viernes, 1 de noviembre de 2013

Hazme caso, tengo tetas





             Lo reconozco, como cualquier hombre (las mujeres también lo hacen), he consumido cuerpos sin preocuparme demasiado la persona que los portaba. Cierto es que he consumido menos de los que quise, más bien los que me dejaron, cosas de esa jungla llamada salir de fiesta. Sin embargo, en los últimos años, sea por madurez, por viejunismo o vete tú a saber, empiezo a notar que me importan más ciertas cosas y me molestan bastante otras que antes que me pasaban desapercibidas. No es que de pronto me preocupe en conocer los sentimientos más profundos de una persona que conozco en un local oscuro, lleno de ruido y con varias copas encima; pero ese artificio de “conocer” gente, comienza a desesperarme.


                Podría decirse que siempre me ha seducido la inteligencia de una mujer. No esa inteligencia a la que se recurre normalmente. Esa que se caracteriza popularmente con rasgos felinos, propias de arpías, malas artes y demás leyendas populares. Me he sentido intelectualmente excitado con mujeres que son claramente más inteligentes que yo o que tienen más cultura y conocimientos en alguna faceta. El problema venía que normalmente, al menos en mi experiencia, a esas mentes interesantes no les solía acompañar una erótica sexual o me pillaban un poco a desmano, pues me solían sacar demasiados años.

                Con el tiempo me he empezado a dar cuenta de que a medida que se acercan a los treinta, muchas de las mujeres que no habían demostrado públicamente sus opiniones van despojándose de esa indefensión aprendida que se inocula en sus mentes desde bebés. Eso que las hace sentirse inseguras de discrepar, que las hace pensar que no tienen razón, que las “obliga” a no destacar, a cerrar las piernas en el espacio público (mientras que los hombres disponen de tanto espacio como pretendan -> leer) y que, del mismo modo, las hace creer que mostrar su valía les resta atractivo.
Clásica GILIPOLLEZ demasiado extendida. El CI de Marilyn Monoroe era de 164 (Einstein 159) era agente doble y pasaba datos a paises y potencias enemigas de EE.UU.

                Pese a todo, pese a ese cambio extraordinario, en ese relacionarse “de fiesta” las cosas siguen igual. Lejos de ser eventos hipersexuales, que podrían tener su atractivo puramente carnal, me doy cuenta de que son eventos pornográficos, sitios donde los roles están preestablecidos, sobreactuados y sobreexpuestos. Si eres clasificable como “tio bueno” se te acepta que muestres brusco o incluso borde con el resto. En caso de que no se te conceda la condición de lógicamente borde pasas a ser exigente. Exigente es el eufemismo de “eres demasiado exigente para el cuerpo escombro que tienes”. Con las mujeres pasa lo mismo, diría incluso que es aun peor. Si tienes la etiqueta de buenorra tienes licencia para lo que sea, si no, necesariamente debes ser la amiga maja.



                No estoy descubriendo el choripán, lo sé, lo que me molesta es no poder escaparme de ellos. En los últimos meses si se me acerca una mujer de las consideradas explosivas tengo que mostrarme receptivo por obligación (no, no es algo que me suela ocurrir). Del mismo modo si estoy de fiesta, con alguna copa de mas encima, el hecho de que me pasen por la cara unas tetas hermosas harán que sienta un excitación propia de Priapo y me disponga a mantener relaciones sexuales en cualquier lugar y a cualquier hora… pues no.
                Se que suena raro en boca de un hombre. Sé que no es comparable la presión social sobre las mujeres que la que la sociedad ejerce sobe mi, pero me molesta igualmente. Me da igual lo grandes que sean sus tetas (en general las prefiero pequeñas) o lo bien que mueva el culo habrá ocasiones en las que me apetezca consumir cuerpos, pero no soy un telepizza.

                Me siento especialmente incómodo cuando a esto se le superpone la presión de grupo. Con esas frases que animan a todo macho viviente del tipo: “pero mira como se mueve, el vicio que tiene, te va a exprimir” o la clásica “esta es la típica modosita que luego es una guarra, dale tío dale”. Pues mira no me apetece (por lo que sea) Y claro, cuando la presión no hace el efecto deseado, la mujer en cuestión se enfada. Lógica not found.


                Estas cosas se magnifican en las fiestas típicas. Carnavales, Halloween o Noche Vieja son los típicos momentos donde salir de fiesta supone tanto para ellas como para ellos pornografizar la noche. Donde la chica que te cae fatal te enseña las tetas como único reclamo o el chico al que no soportas demuestra su sentido del humor por los cojones y su dominio “viril” de la conversación a la que no puedes decir que no.

                No reclamo para nada el amor romántico, pero tengo derecho a que no me apetezca tener sexo, esté soltero o no. Sin embargo, me encanta encontrarme con una mujer que trata de seducirme al método tradicional pero inverso. Que me vea como un objeto sexual y que tome las riendas de la seducción. Que tome la iniciativa, muestre su inteligencia y buen humor. Intercambiar roles, tomar la iniciativa alguna vez o consumirnos los cuerpos si es lo que toca. Una pena que me pase alguna vez más no me pase más a menudo No necesito mujeres académicas o superdotadas, tan solo interesantes, no creo que sea algo tan raro.

                Para terminar he de decir que conozco, por suerte, muchas mujeres interesantes, inteligentes y cultas. Muchas lo son, la mayoría. Sin embargo mujeres hombres y viceversa está haciendo mucho daño y salir “de fiesta” últimamente es como para echarse a llorar.

1 comentario:

  1. Lo más triste de toda esta entrada es que tú eres uno más de los "machos alfa" a los que criticas. Solo buscas ser admirado por otras mujeres, sean estas cultas, tontas, gordas o flacas. Te sale solo lo de humillar a quien sea si no te gusta lo que está diciendo en ese momento. Criticas lo que haces; eso es de ser pésima persona.

    ResponderEliminar