Hay veces que escribir no
consuela, no por incapacidad, sino por falta de fluidez. Porque las palabras no
salen, se atascan, se enredan y cuesta un mundo cincelar folios con ellas. Porque
cuando llevas días de atasco de pensamientos y sentires se anudan y atraviesan…
no hay nada peor que no dar salida a tantas cosas y se acumulen dentro. Que reboten,
sin orden ni concierto, rompiendo a su paso lo poco que trata de guiarlas. Algo
así como cuando en una discusión las lágrimas traban la voz y las palabras se
enredan en sollozos y gemidos para no dejarse ser. Al menos, llorando, también se
expresan cosas… aunque a algunos nos haya costado entenderlo.
Llevo
unos días atascado, con mucho que decir, que pensar o que escribir pero sin poder
hacerlo. Como si las letras se me clavaran entre las muñecas y la garganta no dejándome
escribir ni decir tantas cosas como podría. Como un rigor mortis emocional que
hace pasearse a mi rostro cual mobiliario urbano por la ciudad. Hoy solo la
música me estremece por dentro y me influye sensaciones que, hasta ahora, solo
me habían dado voces, conversaciones, roces… Quizá sea un mero sustituto
paliativo de carencias reprimidas. Llevo demasiados meses sin oír una voz que
hasta antes de ayer se me plasmaba en la pantalla de mi teléfono móvil. Difícil
interactuar así. Difícil sentir así. Imposible expresar así.
En
un tiempo en que las máquinas deshumanizan las manos y los emoticonos
sustituyen a los abrazos y los besos se mandan por whatsapp, las risas se suceden
entre unos jaja que de vacíos nada esconden al otro lado. En una época ésta en la
que ni la música parece serlo y las palabras se imprimen en pantallas para que
desconocidos interactúen a su libre albedrío con ellas, echo de menos ser mas
actor de teatro mudo y menos holograma en 3D de cine IMAX. En esta sociedad del
sobre consumo, la sobre tecnología, la sobre información comienza a sobrarme
todo. Solo necesito una voz, que ya no escucho. Unos abrazos que ya no recibo.
Unos ojos que ya me no miran y unas risas que hoy las producen otros.
Llevo
unos días en que se me anudan las palabras porque me braman una humanidad que
cada vez me es más robada. Necesitan ser motivadas por más emociones y menos
pantallas donde se habla sin expresar nada. Porque no quieren ser responsables
de más rigor mortis emocional, ni propio ni ajeno. Hoy se me declaran en
huelga, hartas de que no las rocen la mirada que anhelan, el abrazo que siempre
las arropaba o que las mezan la voz con la que aun sueñan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario