martes, 26 de abril de 2011

Majoitus (Alojamiento)



                Una de las cosas más raras y curiosas que he visto en Finlandia es como contratar un arrendamiento o un alojamiento y su forma de gestionarlo. Como creo que ya expliqué en un post anterior, los fineses necesitan tener las cosas al cien por cien seguras para que te digan que si a algo. Es decir si estas buscando una residencia para vivir durante tu año Erasmus más te vale que preguntes en las diferentes empresas de manera que entiendan que es seguro, fijísimo que vas a permanecer en la ciudad unos meses (a poder ser muy concretos) y que tienes absolutamente todos los papeles perfectamente rellenados y sellados donde se explique claramente que eres estudiante universitario. Si te ven dudar, dudarán ellos lo que hace que no te den una respuesta satisfactoria jamás des mil vueltas y preguntes en mil sitios para no llegara  nada concreto. ¿Por qué? Porque Finlandia es así. 

Pese a todo normalmente es la universidad de destino la que se encarga de buscar alojamiento aunque lo hace a su ritmo, cual ritmo caribeño. Nosotros, latinos, gente con la sangre caliente necesitamos tener las cosas seguras con algo de antelación para no tener el corazón en un puño a escasos días de mudarte. Pero ellos no son así. Ellos, acostumbrados a un país que en general funciona como un reloj suizo, cuando quedan dos semanas para mudarte te dicen que aun no es seguro que ya lo harán y que te avisarán cuando puedan. Entonces te quieres morir, te imaginas vagando por la nieve maleta en mano y recuerdas las imágenes de los telediarios cuando hablan de olas de frio en Siberia, y comienzas a buscar a la desesperada en las agencias inmobiliarias que encuentras en internet. Y de repente como por arte de magia… ¡zas! Diez días antes no sólo te dicen que lo tienes todos sino que te detallan hasta el mas mínimo de los recovecos del contrato donde se encuentra y las normas de convivencia del lugar. Cuando alquilas una casita como hicimos nosotros en Laponia, el sistema es algo similar. Bien es cierto que lo puedes contratar con toda la antelación que quieras pero los papeles definitivos donde te detallan absolutamente todo te llegan escasa una o dos semanas.

Es un sistema realmente cómodo para el propietario de la casa. A parte de que nunca incluyen sábanas ni ropa de cama toallas y similar, nada más llegar te advierten que tienes hasta una hora fijada para reclamar cualquier desperfecto o inconveniente: una silla rota, el piso sucio, la caldera que no funciona… etc. Pasada esa hora límite (como unas tres horas desde la hora de entrada prefijada) ya no tienes derecho a reclamar nada. Y no contentos con ello te especifican (y son muy insistentes en eso) que es obligatorio limpiar la casa a fondo y volver a dejar las cosas como estaban o no te devuelven el depósito o fianza que en todos los sitios te exigen. Este depósito (entre el quince y el veinte por ciento del coste del alquiler) se devuelve cuando los siguientes inquilinos agotan el tiempo límite de reclamación y no reclaman nada. Es decir, que el casero no tiene que acercarse a la casa para nada. Ni a cambiar ropa de cama, ni reponer absolutamente nada. Es como un self-service pero en modo alojamiento.

                También es verdad y es muy de agradecer que en el precio tanto de la vivienda provisional o de vacaciones como en las viviendas alquiladas para todo el año, el precio del agua, la luz e internet esté incluido. Más que nada porque te permite disfrutar de las saunas (que las eléctricas tienen que consumir muchísimo ya que es una resistencia que calienta piedras que calienta el ambiente hasta los casi cien grados)  sin preocuparte demasiado del gasto y porque te permite hacer un cálculo perfecto de los gastos mensuales. Así mismo suelen tener por costumbre dejar en la cocina algunos útiles para cocinar tipo sal, azúcar, especias, café… etc. Pero claro, esto que dejan allí al principio de la temporada fuerte de invierno, cuando llegan los últimos inquilinos puede perfectamente no haber sido repuesto y a nadie le parecería mal. Con lo cual la sensación que te da es que tu as alquilado unas paredes y unos muebles básicos y el resto hay te las apañes.
 
