lunes, 2 de mayo de 2011

Olen iPhone, mutta ei tähteä (Con iPhone pero sin estrellas)

               
                A los que nos gusta leer cuentos como los de Poe o las mil y una noches nos extrañamos a veces de la enorme variabilidad de las noches de los cuentos. Unas veces son luminosas con lunas enormes que permiten ver sin dificultad allí por donde caminan los personajes, otras son oscuras y tenebrosas donde algún oportuno ave nocturna aprovecha para meter miedo al personaje y otras sin embargo son estrelladas y maravillosas cargadas de pequeños puntitos luminosos caprichosamente dispuestos en la noche despejada. Además que mirar al cielo nocturno servía de inspiración a viajantes, marinos, agoreros y hasta a sentidos y romanticones personajes en pos de un furtivo beso antes de regresar a casa oculto por las sombras. 

                Para mí todas las noches eran iguales. Bajo la luz de las farolas de la ciudad el cielo se presentaba azul grisáceo, si acaso con la luna al fondo siempre que las nubes lo permitían y poquito más. Es cierto que de vez en cuando, sobre todo en verano, se pueden ver algunas estrellas. No sabría decir cuántas ¿cien, doscientas? En conjunto prácticamente lo único que cambiaba en la noche bilbaína era la lluvia (demasiado presente), las tormentas y si era día de marcha el ruido de la gente haciendo litros. Poco más había que ver. Recuerdo también la enorme diferencia que suponía mirar al cielo en mi pueblo de verano que en la ciudad. La famosa boina de Bilbao difuminaba los colores y aunque estaba claro que el cielo es oscuro por naturaleza, esa oscuridad estaba trastocada por ese nubecilla rojiza y asquerosa que impregnaba todo lo que yo miraba. En mi pueblo no. Allí podíamos ver lo multitud de estrellas y tratábamos de adivinar constelaciones aquí y allá… pero no dejaba de ser un pueblo lleno de chiquillos. Había miles de cosas más interesantes que hacer que mirar unas estrellas que seguirían allí al día siguiente.

                  Contaminacion lumínica de Valencia. Sí, así son todas las noches
 
                Con todo, los únicos ratos que realmente miraba al cielo con interés eran los días que viajaba en coche con mis padres, en un intento desesperado de abstraerme de Boney M., y las noches de tormenta. Adoro las tormentas. Pocas cosas relajan más que sentarse en un banco o en un porche cerveza en mano y notar en la cara el estallido de un relámpago u oler ese olor tan característico de tormenta seca veraniega. Pero todo eso ha cambiado en Finlandia. Desde que mi profesora me invito a comer a su casa y al salir de la sauna miré al cielo (aun no sé muy bien porque) entendí lo que a lo que tantos escritores, pintores y poetas se referían. Por fin entendí de verdad lo que significaba la contaminación lumínica.

                Jamás había visto un cielo igual. En toda mi vida creí que se podía ver tanto a simple vista. ¡Las estrellas son de diferentes colores! No sé exactamente lo que estaba viendo pero era precioso. Supongo que serían nebulosas y galaxias y estrellas y cometas y… de todo. Estaba realmente tan atontado mirando que se me olvido durante un par de minutos que estaba en mitad de la nada desnudo y descalzo sobre la nieve a una temperatura no demasiado agradable. El momento se rompió cuando uno de los hijos de mi profesora empezó a reírse descaradamente de mí, preguntándome si me había dado un tirón en el cuello o me había afectado demasiado la sauna. No lo entendían, para ellos solo era el cielo, el mismo de siempre, el mismo para todos decían. No entendían como podría ser que nunca hubiese visto la infinidad de colores y matices que se pueden ver en una noche estrellada. Y no os aseguro que no fume ni comí nada extraño.




                Desde entonces no puedo evitar mirar al cielo con nostalgia. Recuerdo perfectamente como nos quejamos cuando las calles no están suficientemente iluminadas y envidio sinceramente aquellos lugares en los que aún hoy, en una noche de insomnio, uno puede levantarse y relajarse junto a la ventana de su casa mirando hacia el cielo. Envidio sin duda, esos niños, que no entienden prácticamente nada de lo que va más allá de sus padres y el colegio y rellenan esos huecos con su imaginación, cuando miran al cielo e imaginan como los personajes de sus dibujos, comics o videojuegos saltan de estrella en estrella o de un mundo a otro. ¿Qué nos ha pasado para perdernos el cielo? ¿De verdad necesito tanto un móvil, un ordenador última generación, o las ultimas zapatillas de Nike? Lo siento pero no me conformo con ver el cielo a través de google imágenes. No creo en las visitas virtuales a museos o en visitar ciudades a través de rutas informáticas en 3D. Seré quizá demasiado impresionable o demasiado exagerado pero yo echo de menos el cielo en Bilbao o en Valencia. Ciudades que me encantan en las cuales he vivido cosas increíbles pero que como regalo me dieron un asma galopante y poquito más. 

                Finlandia no es mejor que otros países, simplemente son pocos. Hay pocos coches y necesitan pocas fábricas para dar de comer a toda la población. No conozco los datos reales de contaminación pero he de decir que no he sentido el asma, ni siquiera un pitido de bronquios desde que estoy aquí. Ni cuando me pegué las caminatas en raquetas ni cuando con la espada, en aras de no llegar tarde, pedaleo todo lo rápido que pueden mis piernas. Se nos ha ido el rumbo y la olla. Quizá para algunos el cielo no sea tan importante como la próxima Play Station 4, para mí que mis futuros hijos conozcan la osa mayor por google solamente me aterra.



4 comentarios:

  1. Hola Asier. Ante todo decirte q me encanta tu blog. Tienes una manera de ver la vida bastante especial..vamos diría q única! Y nada sólo quería animarte a q sigas con este blog y tu visión de la vida :) 1saludo desde tierras españolas..

    Pd: No sabes lo bonito q se ve el cielo y las estrellas desde el patio de mi casa :)

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  2. Gracias Jabi. Siempre son bienvenidos comentarios y si encima son buenos... Que mas se puede pedir?
    De verdad me alegro que disfrutes de mis idas de olla y vida mas o menos subrealista.

    Un saludo desde Finlandia desde donde, quizá no tan bien como tu casa, pero el cielo es espectacular. Lastima que ahora tenga que esperar hasta las 23.00 para ver anochecer. XD

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  3. La verdad es q no viene nada mal desahogarse un poco de la rutina con cosas como estas, yo soy muy perrote pa escribir, por eso las leo :P (y así dsconcto un poco del curro..)

    Sinceramente..he podido ver el mismo cielo q tú estarás viendo en estos momentos pero por desgracia no pude ir.. (cosas de la vida)

    Y te digo.. seguro q conoces a alguien q ha visto desde el mismo lugar q yo el cielo tan bonito q tenemos los extremeños..asique si te pasas por estas tierras no dudes en mirar hacia arriba y.. te sorprenderás! ;)

    Un saludo!¡!

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  4. Nada hombre estas invitado a leer mi triste vida las veces que quieras. Pues lo cierto es que tengo ganas de ver Extremadura. Junto con Canarias creo que es la unica comunidad autonoma que me queda por ver.

    Pero tranquilo siendo fan acérrimo como soy de vuestros jamones no tardaré mucho en ir a visitarlo y si encima se ven las estrellas como aqui... ¿Como negarme?

    Un saludo muy grande y oye encantado de conocer al primer lector (fuera de mi nucleo) de este blog.

    Un saludo!

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