miércoles, 15 de mayo de 2013

Nudo de palabras



           Hay veces que escribir no consuela, no por incapacidad, sino por falta de fluidez. Porque las palabras no salen, se atascan, se enredan y cuesta un mundo cincelar folios con ellas. Porque cuando llevas días de atasco de pensamientos y sentires se anudan y atraviesan… no hay nada peor que no dar salida a tantas cosas y se acumulen dentro. Que reboten, sin orden ni concierto, rompiendo a su paso lo poco que trata de guiarlas. Algo así como cuando en una discusión las lágrimas traban la voz y las palabras se enredan en sollozos y gemidos para no dejarse ser. Al menos, llorando, también se expresan cosas… aunque a algunos nos haya costado entenderlo.

                Llevo unos días atascado, con mucho que decir, que pensar o que escribir pero sin poder hacerlo. Como si las letras se me clavaran entre las muñecas y la garganta no dejándome escribir ni decir tantas cosas como podría. Como un rigor mortis emocional que hace pasearse a mi rostro cual mobiliario urbano por la ciudad. Hoy solo la música me estremece por dentro y me influye sensaciones que, hasta ahora, solo me habían dado voces, conversaciones, roces… Quizá sea un mero sustituto paliativo de carencias reprimidas. Llevo demasiados meses sin oír una voz que hasta antes de ayer se me plasmaba en la pantalla de mi teléfono móvil. Difícil interactuar así. Difícil sentir así. Imposible expresar así.


                En un tiempo en que las máquinas deshumanizan las manos y los emoticonos sustituyen a los abrazos y los besos se mandan por whatsapp, las risas se suceden entre unos jaja que de vacíos nada esconden al otro lado. En una época ésta en la que ni la música parece serlo y las palabras se imprimen en pantallas para que desconocidos interactúen a su libre albedrío con ellas, echo de menos ser mas actor de teatro mudo y menos holograma en 3D de cine IMAX. En esta sociedad del sobre consumo, la sobre tecnología, la sobre información comienza a sobrarme todo. Solo necesito una voz, que ya no escucho. Unos abrazos que ya no recibo. Unos ojos que ya me no miran y unas risas que hoy las producen otros. 

                Llevo unos días en que se me anudan las palabras porque me braman una humanidad que cada vez me es más robada. Necesitan ser motivadas por más emociones y menos pantallas donde se habla sin expresar nada. Porque no quieren ser responsables de más rigor mortis emocional, ni propio ni ajeno. Hoy se me declaran en huelga, hartas de que no las rocen la mirada que anhelan, el abrazo que siempre las arropaba o que las mezan la voz con la que aun sueñan.


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