Hika nació a los 26 años y algunos meses de edad, se miró al espejo con
los ojos llenos de legañas, barba de desaliñada de demasiados días, peinado aún
por determinar y olor corporal de vertedero. Se miró con aire lastimero y sin
pensarlo demasiado se puso nombre Hika Thoreau -> /ika Ɵuró/ -> [Ika Zuró]. Así, sin
sentido alguno, ni argumento necesario inició su vida y, para ello, el primer
paso era matar al viejo Asier que le servía de soporte óseo pero sobretodo
graso. Así podría definirse un poco como de pronto, tras defecar ampliamente
sobre el recuerdo del año 2012, y sin razón aparente decidí que era el momento
de renacer cual ave Fénix. No lo voy a negar, desde entonces hasta ahora he
dicho demasiadas veces eso de “este va a
ser el primer día del resto de mi vida” sin embargo ahora, todo esto tiene más
sentido que nunca.
Y
es que los nombres son importantes, nos definen o nos enmarcan en el entorno, delimitándonos
y describiéndonos al mismo tiempo. También, en cierta forma, nos limitan. Esto
no quiere decir que yo deje de ser Asier, ni que reniegue del mote “Txusti”, es
simplemente que yo no elegí esos nombres sino que me fueron impuestos. Remarcan
unas cualidades intrínsecas de mi desarrollo pero también configuran unas
limitaciones que ya no quiero tener. Y no, no tengo doble personalidad ni tengo
la intención de que por la calle la gente empiece a llamarme Hika, simplemente
quiero desencorsetarme de quién soy y quien la gente espera que sea para, por
primera vez en mi vida, ser quien quiero ser. Porque hoy más que nunca lo
necesito.
No
lo negaré, estoy jodido. El último año y medio ha sido muy duro y las
contradicciones que he arrastrado durante el han llegado a su clímax con mi
última cagada sobrenatural. Para empezar ha sido un año de luchar contra todos
mis fantasmas a la vez. Esos fantasmas que me persiguen desde que tengo memoria
pero que en mayor o menor medida mantenía a raya y que, cuando no podía
mantenerlos a raya, mis conductas compulsivas apaciguaban. Hacía finales de
2011 esta especie de equilibrio quebró, lo que me llevó a una espiral autodestructiva
que arrastró mi relación de pareja, mi familia y casi mi carrera académico
profesional. He vivido un impase espectacular en mi vida, he superado cosas que
creía imposibles y me demostrado ser capaz, a nivel emocional, de cosas implanteables
antes. Eso sí, he perdido muchísimas cosas.
En
este año y medio he descuidado hasta el extremo mi área profesional. Para
empezar me he olvidado de ser fisioterapeuta. Soy fisio, sí, pero no me
mantengo lo actualizado que debería. Me especialicé en el campo respiratorio
pero es innegable que sin práctica clínica es como no hacer nada. He renunciado
a tratar pacientes a nivel local (amigos, familia, conocidos) por miedo al
fracaso y por el camino he perdido todo lo que gané en la carrera. En el plano
enfermero necesito una actualización urgente en la atención pre-hospitalaria
(que es la que hoy me medio-da de comer) y empiezo a cansarme de que nunca me
llamen para un servicio que no sea hospitalización (urgencias, reanimación,
UCI, neonatal… etc.). Por lo que a nivel técnico tengo alguna que otra
carencia.
En
el campo académico he hecho algo más pero reconozco que me he esforzado más
bien poco. Si bien me saque un postgrado y especialidad en fisioterapia respiratoria,
no profundicé tanto como debía. Realice una tesina muy currada e interesante
que nunca he adaptado para publicarla (tiene huevos). Y aun tengo pendiente el
terreno de los idiomas. Empezar con euskera, presentarme y aprobar el Advance
en ingles como mínimo. Además teniendo en cuenta como están yendo las cosas
aprender algo básico de francés o finlandés no sería una mala opción.
Y
todo esto es culpa mía. Vale ya de echar balones fuera o escudarme en mis putos
traumas. Basta ya de victimismos y depresiones. De estar todo el día encerrado
en casa revolcándome en mi propia mierda, perdiendo en internet las horas o
recordando un amor que no volverá. Tengo que recuperar ese Asier emprendedor y
activo que apostaba fuerte y casi siempre ganaba. Eso sí, esta vez sin los
lastres que tenía. Con lo bueno de Hika, con la empatía, el sosiego, la no
rabia, la compasión y comprensibilidad aprendida este tiempo. Nada de pisar a
los demás ni que todo lo que no sea yo me importe una mierda. Al final, después
de todo, tenía razón mi ex cuando decía que le daba la vuelta a las cosas y que exigía en exceso.
Hoy
por tanto, después de saber que he jodido mis perspectivas laborales en los
próximos dos años, de ver difícil una emigración tras años sin desenvolverme en
otro idioma ni en campos profesionales alternativos o exigentes, de una
inestabilidad emociono-sentimental y de una inercia estática asfixiante solo
toca soltar lastres, extender las velas y agarrar fuerte el timo. Eso o morir,
no hay más. Para ello hoy me rajado la cara para poder despegar la careta que
portaba y que, de tantos años puesta, ya formaba parte de mi. Me ha costado arrancármela
por mis propios grilletes que ya decoran el suelo hechos pedazos. Estoy hasta
los cojones de esta mierda y no voy a seguir quieto, esperando y maldiciendo mi
vida. Ya basta.
Te
preguntarás, si lees esto, porque coño te cuento mi vida. Yo tampoco lo tengo
claro. Este blog ha sido un instrumento muy potente para mí. No sé quien lo lee
y, sinceramente, tampoco me importa. Lo que si tengo claro es que tras
demasiados años siendo alguien que no soy y soltando mi mierda en puñaladas de
papel ocultas me ha dado por airearlo a los cuatro vientos, digitales, pero públicos
al fin y al cabo. No me hace mejor, ni gano nada, pero para mí es todo un logro
concederme ser débil, tener sentimientos o reconocer que he conducido mi psique
al borde del abismo abiertamente. Supongo que mostrar el pasajero oscuro en
público no te hace más fuerte, pero ayuda. Así que tú, que no sé quién eres
pero que tampoco me importa, deberías hacer lo mismo o algo parecido. Las
corazas, los ocultamientos y las súper-intimidades solo conducen a que las
cosas huelan a carcoma y dejen de ser útiles. Puede que creas que para hacer
eso hay que ser valiente pero no es necesario. Si yo lo fuera lo contaría en
lugar de escribirlo aquí. Solo deja que la gente entre en ti, vea todo lo malo
y deja que sea su juicio el que te absuelva o te condene, te sorprenderás.
A
mi me ha costado aceptarme, pero ya sé quién soy. Hoy los juicios no me importan
porque los sótanos de mi vida huelen a ventilados y, sinceramente, empiezan a
gustarme también mis debilidades. Hoy es el primer día del resto de mi vida,
como tantos otros, pero el primero de Hika Thoreau.
Si me hubiesen preguntado, hubiese dicho Jika
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