                En cuanto a las residencias de estudiantes concretamente la cosa cambia un poco. Siguen incluyendo agua, luz, internet, lavadora, secadora y sauna en el precio pero no lo tienen todo tan cuidado como en las casas que se pueden alquilar en el centro. Para empezar le mobiliario, aunque no está en mal estado tampoco es el ideal. Cocina más bien pequeña estilo casa de la abuela. Fregadero aún más pequeño donde fregar más de tres platos es una incomodidad. Habitaciones enormes de decoración más bien precaria, sin cortinas ni persianas y camas horribles. Horrendas. Se han visto cabinas de la tortura medievales más cómodas que estos colchones. De hecho una de las primeras cosas que me propuse fue comprar clavos y fabricarme una cama faquir para poder descansar correctamente pero claro, como duermo boca abajo, a ver como diantres le explico yo a mis profesores de prácticas las cicatrices de la cara.

                  Os aseguro que esto es mas comodo

                Para ellos los Erasmus son ese rebaño al que ubicar en los lugares más baratos y por tanto, si se nos quita de comodidades… ¿Quién se va a quejar? Para empezar la conexión a internet es de risa. Si alguna vez (a las tres de la mañana) llega a medio mega por segundo da gracias. En una residencia cercana internet les proporcionaban pero el modem corría por cuenta del usuario. El somier es prácticamente inexistente. En mi caso son dos tablas de de madera muy finas (medio centímetro uno como mucho) que cubren toda la superficie de la cama y un colchón de goma espuma, agujereado y con la tela que lo envuelve rota, con apariencia de estar muy sobado. Cuando me queje del colchón que tenía muy amablemente en la universidad me dieron otro… ¡igual! eso sí, sin agujeros. Así que desde entonces duermo sobre dos colchones que consiguen que me levante en modo Quasimodo. Por útiles de cocina me dieron (atención): un plato, dos vasos pequeños de cristal, un tenedor, una cuchara y un cuchillo, una sartén híper usada que no tenía anti adherencia ni en el mango (de la mierda que tenía) una cazuela, una “olla” y una pala para remover la sopa y una sonrisa de oreja a oreja como diciendo… ¿no te quejarás eh?

                Con este plantel acabas sobreviviendo a base de quedarte con lo que otros Erasmus que se van a sus países dejan (muy del estilo mendigo) o comprando en tiendas de segunda mano y outlets (en otro post os hablaré de las tiendas de segunda mano). Yo en concreto compré varios platos y prácticamente saquee al primer Erasmus que abandonó la casa. La pobre mujer me miraba con carita de pena pues su año acababa y yo no para de coger cosas: que si 5 platos, vasos, un colchón extra, abre corchos… y un aparato que no sé muy bien para qué sirve pero… ya le encontraré utilidad. Y no creáis que esto acaba aquí, con esto de pedir el otro día me vine arriba ya acabé por perfeccionar el arte del arrample: apalabré con un francés que cuando se vaya, dentro de un mes, “heredaré” su sofá. Que no me da ninguna lástima pues lo “heredó” a su vez de su compañero de piso junto con una televisión y unas cortinas. Lo de las cortinas en el fondo parece una tontería, pero en un país donde no hay persianas casi en ningún sitio, son un bien más que necesario.

                Por lo demás la residencia está bien aunque es diferente a lo que estamos acostumbrados. Por ejemplo no existen más zonas comunes que una cocina y un baño que compartes con tu compañero de piso. Se echan por tanto de menos salones con sofás y televisión para todo el mundo, sitios en los que reunirse. Es cierto que nos reunimos en la sauna pero tampoco es un sitio de reunión real, a los finlandeses les gusta usarla para relajarse y estar en silencio, pero como los Erasmus somos mayoría… hemos reconvertido la sauna finesa en algo más parecido a un sitio de fiesta que a un sitio de relax. En definitiva se puede vivir bien aunque la apariencia sea más propia de alguna republica ex soviética (todos mis respetos hacia ellas) que de las expectativas que se tienen de Finlandia. El precio también es genial 286 euros por mes, lo malo es que mi universidad esta a casi tres kilómetros pero para eso tengo la bici.

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