miércoles, 5 de enero de 2011

Tervetuloa Suomeen! (Bienvenido a Finlandia)



Por fin he llegado al país de papa Noel, los renos y las saunas. El viaje ha sido algo más duro de lo esperaba: ni más ni menos que 23 horas. Por increíble que parezca esto es lo que pasa por intentar hacer las cosas bien y comprar los billetes a tiempo. Resulta que las compañías aéreas aprovechan que media Europa regresa a casa por navidad para inflar un “poquito” las tarifas. Así que un viaje (Bilbao-Pori) que en condiciones normales cuesta entorno a los 100 o 150 euros se había convertido en un artículo casi de lujo, unos 300 o 350 más o menos. Lo peor es que días antes de venir surgieron como de la nada un montón de ofertas de vuelos baratos pero, para entonces, yo ya tenía mis billetes

Todo comenzó a finales de octubre cuando desde la universidad finesa me enviaron un mail diciéndome que mi curso erasmus empezaba el 3 de enero y que, obviamente, debía presentarme allí el día cuatro a mas tardar. Con este planteamiento me quedaban dos opciones: perderme a Ramón García y sus ya míticas campanadas, las borracheras de los colegas vestidos de traje, la abuela atragantándose con los polvorones y el siempre reconfortante chocolate con churros de año nuevo a las ocho de la mañana o por otro lado pasar la Nochevieja en Finlandia y ahorrándome bastante los costes del viaje.

Comencé buscando las interminables ofertas de Ryanair pero ninguna se ajustaba a mis necesidades. Más tarde algo decepcionado empecé a barajar los viajes con múltiples escalas: por Londres, Fráncfort, Copenhague, Bruselas…etc. Pero como todas se salían del presupuesto opté por salir desde Barcelona en vuelo directo a Helsinki y desde allí buscarme la vida para llegar a mi cuidad. El principio el plan no era del todo malo siempre que pudiera dormir en los transportes. Todo se resume así:
·         23.30 Salida del autobús dirección Barcelona
·         7.00 Llegada a la estación de autobuses Barcelona Sants
·         11.30 Salida del vuelo dirección Helsinki
·         16.30 Llegada al aeropuerto internacional de Vantaa-Helsinki
·         19.05 Salida del tren dirección Pori desde la estación de trenes central de Helsinky
·         22.30 Llegada a Pori

Aparcamiento de bicis de la estación de trenes de Helsinki
 

El viaje


Tengo que reconocer que aunque tirarse casi un día entero viajando no es precisamente una fiesta ha sido más fácil de lo que me esperaba. Fundamentalmente porque antes del viaje me baje toda la temporada de House (antes o después la vena friki tenía que salir) y ver a un tío hacer lo que le viene en gana riéndose de todo el que no se entera de algo es bastante reconfortante. A mí siempre me arranca una sonrisa.

Lo que más me ha impresionado del viaje ha sido las vistas desde el avión. A parte de contemplar medio continente ha sido impresionante como se nota cuando llegas a la zona de Dinamarca más o menos (digo yo que sería el país de los tulipanes porque se veían grandes masas de agua). De pronto, y en cosa de diez o quince minutos, se pasa de un esplendido sol de mediodía a un atardecer agónico y lejano. Como si hubiera un punto que dijera de aquí hacia allí empieza el frío y la poca luz. La sensación todavía de agudiza más cuando vuelves a sobrevolar tierra firme y te das cuenta que esta todo nevado y los pequeños laguillos que se ven tienen un color diferente. Están congelados. Poco después, sobre las 15.30 se dejan de ver ciudades, casi es completamente de noche y no hay luces a la vista solo nieve y lo que parece una inmensidad de naturaleza que solo se interrumpe con la visión de Helsinki. Es muy probable que sea una tontería pero cuando piensas que vas a tener que vivir en ese país y te imaginas el frio que debe hacer ahí debajo… acojona.

Una vez en el aeropuerto coincidí con unos pobres Erasmus españoles a los que la compañía aérea les había perdido el equipaje. Una putada en toda regla que unido a la barrera del idioma se hace comprensible las caras que tenían los pobres (de ello hablare en alguna otra entrada). Después de verles y ofrecerles la poca ayuda que podía decidí coger un taxi directo a la estación, no quería correr riesgos dando vueltas en una ciudad congelada y de noche. Me costó 35 euros por un trayecto de unos 20-25 kilómetros pero bien agusto que los pague. Ya no sólo era la comodidad del viaje, es que ver como un mercedes conduce a 140 km/h por una carretera helada, a -14 ºC y llenísima de nieve sin perder ni un solo momento el control me pareció un espectáculo digno de vivir.


Vias del tren camino de Pori. Si aunque no lo creais bajo esa pedazo capa de nieve hay railes y los surcos los hacen las locomotoras no estan hechos por niguna maquina-tren quitanieves

La estación de Helsinki es más bien pequeña. No es muy diferente a la estación del norte de Bilbao, de hecho creo que esta ultima tiene más andenes. Como me quedaban dos horas libres me senté en un bar de la estación a tomar un café. Creo que es la primera cosa que realmente me ha extrañado de lo poco que sé aun del país: el café. Su café es diferente, aun no sé si por la forma de prepararlo o por la materia prima sabe distinto… más bien malo. Hasta ahí todo normal lo que me sorprendió es que si le echas azúcar ¡el sabor empeora! Pero empeora hasta unos límites inimaginables, tuve que hacer verdaderos esfuerzos para no escupirlo según lo estaba bebiendo y más teniendo en cuenta que tenía enfrente a la tendera, una señora entrada en años con cara buena persona y que no entendía una sola palabra de lo que decía ni en ingles ni en suomi. Total que tras aguantar el vomito me metí en el tren, que es increíblemente cómodo y ergonómico, y casi ni me enteré del viaje hasta que un revisor me despertó diciéndome que era la última parada: Pori

Después de todo podría haber sido peor, podría estar ahora mismo sin equipaje acordándome de la familia de algún operario del aeropuerto catalán o haberme perdido en mitad de una capital desconocida y haberme quedado sin el tren. O incluso podría no haber sido despertado por el revisor y amanecer en las cocheras de los trenes (en Bilbao conozco a más de uno que ha despertado en las cocheras de metro) Con lo cual a sido un viaje de los mas normalito, pero algo tenía que escribir aquí, aunque solo fuera decir sí hace frio. Aún así, yo tampoco lo creería al ver las fotos de las bicis ni la ingente cantidad de nieve que había por todos los sitios pero -14 ºC no es tanto frio como aparenta.

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