“acomodada”. Han demostrado con su capacidad mediática hacerse con un nicho
que, de no aparecer esta fuerza de izquierdas, probablemente habría acabado en
manos de la extrema derecha del rosto amable del Capriles español: Albert
Rivera. Un rotundo éxito y una alegría para cualquier persona de izquierdas.
Ahora
bien, no todo son palmaditas en la espalda. Como bien dijo Nega en uno de sus
artículos falta mucha choni y mucho cani por entrar en la partida y no parece
que la intelectualidad por antonomasia de los Fort Apache y las Tuekas lleguen
a ellos. Tampoco parecen hacerlo el resto de organizaciones de izquierdas así
que la responsabilidad es compartida pero, al ser una fuerza nueva, yo de
ellos, espero ese hecho diferencial. Ojalá llegue.
¿Hiperliderazgo necesario?
Al igual que Pablo Iglesias, yo también creo que cuando no hay bases sociales pujantes los liderazgos fuertes se hacen más que necesarios. El problema radica en el modelo de liderazgo y en el perfil de quien lidera.
En
primer lugar discrepo en que no haya bases sociales lo suficientemente potentes
a nivel ideológico. Si algo demostró la pluralidad visibilizada tras el 15M es
que existen solidas bases intelectuales y fuertes bases inquietas. Lo que falta
es organización. Salvo las izquierdas periféricas soberanistas, que en su
mayoría están perfectamente organizadas (pivotando generalmente en un fuerte
determinante de oposición), el resto de las izquierdas andan bastante
desperdigadas. Podemos considerar que Izquierda Unida (fundamentalmente PCE y PCPE)
es la única bien organizada en el plano formal, sin embargo, su infiltración
social más allá de las universidades es relativa.
La
izquierda mas ecologista/decrecentista parece que progresivamente empieza a
tener mayor presencia de la mano de Equo e intelectuales como Taibo, pero su
organización social es escasa y precaria.
La izquierda mas alter sistema es probablemente la más extendida pero la
menos organizada a nivel formal. Tiene reductos en múltiples barrios obreros
pero su organización es prácticamente inexistente. Si además tenemos en
consideración que muchos de sus miembros practican el absentismo activo,
tenemos una gran masa poco proclive a la movilización electoral.
Por último, y no menos importante, tenemos al
feminismo. Está claro que no precisan de una organización formal; bueno, no
debieran precisarla. Probablemente sea la izquierda mas olvidada (tristemente)
por las organizaciones formales. Aunque todas lleven en su programa algún
apartado al respecto en la práctica es raro verles priorizar su praxis por la
línea violeta.
¿Ante
este panorama la alternativa hiperliderada es viable? Sinceramente no lo creo,
pero de serlo, su perfil no creo que sea el de Pablo Iglesias. En primer lugar,
porque desde sus inicios mediáticos en La Tuerka se ha posicionado fuertemente
en la priorización de un tipo de izquierda frente al resto, lo cual, a priori,
le produce un gran desgaste. En segundo lugar, por el halo personalista de muchas
de sus intervenciones menos mediáticas (pero colgadas en internet) y esa imagen
mesiánica que algunos sectores de izquierda crítica le achacan. Esa imagen del
yo tengo más razón porque tu posición no gana batallas (todo ello regadas con alusiones
a Gamsci, Wallestein o incluso Stalin con sus cañones). Por último, pese a lo
ilusionante de su ritmo discursivo y su dialéctica, no ha sabido desprenderse
de su lado “cultureta”. Difícil obviar su ego sobredimensionado al hablar de
matriculas universitarias o el colocar por delante su trabajo como profesor
para tener cierto grado de credibilidad mediática.
En
mi opinión un perfil de liderazgo capaz de aglutinar al conjunto de la
izquierda puede ser el de Ada Colau (PAH) o el de David Fernández (CUP). Más
cercano en apariencia al perfil obrero (gente de barrio) pese a que tengan
estudios superiores. Con un ego menos patente o, al menos, una humildad bien
aparentada y, sobretodo, más conciliadores. Sin duda una persona como Pablo
Iglesias, con su personalidad (en mi opinión la Esperanza Aguirre de la
izquierda) y su carisma debe ser uno de lxs muchxs líderes de la izquierda
pero, si la opción es el hiperliderazgo, creo que su candidatura es un error. No
digo que vaya a ocurrir, pero podemos cae en abrir la puerta a la formación un
nuevo príncipe (o no):
“Si los grandes ven que no es posible resistir al pueblo, comienzan por
formar una gran reputación a uno de ellos, y, dirigiendo todas las miradas
hacia él, acaban por hacerle el príncipe. A fin de poder dar, a la sombra de su
soberanía, rienda suelta a sus deseos” (Maquiavelo, El príncipe)
Alternativa por copia, un error: modelo Venezuela o Syriza
Mi
opinión es que la opción más inteligente para las izquierdas del estado es un
formato de múltiples liderazgos convergentes sostenidos por las masas. Algo
similar a lo que permitió la segunda república.
