viernes, 6 de diciembre de 2013

Nelson Mandela y la hipocresía progreguay






               
Ha muerto Nelson Mandela. Ha muerto uno de los personajes más importantes del siglo XX. Sin embargo la historia, al menos la historia mainstream, no está siendo justa en valorar la contribución de “Madiba”.

Luces

                Todos hemos oído hablar de la situación de Apartheid de Sudáfrica. Situación que no era muy desigual en el resto del continente hasta que los movimientos de descolonización hicieron aparición en el continente (con mayor o menor fortuna). Por formar parte de esta corriente libertadora, en el movimiento Umkhonto weSizwe, Mandela fue arrestado y condenado a prisión de por vida. Su mujer WinnieMadikizela (personaje muchísimo más interesante que Mandela por cierto) también fue condenada a prisión por colaboración con esta organización que era similar al IRA, ETA o la RAF y en la que conoció a Mandela. 

                Durante su estancia en prisión fue progresivamente convirtiéndose en el icono de la liberación de los negros sudafricanos y, por extensión, del continente entero. Se posicionó claramente a favor de la revolución cubana (admirador declarado del Che Guevara) y de los movimientos descolonizadores y revolucionarios del África negra. De este modo progresivamente se convirtió en un símbolo y sus escritos inspiraron las ansias de libertad de millones de africanos. Destacables son sus cartas apoyando el combate contra las oligarquías en Angola y Namibia y las argumentaciones filosóficas y éticas a favor de la unión de los oprimidos contra los opresores. 

                Sin embargo su influencia traspasó fronteras y se ganó simpatías de los obreros europeos que luchaban contra la ofensiva neoliberal. Inspirador importante en la revolución de los claveles portuguesa (influencia indirecta por el apoyo a Angola) y en los argumentarios de la RAF o Tierra Lliure consiguió ser el objetivo propagandístico de los neoliberales. Tachado de terrorista se inició durante los años ochenta una agresiva campaña de propaganda y censura mediática en Europa para evitar simpatías y mantener el saqueo africano. Durante esa década las luchas, atentados y boicots se intensificaron al mismo ritmo que la salvaje represión. Mientras tanto el CNA (el Sinn Fein o Herri Batasuna sudafricano) inició campañas de huelgas, marchas y movilizaciones que, al tiempo que aglutinaban las clases “medias-bajas” blancas, conseguían mayor repercusión en el mundo occidental que el resto de iniciativas más “agresivas”.




Sombras

                Cambió la gestión neoliberal de la información sobre el país (hay que entender que aún no habían conseguido el control total de los medios masivos de información) y, sumando la presión popular internacional (exclusión de competiciones deportivas de masas) y la insurrección negra, el gobierno sudafricano (blanco) excarceló a Mandela en el año 90 para evita la fractura del país y una posible guerra civil que no podían ganar. 

                Hay que entender que por aquella época la presencia militar occidental en África, aunque presente, no era suficiente para controlar un eventual apoyo solidario de las masas en los países vecinos. La única forma de combatir una insurrección armada (y proteger sus intereses comerciales) era entrar abiertamente en guerra en unos años en los que occidente se vendía como el garante de la libertad frente al comunismo “opresor”. Del mismo modo, podrían enfurecer a los miles de inmigrantes negros que poblaban las clases populares de las grandes potencias, clases que habían sido claves para abaratar la mano de obra y la “huida” de los “nativos” al tercer sector. En este contexto, la liberación de Mandela y moderación (favorecida/impuesta) del CNA eran más que necesaria.

                Con la puesta en libertad de Mandela y la legalización del CNA, éste lidero un arrollador movimiento formado por la comunidad negra y las clases medias (por decir algo) de blancos. En 1993 se instaura un régimen “democrático” por lo que le otorgan el nobel de la paz a Mandela y al innombrable genocida de De Klerk. En las elecciones sale elegido presidente de la republica sudafricana con una abrumadora mayoría. Sin embargo, al llegar al poder su gobierno dista mucha de su contribución intelectual anterior.

                Sus reformas legales terminan de hacer el trabajo antes iniciado por De Klerk y se declara el fin definitivo del Apartheid. Emprende entonces una serie de viajes por medio mundo (Occidental) y también por Cuba. En ellos, con una sonrisa de oreja a oreja, proclama el perdón y la reconciliación como vía solucionadora de todos los problemas del mundo. De este modo sonríe y celebra entre aplausos con los mismos gobiernos que sometían a su país, que brindaban apoyo al ejército que asesinaba a sus compatriotas por clamar libertad.
                Con todo, no hubo condenas a los represores y genocidas. No hubo resarcimiento a los reprimidos. No hubo arrepentimiento por las fosas comunes que aun abundan en el territorio. No hubo reconciliación. Hubo perdón de negros y regocijo de blancos. Hubo subyugación. ¡¡¡Anda!!! Como la transición española.

