lunes, 25 de abril de 2011

Suksi Pohjoisnavalla (Esquiar en el Polo norte)


                Una de las cosas que me parecen más curiosas es que antes de irme al polo norte no había esquiado en toda mi vida. No sé exactamente porque unas veces por falta de ganas y otras por falta de pasta nunca me había decidido a probar y precisamente el sitio en el que he aprendido es el último sitio donde creí que iría hasta hace poco más de un año: en el polo norte. Es algo así como si uno pasa de gatear a correr en cuestión de segundos, pero que le vamos hacer soy así. No voy a descubrirle nada a nadie, nada nuevo, ni soy ningún experto en la materia pero oye… ¡que estoy orgulloso!

                Con lo patoso que he sido toda mi vida hay que ver qué bien me ha entrado esto de hacer snowboard. Me di dos millones de tortas nada más subirme a la tabla pero en unas horas lo tenía más o menos controlado. No iba a dejar que todos esos niños que poblaban las pistas, y que tenían un estilo que ya me gustaría a mí, se rieran de mí toda la tarde. Con lo que una hora antes de finalizar el forfait, me lancé por la roja con las gónadas en modo pajarita, y aunque las caídas fueron doloras, ¡era más sencillo! No sé qué extraña propiedad física hace que yendo mas rápido tengas más equilibrio pero a mí me pasó. También puede ser que del acojone tu cerebro, abotagado y resacoso de la tralla cervecera del Erasmus, de repente espabila viendo el leñazo que le viene encima. 

                      Primeros segundos sobre una tabla (casi me la doy nada mas me la sacaron, de ahi la posicion de las manos)

                Debido a mi inexperiencia no conozco muy bien como son el resto de estaciones de esquí ni como debe ser una buena estación. El caso es que la de Levi a mi me encantó. Los franceses, que viven en los Alpes, también estaban entusiasmados con las instalaciones aunque no tanto con las pistas. Por lo que nos dijeron no había grandes descensos ni cuestas excesivamente empinadas. A decir verdad su pista negra era más rojiza que negruzca y no debía tener demasiada emoción. Lo que si les encantó fue el esquí park. Según nos contaron tanto los saltos como el medio tubo y los trucos que se podían hacer allí eran algo sobresaliente. Las instalaciones sí que eran buenas, todas muy modernas con todo tipo de comodidades. Remontes en un montón de sitios y restaurantes y zonas de descanso por todos lados. Yo, que no tengo ni idea, no acabé de disfrutar del todo ya que no fui capaz de coger un solo remonte en condiciones. A veces porque me caía, otras porque me tropezaba con el otro pie y otras porque según llegaba el tirón de la guía me iba al suelo… creo que se rió de mi medio Laponia. Con lo que al final visité tres pistas y gracias, bastante tenía con aguantar el equilibrio en la tabla como para encima aprender a coger remontes.

                Lo que era impresionante era la nieve. No estaba dura pero tampoco blanda ni suelta. No sé exactamente cuál es el nombre de ese tipo de nieve pero por lo que todo el mundo decía era nieve perfecta. Casi congelada en superficie y algo mas esponjosa debajo. La equipación de alquiler también debió ser muy buena. Para los que sepáis mas, a  mi me dieron una tabla marca Nitro que debía costar unos trescientos cincuenta euros (calculado a ojo francés) con botas y enganches de la misma marca que subían el precio. La tabla del francés que no era amateur como la mía, costaba alrededor de quinientos euros más el resto, que aumentaba también el precio. En total  pagamos treinta y cinco euros por el alquiler del material un día entero, precio que a mí me pareció muy razonable, donde se incluía: tabla, botas, enganches y gafas. Además tuvimos que pagar treinta euros más por el forfait de un día. 

                   El gabacho y yo, reventados, en lo alto de la pista negra haciendo tiempo antes de matarnos colina abajo

                En definitiva la valoración de un inexperto como yo es muy positiva. No solo porque nos lo pasáramos bien y no fuese muy caro, si no por la atención del personal el estado de las instalaciones la accesibilidad de las pistas (si no hablamos de los fatídicos remontes). Además creo que es una opción muy interesante a la hora de elegir unas pistas para esquiar ya que los vuelos vía Londres a Rovaniemi no son especialmente caros y el alojamiento allí tampoco lo es si se viaja en grupo. Un punto muy a su favor es que al no ser un sitio turístico por excelencia, como pueden ser los Alpes, las pistas no están masificadas permitiéndote disfrutar de ellas aunque seas un cazurro como yo y te caigas constantemente sin peligro de que te arrollen. Además de eso, la iluminación de las pistas durante la noche es excelente por lo que la falta de luz no impide disfrutar del esquí. Así que a ver si os animáis y me contáis vuestras experiencias.

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