Por
el contrario Izquierda Unida se empeña en intentar lanzar la Syriza española
obviando que los griegos unieron masas y partidos a través de unos sindicatos
que se olvidaron del corporativismo. Esto está muy lejos de ocurrir en España.
Con una pérdida absoluta de credibilidad en la lucha sindical, lo más parecido
que tenemos aquí son las mareas y, muy a mi pesar, con las mareas no vamos a
ningún lado. Las mareas no dejan de ser organizaciones corporativistas vestidas
de movimiento social transversal pero que se mueven por intereses propios
(aunque te venden que son el eje fundamental del pueblo). Salvo deriva radical
de sus posiciones, la marea blanca (que solo se movilizó cuando lo que quedaba
por privatizar eran sus sueldos) y la marea verde (que con Zapatero debían
vivir en el paraíso terrenal) son ejemplos muy claro de cómo está el mundo
obrero hoy en día.
Hasta
que las mareas no comiencen a ser propositivas fuera de sus intereses y
comiencen a repensar sus sectores laborales alejándose de sus nóminas (aunque
sin perderlas de vista), difícilmente una especie de Syriza será posible. Si la
solución a nuestros males es que todo siga siendo público pero dominado por las
mismas lógicas que nos han llevado al caos, al menos yo, no quiero esa
solución.
Izquierda
Anticapitalista y PODEMOS optan por la vía Venezolana (PSUK) obviando que ambos
países se encuentran en situaciones radicalmente opuestas. Es muy fácil copiar
modelos, lo difícil es adaptarlos. Cuando Hugo Chávez forma el PSUK el país
estaba totalmente desestructurado. El poder productivo, institucional y militar
estaba disgregado y la represión dependía más de sobornos y contraprestaciones
oscuras que de ordenes verticales. En España eso no ocurre. PPSOE, poder
económico, militares, instituciones, poder productivo (financiero) y poder
cultural son todos tentáculos de un mismo animal. España no está
desestructurada como estaba Venezuela. La corrupción es posible, pero la gente
sigue creyendo en su policía (les llama si lo necesita), en sus jueces (pleitea
si lo cree conveniente) y aun tiene esperanza en que el sistema electoral es
limpio. Eso no ocurría en Venezuela y, por eso, una unión de partidos que daba
la credibilidad que ni el estado, ni las fuerzas del estado ofrecían se alzó
con el poder. ¿Es posible eso en España? No lo creo.
El
resto de izquierdas están por pensar en el que hacer, salvo las periféricas
soberanistas. En mi opinión son de las pocas que entienden el terreno en el que
juegan (paradigmático el caso de las CUP o el SAT) pero como todo puedo
equivocarme.
El pulso al IU: La oportunidad perdida
Lo
crean muchos o no, que PODEMOS se presente a las elecciones obliga a IU a
espabilar y, eso, es genial. El simple hecho de que hayan leído mejor el manejo
mediático, el cómo ilusionar a los desencantados de centro izquierda y la
acertadísima forma y tiempo en el que presentar la candidatura debería hacer
pensar a la coalición de Cayo Lara. Era una oportunidad perfecta para que IU
emprendiera el camino de radicalizar sus posturas y “modernizar” sus formas. Tras
el pulso lanzado por Pablo Iglesias… no lo tengo tan claro.
