Los
duelos son en medicina y psicología esos procesos por los cuales las personas
superan ciertos acontecimientos graves y de pérdida que le producen un shock o
trauma en la vida. Estos traumas dependen mucho de cada persona, pueden ser
cosas buenas como tener un hijo o malas como perder un ser querido. En otras
ocasiones el proceso no es tan traumático a ojos de otras personas pero para
uno mismo si es algo difícil de superar pues importan mucho emocionalmente: una
ruptura amorosa, la pérdida de un trabajo, un fracaso personal o el cambio de
residencia a otro país. Se supone que lo natural y no patológico es que estos
procesos duren un año o año y medio porque la psicología clásica dice que si no
se completa el duelo en ese periodo se puede entrar en procesos depresivos o ansiosos.
Se supone…
Y
es que la medicina como la psicología no es escrupulosamente exacta y sirve
para todo el mundo por igual. Muchas veces uno piensa en cómo la gente afronta
las pérdidas de seres queridos en el hospital y se da cuenta como hay quienes
empiezan a vivir el duelo anticipadamente y, como otra gente, después de bastante
tiempo si siquiera ha empezado ese duelo. Lo mismo ocurre con las personas a
las que se les diagnostica un cáncer terminal o una enfermedad degenerativa o
los adictos a sustancias. Pareciera también como si ese año “natural”
correspondiese mas a un criterio puramente arbitrario nacido de la medición de
los tiempos antaño “Cuando vuelvan las nieves” “Han florecido los campos quince veces desde
que naciste” y como también, cada duelo es un mundo.
No
siempre se duela al ser querido, en ocasiones se duelan los domingos que salían
a pasear, los ronquidos de la cama o los guisos. La emocionalidad tiene caminos
y rumbos que se le escapan a la razón. No se puede racionalizar un duelo. Uno
no puede decidir que como ha transcurrido un año, ya tengo que estar bien y
salir adelante como si nada, como tampoco se puede decidir que duelar y que no.
Algo parecido sucede con las afrentas, muchas veces no causa daño el hecho en sí
(que pueden ser una tontería) si no los sentimientos que se produjeron durante
ese hecho y, liberarse de ese recuerdo es difícil. Debido a esto, muchas veces
los empeños racionales en intentar superar duelos son totalmente
contraproducentes pues lo único que se consigue es dar vueltas sobre la cuestión
que se pretende superar y no permitirse alzar la mirada y seguir hacia delante.
Todo
esto lo sé porque hoy puedo decir que he superado un duelo de forma “natural”
con mi año entero (aunque se supone que los 6 meses es lo más adecuado) y con
las fases clásicas del proceso de duelo. De hecho, en realidad puedo decir que
en poco tiempo he superado dos duelos distintos, uno que me ha llevado casi año
y medio – dos años y este de un año. No ha sido fácil, ni agradable, ha ido
voluntad. Es curioso cómo podemos superar
etapas de la vida cuando uno tiene un propósito concreto, una meta o mantiene
una conducta, aunque sea forzada al principio, unida de la voluntad de seguir. Supongo
que es cuestión de aceptar debilidades y asumir que uno no puede controlar el
100% de las cosas que le pasan, ni externas ni internas. Que el vivir quizá
solo es un surfear las olas que nos van llegando y mantener el equilibrio para
caernos lo menos posible pero, si nos caemos, hay que subirse a la tabla de
nuevo porque otra ola llegará y si no nos pilla en la tabla puede que no nos
enteremos o puede que rompa encima nuestro y nos arrastre al fondo.
Supongo
que se puede resumir en que todo consiste en la voluntad de subirse a la tabla
y no pretender estar a merced de las olas, pero tampoco tratar de controlar el
mar. A veces habrá marejadas y otras veces calma y rutina pero siempre es mejor
que nos pille con la tabla presta. Al fin y al cabo no hay nada como disfrutar
de cabalgar una ola grande, potente y duradera. Si no te dejas llevar, si no
decides simplemente vivir es difícil poder disfrutar del mar y de la vida. A
veces es todo más sencillo de lo que parece, solo es voluntad y actitud.
Subir a la tabla conlleva el riesgo de caerse, y la posibilidad de disfrutar de travesías maravillosas. Quedarse en la playa mirando las olas te asegura que lo único que pasará seguro será el tiempo.
ResponderEliminarLos duelos y en concreto el desamor son una putada para el que lo vive, pero creo que extraen de uno las palabras y relatos más desgarradoramente bellos y sentidos, como los que has publicado últimamente.
Ánimo.