lunes, 17 de enero de 2011

Susi ja karitsannahka (el lobo y la piel del cordero)


                A semana y media de estar aquí y ya he tenido mi primera discusión gorda. Y esta vez (los que me conocéis lo sabéis) no es por una cuestión de cabezonería o polémica sino de hartazgo. Y es que estaba comenzando a sufrir el síndrome del chino todo a cien, me explico. Todos conocemos la cara que pone el típico chino que no habla ni papa de castellano y que atiende un bazar todo a cien cuando le preguntas algo concreto. El pobre que no entiende nada pone una especie de cara sonriente bobalicona (de gilipollas para los de pueblo) y te dice que si a todo muy amablemente con una sonrisa de oreja a oreja. Pues bien en este país resulta que el chino soy yo. 

                Empezaré por el principio. Durante las primeras dos semanas en el país de Santa Claus tan sólo cuatro míseros Erasmus poblábamos el etappi (especie de residencia típica de Erasmus) pero con la única que me relacionaba prácticamente era con una checa. Nos llevábamos más o menos bien con algunas salvedades de pareceres pero en general bien. Pero claro, con mi ingles de Harvad-ñilero de Harvard-cete desesperaba a la muchacha y en su buen afán samaritano me corregía uno tras otro de los múltiples fallos que cometía al hablar. Al principio lo agradeces, pero a la decimonovena vez q te corrige en cuestión de cinco minutos comienza a inflamársete un poquito el cremáster la verdad.

                Foto de mi orla, ya lo dice el refrán, de casta le viene al galgo

                Así las cosas, el día de autos no pude evitar salir con la txapela y el pasamontañas puesto de casa y con ellos ir aguantando uno tras otro los envites de mi compañera hasta que no pude más. Eran las 11.50 de la mañana y estábamos tranquilamente comiendo en la cafetería de la universidad (sí, algún día os lo explicare, esta gente está loca y come a esa hora) y nada más terminar me dice.
                - Recuerda que a las 12.30 hemos quedado con la coordinadora de la universidad, quizá deberíamos salir con tiempo.
                - Tranquila mujer si tenemos aún 40 minutos-le contesté algo sorprendido (estábamos a 200 metros del despacho)
                - Es que en la Republica Checa llegar tarde es una falta de respeto- el reloj marcaba las 11.53 minutos que lo miré
                12.00: Bueno pero es que no quiero llegar tarde
                12.02: Quizá no deberías comerte el postre no sea que no nos dé tiempo
                12.05: Es que es una mujer muy ocupada y quizá no nos pueda atender a y media.
                12.07: ¿En serio a ti no te da cosa ir con prisa?

                Resumiendo que cuando vi a las 12.10 que abría la boca lo único que puedo contar aquí que le dije es que si a los checos les gusta llegar pronto a los latinos nos gusta comer tranquilos e increíblemente lo entendió (también he de decir que el ”deja de tocarme las pelotas” y el ”si quieres te vas sola pero déjame en paz de una jodida vez” ayudaron bastante)

                Después de semejante tormentosa y temprana comida tuve la famosa reunión  con el calor de la trifulca recorriéndome las venas y lo cierto es que me vino bien. Deje de ser el chino flower-power que parece recién sacado de un anuncio de compresas y por primera vez dije que no estaba conforme con algo. No dejé que me mangonearan. Querían recortarme el periodo de prácticas clínicas y luego meterme un montón de asignaturas en la universidad (que ya aprobé en mi país de origen) y tal como tenía los humos les deje bien claro que no, sin voceríos ni palabras mal sonantes pero tajante y claro. Con arrestos, como se suele decir, un puñetazo en la mesa. Y funcionó... a medias. Cierto es que conseguí que me dejaran hacer todas las horas que quería pero me han mandado a donde Cristo perdió los tres clavos. Con lo cual lo he conseguido pero algo puteado.

                Con este post lo único que os quiero transmitir que nunca os dejéis llevar por el síndrome del Chino. Que no dominar un idioma no significa ser tonto o dejarte mangonear, significa solamente que te falta una herramienta muy útil pero que sabes muchas otras cosas más, y por supuesto que vales igual que el que lo domina. Al final de la historia después de dejar las cosas claras con la checa me llevo mejor que nunca, la coordinadora me trata mas como a un igual sin paternalismos típicos de profesores y hago prácticas en un sitio bastante interesante, lástima que pase más horas en el bus casi que escribiendo en el blog o que el billete de ida solo cueste 4 euros. Podría haber sido peor

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