Esta siempre ha sido una canción con la que me he sentido
muy identificado porque, por mucho que la gente se excuse, nadie escribe por
escribir. Todos lo hacemos por algo o por alguien, seamos más o menos egoístas
esa es la realidad… nadie escribe un diario sino lo necesita. Charles Bukowski
decía que los verdaderos escritores son aquellos que si no escribiesen
enloquecerían, luego es una necesidad vital. Es mi necesidad vital.
La literatura siempre fue un refugio para mí. Atormentado de
niño por muchas cosas demasiado personales, la fantasía de las historias, las
hazañas me hacían relacionarme con personas y sucesos con los que era fácil sentirse
identificado o acompañado pero llegado una edad no fue suficiente, eran
necesario dosis mayores. A si fue como empecé a acuchillar folios. Al principio
fueron cuchilladas de papel, con tachones por doquier y mala letra, que me
costaba más esconder de mi madre que escribirlas. Poco después encontré un
lugar donde mi madre no las encontraría, el ordenador. Así, desde mi primer
poema “Este no es el mundo de Papá Noe” con 13 años, fui modelando la sociedad
a la que me abría. Fui progresivamente maquillando una realidad que me
aterraba, calmando mis propios monstruos interiores y confesando a lágrimas de
tinta digital mis heridas y temores diarios. Retazos de una adolescencia no demasiado
sana pero tampoco loca o inmadura.
No era una cuestión de buena técnica literaria, más bien era
de literatura muy sentida la que hacía, pero quienes me leían solían asombrarse
de mi forma de describir y desarrollar literariamente las historias. Quizá por
eso empecé a dejar a terceros que leyesen algunos de los textos que creaba, los
menos, o quizá solamente empezaba a necesitar comunicar algunas cosas. Lo
cierto es que poco a poco algo que simplemente era una excusa para ver al mundo
con mejores ojos acabó siendo una condición indispensable en mi vida. Recuerdo
que cuando dejé a mi primera novia una de las razones que me pesaron fue la de
que ya no escribía. No es que no tuviera tiempo, simplemente no le encontraba
el sentido… simplemente no escribía para ella, y eso era fundamental.
Confieso que les he escrito a muchas mujeres, muchas ni lo
saben porque nunca se lo dije o ni siquiera creí conveniente que lo leyeran,
pero escribía a través de sus olores o de su tacto. Sin embargo eso tampoco
daba el confort y el resultado esperado. Las ofertas de calor, por múltiples y
poco atractivas no dejan de ser eso, meras ofertas, no hay más allá de una piel
suave o una mirada amable. El problema viene cuando te enamoras. En ese momento
todo cambia. Ya no hace falta que escribir para ver al mundo con buenos ojos,
ni necesitas consuelo entre puntos y comas pero, aún así, necesitas seguir escribiendo.
Ya no escribes para ella, sino por y a través de ella. De
sus pensamientos, de sus gustos, de eso que va mas allá de todo contacto físico…
de esa cosa especial. Escribes tu novela, como el protagonista de esta canción
solo para ella. La vida por ello no empieza a ser maravillosa, sigue siendo una
mierda, pero una mierda novelada donde la realidad y la fantasía se funde a
salpicones a veces de esperanza, otras de terror, por qué no de sufrimiento… Se
condensa en una o mil historias que te acompañan de viaje, te sirven de
almohada y te arropan de madrugada. Más de lo que se suele pedir.
Hace muchos meses que en mi vida no hay letras, ni puntos,
ni comas. Hace tiempo que el folio sigue entero y que el filo de mi pluma no lo
apuñala. Que se me escapa vivo, que soy solo descripción… como esto que
escribo. Se me está escapando el folio vivo porque tengo el filo romo de no
usarlo. Porque durante mucho tiempo de convalecencia no encontré el medio ni
las fuerzas, porque no tenía ese especial que me permitía convencerme a mí
mismo de lo que hacía. Echaba mucho de
menos la gresca de las letras, esas que en momentos de inspiración llegan y se
escriben solas sin pulsar botones y que una vez tumbadas conspiran para hacerte
la realidad más llevadera. Algo así como “Tiempos de Váter”.
Toda esta diarrea mental viene a que escribo mi novela para
ti. Vale que soy un desorden de intenciones donde mezclo política con humor y
de repente sentimientos y oscuridad… soy así. Esto soy yo, poco mas hay. Sin
embargo sigo escribiendo para ti, aunque no lo leas. Para darte las gracias porque
me has obligado a volver a afilar la cuchilla y descargar con rabia, para no
terminar de desgarrarme pero, al fin y al cabo a encontrar paz en mis
historias. Soy así, una montaña rusa llena de contradicciones, pasillos oscuros
y lúgubres que huelen a humedad con algún looping de genialidad y mucha recta
mediocre. A veces es duro aceptarse y otras es peor aceptar las cosas. Quizá
por eso también escriba, pero esto es mil veces más valiente que mis otras
conductas autodestructivas. Quizá porque no sé cómo ser valiente y voy
improvisando, o quizá porque en mis historias yo decido que personaje soy o si
soy la historia o el derrotado. Por todo o por nada, si algo he descubierto es
que mi novela la escribir solo para ti y aunque el tiempo cambie las cosas,
aunque sea un convencionalismo, se que siempre escribiré al menos una novela
para ti.
Nunca has escrito nada para mi. Ni regalándote papel y pluma lo hiciste.
ResponderEliminarnunca he dejado de escribirte, quiza mi error fue no mostrartelo. Sigo escribiendote casi a diario, pero aun no estoy preparado a que cualquiera lea todo lo que soy por dentro. El papel y la pluma la reservaba para escribir los dos, se que nunca te lo dije... otro error. De estas cosas se aprende o se muere y no tengo decidido morirme aun. Quiza el aprendizaje llegue tarde, no lo puedo cambiar. Al fin y al cabo vivir no es mas que un continuo improvisar, equivocarse, levantarse y seguir. Hoy solo se que nunca mas volveré a caerme por aquello por lo que me estoy levantando.
ResponderEliminarSiento mucho no decirte todas las cosas que debi decirte en su momento. Espero me perdones con el tiempo