lunes, 10 de enero de 2011

Hauska tavata (encantado de conocerte)


En nuestro país los escandinavos tienen fama de ser personas frías y distantes. Sociedades muy diferentes a nuestro abierto carácter latino y, claro, cuando el rio suena… agua lleva. No seré yo quien desdiga nuestro valiosísimo refranero pero lo cierto es que, pese a esta personalidad común tienen un sentido de la hospitalidad o de la acogida muy diferente a nosotros. Quizá porque nosotros sobreentendamos que cualquier persona es capaz de integrarse en la comunidad o quizá porque ellos, sabedores de sus limitaciones, han puesto medidas para evitar la exclusión social, tienen todo un programa de acogida perfectamente estructurado.

Unas dos o tres semanas antes de llegar a la ciudad recibí un email de una chica finlandesa donde me explicaba que ella había sido designada por la universidad como mi tutora, me dió su facebook y su número de teléfono y me insistió en que cuando supiera a qué hora llegaría a la ciudad se lo hiciera saber. Hasta ese momento, y por las referencias que tenia de mis compañeros extranjeros en España, un tutor o el encargado de los Erasmus era un estudiante referencia, autóctono, del mismo campus y al que podían consultarle dudas sobre el funcionamiento del centro que se encargaban de quedar con ellos un día para enseñarles la facultad y ayudarles con algún trámite administrativo.

Sin embargo en muchas ocasiones (como en el caso de mi ex-compañera de piso luxemburguesa) el tutor se limitaba a ser un correo electrónico durante el día y un relaciones públicas durante la noche. Y es que, una de las preocupaciones de casi todas las universidades en nuestro país (al menos de las que yo sé), es organizar una macro fiesta para todos los Erasmus a fin de que todos se conozcan y, de paso, que vean como es nuestra cultura de la fiesta y botellón. No digo que las universidades patrocinen el consumo de alcohol ni el botellón pero, mientras ellos subvencionan la entrada a una discoteca los tutores promocionan nuestro legado universitario-cultural más popular: el beber hasta caer. Puro carácter latino.


 
Al llegar a Finlandia sin embargo me sorprendió ver como mi tutora estaba esperando en la estación de trenes mi llegada. Y eso que eran nada menos que las 22.30 horas (ellos para las 22.00 ya están en la cama, los mas rebeldes se acuestan a las 22.19). Cómo la oficina de que gestiona el alquiler de las habitaciones cerraba a las 17.00 horas la muchacha se había tomado la molestia de pasarse por allí y recoger las llaves en mi nombre. Así mismo, y debido a la hora de mí llegada también se había pasado por la oficina de relaciones internacionales del campus a recoger lencería de cama, cortesía de la universidad de destino. Total que ahí se encontraba la buena mujer soportando la no menos desdeñable temperatura de -15 grados de un lunes laborable, me recogió en su coche y me acercó a un restaurante de comida rápida porque intuyó que tendría hambre: no le faltaba razón.

Cuando me dejó en mi piso creí que nunca más volvería a saber de ella, sin embargo, en las tres reuniones que tuve posteriormente con la coordinadora de estudios y la de relaciones internacionales estuvo presente. También me acompañó al centro de la ciudad a cerrar el contrato de alquiler (traduciéndomelo todo), a comprarme ropa de abrigo para la nieve, me consiguió un número de teléfono fines, me enseñó las zonas comerciales y las tiendas con mejores precios y descuentos. También me enseñó los pubs locales y las zonas de fiesta y se ofreció para salir a tomar unas cervezas el miércoles (día que los estudiantes salen de fiesta). El viernes, el día que mas me he aburrido de los que llevo aquí, una compañera checa de la residencia (algún día os hablare de ella) no se le ocurrió otra cosa que llamar a su tutor para ver que hacía. ¡Y vino con nosotros! Tomamos una cerveza por el centro y nos mostró donde se podían comprar las entradas para un partido de hockey sobre hielo (deporte de masas aquí) que se disputaba al día siguiente.

Así mismo, la coordinadora de relaciones internacionales me acompañó al hospital (ver entrada anterior) y de paso me dio un paseo en coche para enseñarme que tiendas abren también los domingos en horario continuo cerca de mi casa, donde teníamos un centro comercial cercano y, porque no decirlo donde teníamos una tienda Alko cerca (aquí el alcohol solo se puede comprar en esas tiendas) con la escusa de que tenemos el centro de reciclado de botellas justo al lado. 

Mi universidad, campus de ciencias aplicadas (biosanitario)



Con lo que me quedo de todo esto es que, aunque sí que es verdad que tienen un carácter algo frío y distante, se sobreponen a él cuando eres nuevo en una institución. Como me explicaron hace unos días ellos no se consideran cerrados, simplemente necesitan más tiempo para conseguir confianza e incluirte en su círculo o grupo social, un vez ahí son como nosotros. Por lo que cuando hablamos de que obligatoriamente ya formas parte de un grupo de trabajo como es el universitario ya no existe ninguna barrera que superar

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