Cuando
te pasas media vida escondiéndote sacar el hocico de la madriguera sin mirar
antes se hace duro. Puede parecer sencillo pero para los topos el aire limpio y
fresco del exterior no produce calma sino vértigo. Y es que aunque pueda
parecer claustrofóbico, los topos se manejan en rincones estrechos, oscuros y
poco ventilados que permiten una falsa sensación de confort y sobre todo de
seguridad.
Lógicamente
uno no puede ser un topo de manera completa durante su vida fundamentalmente
porque provocaría una intervención familiar incómoda que poco iba a ayudar. Así
que los que hemos sido topos nos hemos acostumbrado a mantener gran parte de
nuestra existencia en superficie, a la vista de cualquiera, pero con una parte
de nosotros oculta, bajo tierra, allí donde la oscuridad y el aire sobrecargado
todo lo ocupa sin dejar espacio a más. De este modo se vive tranquilo, seguro y
a salvo pero con el miedo continuo a que alguien husmee más allá de lo que te
gustaría. Como si la ventilación de esa parte de ti fuese un riesgo vital.
Supongo
que ser así en parte es algo normal, cuando la mayor parte de ti esta bajo
tierra y en superficie solo tratas de sobrevivir, se convierte en un problema.
Ni conoces a la gente ni la gente te conoce. Tratas de disimular pero tu vida subterránea
te condiciona hasta el extremo, quizá por eso me guste tanto Dexter.
Al
final te das cuenta de que si quieres tener relaciones autenticas no queda más
remedio que salir de la madriguera, airearte por dentro y exponerte a la mirada
curiosa de los demás. Ahí empiezan los problemas. No sabes cómo hacer las
cosas, tienes que controlar el pánico que supone que la gente cotilleé, conozca
y sobretodo juzgue. Supone asumir debilidades. Supone intentar arreglar
desaguisados cometidos en aras de preservar tu madriguera y que ahora minan tu
moral hasta límites insospechados. Supone por primera vez no solo asumir
errores sino también todo el daño que has producido. Supone en definitiva
volver a empezar, esta vez de verdad, siendo claro, asumiendo las cosas buenas
y las horribles que tienes y por primera vez olvidar la madriguera salir
corriendo y no mirar atrás.
Algunos
de momento hemos cogido algo de impulso pero no hemos empezado a correr, quizá por
miedo, quizá por anquilosamiento pero estamos en ello
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