domingo, 24 de abril de 2011

Ajan viettäminen kylpylässä (Matando el tiempo en un Spa)


              
                Uno de los problemas de irse a los resort de Laponia es qué hacer cuando el tiempo no acompaña. Debido a las nevadas impresionantes que cayeron aquel día esquiar (lo que teníamos pensado para entonces) no era muy viable. Menos aún para un recién llegado como yo a los deportes de invierno. Así que nos decidimos por ir al Spa del un hotel de cuatro estrellas que allí había. No es que fuese la ilusión de nuestra vida pero como otras opciones nos quedaban: atiborrarnos de horas y horas de la MTV (única cadena en ingles que encontramos en la TV) o ver películas… ¡Y para eso no nos habíamos ido hasta el polo norte!

                A priori no debería ser muy diferente un Spa en España que uno en Finlandia pero sí que había cosas distintas. En España meterse en un jacuzzi (sobre todo en algunos) es como una ruleta rusa: si el chorrito te pilla en un buen sitio es casi orgásmico, como te pille en algún punto sensible es como si te taladraran el costado con una broca del doce. Y es que a nosotros lo de los jacuzzis relajantes nos lo tomamos un poco a nuestra manera: chorros a tope y agua hirviendo y… ¿el relax? Al salir hombre, ¿no ves que sigues entero? En Finlandia no. Aquí se lleva más un chorrillo de aire fino suavecito que se nota porque se te infla el bañador pero que no sabes exactamente por donde. Para mí que si te metes en la bañera y echas dos o tres aspirinas efervescentes más o menos es lo mismo.

                Para el calor reservan una piscina tipo charca donde solo hay que tumbarse y no hacer nada. Estaba llena de gente. De verdad un aprovechamiento del espacio que ni los guiris en las playas levantinas toalla en mano. Al final, y como todos hemos pensado alguna vez cuando una corriente de agua caliente nos recorre las pantorrillas en la playa, no me quedo claro si el calor se debe a que eso es así, al calor humano, o a la más humana de las necesidades fisiológicas. Así que cuando ves a tanto niño pequeño jugar con unos muñecos flotando y sin padres cerca todo el mundo se mira como cuando te subes a un ascensor y de repente huele a gato muerto… ¿Ha sido tu hijo verdad? 

El frio lo tienen más estudiado. Se ve que por estas latitudes gusta más la tortura que el placer y una de las atracciones favoritas es una piscina “climatizada” (y lo pongo entre comillas porque esta climatizada para sus pieles polares) donde tras atravesar una cortina sales al aire libre. Temperatura ambiente: veinticinco bajo cero. Temperatura de agua: ponía doce pero eso era hielo puro. Se ve que allí no tienen frío ni tiritan ni nada, se tumban en la orilla de la piscina relajadamente a ver pasar las horas como si el señor de la guadaña no les observara en la distancia divertido. Otra atracción gélida y que les encantaba a todos los niños y las abuelas (son los que más la usaban) era un pozo de metro y medio de profundidad y dos metros de diámetro que estaba a cuatro grados de temperatura. ¿Dónde estaba la gracia? En que el que estaba fuera se descojonaba de ti.

                Algo que si me sorprendió fue lo bien que llevaban la desnudez. No es que se exhibieran allí por donde pasaban pero lo vivían de forma muy natural. En las duchas y vestuarios la gente, grandes y pequeños, se cruzaba de un lado a otro sin toalla ni reparo alguno. Cierto es que con su costumbre de la sauna todas estas cosas las tienen superadas pero fue curioso ver como no se lo tomaban como algo de malos modales. Por lo que me dijeron mis compañera en el vestuario femenino era igual y ellas se sorprendieron aún más porque, por lo visto, en España las mujeres son mas recatadas aún estando en un vestuario femenino. Uno de los franceses también fue a otro Spa con su novia y también se sorprendió de que algunas saunas y zonas “nudistas” fueran comunes para hombres y mujeres. Es cierto que es algo muy curioso para nosotros pero creo que es mejor. Aceptar estar desnudos como algo natural es algo que no nos vendría mal, pienso yo.

                Al final todo se convirtió en una forma de pasar el rato no demasiado amena pero al menos no nos gastamos demasiado dinero cosa bastante difícil en Laponia. Para lo que sí nos sirvió es para apreciar la sauna finesa. Tenían varios tipos de saunas, desde las eléctricas, las de humo, otras aromatizadas y con mas humedad (ponía sauna sueca) y el típico baño turco. No sé si ha sido porque me acostumbrado a tomar saunas pero la verdad es que se notan las diferencias entre unas y otras. Y no es por hacer publicidad pero la mejor: la finesa.

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