En
primer lugar porque no es un pulso justo y, menos si es para crear un frente de
izquierda. Para que lo fuera, las primarias también deberían darse en PODEMOS
que, antes de la democrática gestación de su programa, ya tiene elegido a
Iglesias como líder. En segundo lugar, porque para que fuese justo debería
ceder cuota de pantalla (y no solo en La Tuerka) al resto de aspirantes. Y por
último, de ser justo, no debería considerar sólo a Izquierda Unida, si no a los
múltiples partidos de izquierda que están dentro de IU y fuera de él: Anova,
Aralar, PCE, CUT-BAI, Izquierda Federal, Sortu, Izquierda Abierta, ERC, Equo,
BNG, IxC, Compromís, Los Verdes… etc. De otro modo parece que se pretenda un
bipartidismo totalizante de izquierda. Lo cual, creo, un error sumo.
La
sensación que me queda tras el pulso, es que se pretende organizar un frente de
masas sin masas organizadas, hiperliderado y sustentado por el músculo
militante prestado de IU para encumbrar al poder a un autoproclamado grupo
desde los mass media. Vamos, construir la casa por el tejado, y, lo que es
peor, mediante la imposición desafiante (y si se me permite arrogante) de su
personalista líder.
Conclusiones y crítica constructiva
La
aparición de PODEMOS es una alegría para la izquierda, no cabe duda. Es un
golpe de aire fresco y de nuevas lógicas políticas que obligaran a muchos a
repensar su estrategia política y, eso, siempre es bueno. Al mismo tiempo tener
un líder a lo Esperanza Aguirre en la izquierda era más que necesario. No se
podía mantener la dinámica tradicional donde, pese a tener razón, nuestra
capacidad de convencer era entre escasa y nula.
Por
otro lado, de darse polémica entre PODEMOS y el resto de organizaciones de
izquierda puede suponer una cuota mediática sin igual, lo que sin duda ayudará
a las formaciones ya existentes a darse a conocer. Sin embargo, ese empeño en
“tirarse” a por IU puede acabar haciendo del espectro de izquierda un partido
de tenis tras el que se silencie el resto de posibilidades.
Pese
a todo ello, el planteamiento es un error en mi opinión. La diversidad no nos
debe asustar y, desde ella, debemos aprender a converger. La imposición de
converger/competir por “huevos”, los pulsos “a ver si te atreves” no nos van a
llevar a buen puerto. Ojalá podamos construir un frente donde todos voluntariamente
queramos estar, sin imposiciones de nadie. Imposiciones, por otra parte, que
surgen de la pura necesidad de quien impone y que, de no ser bien gestionadas,
no harán bien a nadie.
Como
muchas veces se ha escuchado, sitio hay para todo el mundo (salvando las líneas
rojas propias de la izquierda). El problema no está en el combate honesto entre
corrientes político intelectuales, sino en las carencias habituales que no quedan
solventadas por ningún lado. Pendiente queda la inclusión de un feminismo
emancipatorio como condición sine ecua
non y no relegable. Queda pendiente un acercamiento real al ladrillo de los
barrios, a lo choni y cani, a la parte más obrera alejada de los ambientes
intelectuales típicos y del gafapastismo FNAC-Instagram. Queda pendiente una
solución propositiva sobre modelos productivos plausibles lejos del marco
neoliberal, ese que los decrecentistas/ambientalistas/renta
básica/ecofeministas llevan tantísimo tiempo trabajando.
Seguramente
quienes hoy formen parte de Podemos alegarán que esas cosas se solventarán si
se generan los discursos adecuados en la creación popular del programa. Bueno,
no digo que no sea posible, solo que no me lo creo. Por mucho que las bases
tiren de decrecentismo (por ejemplo) no creo que Pablo Iglesias ni el
autoproclamado líder de IA Miguel Urbán defenderán dichas posturas. Quizá me
equivoque.
Pero
por encima de todo queda muy pendiente dinamitar el individualismo que vivimos.
Lograr bajar al adoquín y que nos entiendan los parias hoy llamados precariado.
También queda aprender de ellxs y que se animen a participar. Falta esa masa
que, tras manifestarse contra atropellos neoliberales, quiera opinar y pensar
modelos a nivel local-regional.
Todo
ese trabajo está por hacer y, de momento, ni IU, ni Equo, ni Izquierda
Anticapitalista lo está haciendo. ¿Lo hará PODEMOS? Yo esperaba que sí, pero mi
sensación es que una vez más, se pretende construir la casa por el tejado. Pese
a todo, como ya he dicho mil y una veces máximo
respeto por quien lucha. Aquí están mis manos y mi tiempo para trabajar a
su lado también, para lo que necesiten. No me convencen por el momento, pero
adelante compañerxs, nos vemos en los adoquines.