Consecuencias

                Las consecuencias de esto son abrumadoras. Más allá de la falta de condenas a los represores, Sudáfrica hoy mantiene un Apartheid tácito. La exclusión social y desigualdad es hoy mayor que nunca. La propiedad de las empresas, el capital y los medios de subsistencia sigue en manos de la minoría blanca. Las potencias extranjeras siguen teniendo carta blanca para saquear el país y pagar una miseria al pueblo. Las garantías procesales y burocracias ejecutivas siguen en entre dicho (mayoría blanca oligarca). Al mismo tiempo, y en línea con la dinámica neoliberal los sindicatos hoy son mas freno de luchas obreras que punto de encuentro entre iguales.

                Y lo que es aun peor: el sentido común del país, hoy, huye del conflicto. El pseudo-pacifismo enfermizo en el que viven hace que entiendan que la rendición es la conquista de la paz olvidando que la paz tiene más aristas que la no violencia visible. Que el hambre es violencia, que la inseguridad jurídica es violencia, que la exclusión social es violencia, que el desfalco de las riquezas del país es violencia.


                Se nos olvido leer a Fannon y a Malcom X; a Hanna Arendt y Johan Galtung se nos olvido leer a Michael Foucault y a Angela Davies. Se nos olvidó lo que es la paz.

Discurso de Malcom X

 


Había dos clases de esclavos: el negro doméstico y el negro del campo. Los negros domésticos vivían en la casa del amo, vestían bastante bien, comían bien porque comían de su comida. las sobras que él dejaba. Vivían en el sótano o en el desván, pero vivían cerca del amo y querían al amo más de lo que el amo se quería a sí mismo. Daban la vida por salvar la casa del amo, y más prestos que el propio amo. Si el amo decía. “Buena casa la nuestra “, el negro doméstico decía: “Sí, buena casa la nuestra”. Cada vez que el amo decía “nosotros “, él decía “nosotros “. A sí puedes identificar al negro doméstico. Si la casa del amo se incendiaba, el negro doméstico luchaba con más denuedo que el propio amo por apagar el fuego. Si el amo se enfermaba, el negro doméstico le decía: “, ¿Qué pasa, amo? ¿Estamos enfermos?” ¡Estamos enfermos! Se identificaba con el amo más de lo que el propio amo se identificaba consigo mismo. Y si tú le decías al negro doméstico: “Vamos a escaparnos “, el negro doméstico te miraba y te decía: “Hombre, estás loco, ¿ qué es eso de separarnos?, ¿ dónde hay mejor casa que ésta?, dónde voy a encontrar mejor ropa que ésta?, ¿dónde puedo comer mejor comida que ésta?” Ese era el negro doméstico. En aquellos tiempos lo llamaban “nigger doméstico “, (término racista, despectivo de negro). Y así los llamamos ahora, porque todavía tenemos unos cuantos niggers domésticos por ahí. 

Este negro doméstico moderno quiere a su amo. Quiere vivir cerca de él. Está dispuesto a pagar tres veces el precio verdadero de una casa con tal de vivir cerca de su amo. Para luego alardear. “Yo soy el único negro aquí. Soy el único en mi trabajo. Soy el único en esta escuela “, ¡No eres más que un negro doméstico! Y si viene alguien ahora mismo y te dice. “Vamos a separarnos “, le dices lo mismo que decía el negro doméstico en la plantación: “, Qué es eso de separarnos “¿De Estados Unidos, de este hombre blanco tan bueno?, ¿dónde vas a conseguir mejor trabajo que el de aquí?” Eso es lo que dices, ¿ no es cierto? “No dejé nada en África “, eso es lo que dices. ¡Sí, dejaste los sesos en África, hombre! 

En esa misma plantación estaba el negro que laboraba los campos. Los negros del campo. Ellos eran las masas. Siempre había más negros en los campos que en la casa. El negro del campo vivía en un infierno, comía sobras. En la casa del amo se comía carne de puerco de la buena. Al negro del campo no le tocaba más que lo que sobraba de los intestinos del puerco. Hoy en día eso se llama “menudillos “. En aquellos tiempos lo llamaban por su nombre: ‘tripas’. Eso es lo que eres: ‘come tripas’. Y algunos de ustedes todavía son come tripas.

Al negro del campo lo apaleaban desde la mañana hasta la noche; vivía en una choza, en una casucha, usaba ropa vieja de desecho. Odiaba al amo. Digo que odiaba al amo. Era inteligente. El negro doméstico quería al amo. Pero aquél negro del campo, recuerden que era la mayoría, y odiaba al amo. Si ibas con el negro del campo y le decías:
“Vamos a escaparnos, vámonos de aquí”, el no preguntaba: “A dónde vamos?” sólo decía:
“Cualquier lugar es mejor que este “.
Actualmente tenemos negros del campo en Estados Unidos. Yo soy un negro del campo. Las masas son negros del campo. 

Igual que el amo de aquellos tiempos usaba a Tom -al negro doméstico- para mantener a raya a los negros del campo, el mismo viejo amo tiene hoy a negros que son mas que tíos Tom modernos, tíos Tom del siglo XX, para mantenernos a raya a tí y a mí, para tenernos controlados, mantenernos pasivos, pacíficos, no violentos



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